Los Malos Fics y sus Autores
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Mensaje por Candy002 Dom 04 Ene 2009, 20:01

Advertencias: Incesto y lemon.

Mátame

“Mátame”

Nunca era una palabra, pero en esas circunstancias nunca dejaba de percibirse. Era más bien una mezcolanza de sentimientos que se agitaban en el aire, a la espera de que alguien las percibiera y las interpretara. Un poco de abatimiento, algo de tristeza, un tanto de resignación y el sentimiento de derrota predominaba sobre todos ellos; la aceptación de todo eso. No siempre acababan así, porque ambos entendían que era un simple trabajo; incluso a veces ella disfrutaba la experiencia y no lo necesitaba en lo absoluto, a veces simplemente se aburría enormemente y sólo quería distraerse. En otras todo le resultaba una pesadilla que la dejaba vulnerable a los embates de la realidad en la que vivían, se daba cuenta de que nada tenía sentido y entonces debía buscar a su hermano para encontrar tranquilidad. Así de simple, el asunto no trascendía más allá, cosa que ambos agradecían.

Thor no podía hacer nada mientras dejaba que su hermana reposara la cabeza sobre su hombro. Ella estaba desnuda, y aunque unas sábanas blancas rozaban sus pies, no hacía amago de cubrirse; las lágrimas seguían iluminando sus mejillas pálidas, pese a que su respiración se había normalidad y ya no moqueaba. Su hermano había llegado hace tan sólo cinco minutos y verla había sido suficiente para callarse, sentarse a su lado y aguardar. Sin abrazos de su parte, sin palabras de consuelo, pero sin negarle su hombro ni el silencio.

El dinero ganado por Algua descansaba encerrado en su puño, desde que ella se lo entregara entre sollozos incontrolables. Thor no podía saber lo que había pasado en esa habitación momentos antes, pero una buena pista eran los moretones en los brazos y el vientre de su hermana, la cual permanecía con los ojos abiertos, sin expresión, clavados al frente. No parecía dispuesta a moverse, pero no había prisa; los clientes habían pagado por adelantado toda la noche en ese pequeño motel de mala muerte y podían permitirse permanecer ahí hasta la mañana siguiente. No tenían un hogar al cual volver de todos modos, sólo una vieja casona, aunque Algua sintió que estaba en él cuando notó el apoyo firme de su hermano contra su rostro. Así siempre le era más sencillo calmarse después de realizar el acto con el cual pagaban la comida.

Afuera era la madrugada y los grillos hacían sonar sus patas sin pausa. Thor creía que iba a dormirse de un momento a otro, mas el sentimiento convertido en palabra flotaba en el aire y era difícil no ponerle atención, esperando que desapareciera de forma definitiva, como la mosca que no quieres ande de paseo por el cuarto mientras descansas.

“Mátame”.

Ha perdido su matiz de ruego desde hacía tiempo y ahora se asemejaba a la esperanza de los niños por ver realizado su sueño. Siendo un vampiro psíquico, Thor no puede hacerle oídos sordos ni lo uno ni a lo otro, tal como Algua sabía, así como no desconocía el sentimiento de desazón que se engendraba en él por tales emociones suyas.

—Nunca lo harías, ¿no? —espetó Algua, la voz algo quebrada, tan hueca cual lata abandonada en un basurero.

Su hermano sintió que algo se le retorcía por dentro y su tono fue algo grave, como si esperara desde hace años responder esa pregunta.

—No —dijo y le pareció que se volvía el ser más débil sobre la tierra al reconocerlo, aunque, aparte de enseñarle a notar esas debilidades, sus maestros en la oscuridad le habían enseñado que mentirse era la traición más estúpida.

Era, en efecto, débil porque la sola idea de matar a su hermana, el único ser vivo que estaba a su lado en todo momento, era tan inconcebible como clavarse un cuchillo en su propio pecho. Había tenido pesadillas acerca de eso –él, pegándole un tiro al corazón de su hermana, sólo para mirar abajo y descubrir otra cruel herida en sí mismo- y al despertar le había faltado el aire, el sudor se había vuelto hielo en su cuerpo. Por eso no podía dormir, ni siquiera cabecear, hasta que esa palabra, la fastidiosa mosca, se desvaneciera del aire como suspiros de mártires.

La respuesta pareció devolverle el aliento a Algua, cuya respiración casi sonó la sombra de un suspiro, y deslizó su mano por el colchón revuelto hasta tomar la de su hermano. Daba la impresión de ser una delicada muñeca que no encontraba cómo decir la sempiterna frase “mamá”, aun cuando le apretaras el estómago como dice el comercial. Ella encontró el espacio entre sus dedos, se encajó en ellos como una pieza de rompecabezas y se aferró a la palma, sin importarle no recibir respuesta o un apretón similar, sólo satisfecha de sentir su piel cálida en contraste de la suya helada. Esa mano era lo único que nunca le había faltado, la única certeza que le quedaba luego de estar segura de que había muerto o que no le importaría morir, a pesar de que aún respiraba y su dolor, el profundo abismo en su interior, existía impunemente.

Otro sollozo vino a perturbar la precaria calma a la que había llegado, y esta vez lo sintió intensificarse gracias su dolor de cabeza naciente. Su cuerpo se agitó levemente, como si estuviera mareada, y no pudo evitar un tenue quejido, porque en serio le molestaba la cabeza, además de los golpes, y sabía que no había una cama de plumas a la cual echarse. Nuevas lágrimas se deslizaban por su rostro.

—Tápate o te enfermarás—le dijo Thor en voz baja, tono neutro, y se estiró, privándola de su hombro por el momento, para agarrar una sábana y tironearla hasta cubrir con ella a ambos, porque él también tenía frío.

Algua, quejándose de su jaqueca en suaves llantos, se abrazó a su hermano para acurrucarse con él mientras éste se quitaba los zapatos ayudándose de los talones y la envolvía en sus brazos. Las manos de Thor dieron con la tersa piel pálida, encontrándola helada, y la recorrieron de arriba abajo casi distraídamente mientras ella metía una mano dentro de su camisa para agarrarse a su cintura. Tales movimientos resultaban naturales para ellos, como lo es para la mayoría responder al saludo de un perfecto desconocido; a sus dieciséis años, dos desde que llevaban a cabo el oficio más antiguo en el mundo, no había pudor de ninguna clase entre ambos.

Thor pensó que ya podría dormir tranquilamente, pero vio su equivocación cuando la mano de su hermana no se quedó quieta y, por el contrario, empezó a tirar de sus pantalones hacia abajo. No le sorprendió el acto por lo que se acomodó en la cama hasta quedarse acostado y Algua apoyó la mejilla sobre su pecho, respirando más hondamente para lograr menguar sus dolores corporales. La adolescente recordó que en esa posición había estado con uno de los clientes hace unos instantes, mientras el otro estaba a sus espaldas, besándole el cuello con su agrio aliento, y se apresuró aun más en desvestir a su hermano. Sentía cada zona donde aquel hombre había posado los labios y se estremecía de asco, descubriendo más piel por parte de Thor en movimientos que se tornaban desesperados.

Volvían a su mente el tacto de aquellas palmas ásperas, y era más la sensación del contacto, que de las partes donde la tocaban, lo que la llevaba a jadear al tiempo que empezaba a masturbar a su hermano. Estaba sucia, asquerosa y sólo él podía limpiarla.

En todo ese rato Thor intentaba acariciar lo que estaba a su alcance, buscando inconscientemente, por deseo de Algua, eliminar las manchas de aquellos clientes. Cuando ella le rodeó con sus manos tibias, tirando para frío, arqueó la espalda de tal modo que su coronilla rozó la cabecera. Un frenesí enloquecedor, lejos de compararse al que se relaciona con la pasión, estaba haciendo presa de su hermana y él, por su empatia sobrenatural, lo estaba compartiendo.

“Quítame sus huellas, quítame sus manos de encima” suplicaban las jadeos desaforados de Algua al subírsele encima, su mirada azul, perdida cual niña en laberinto, abrazándose a su cabeza de tal modo que él enterraba el rostro entre su pecho. En ese sitio la sensación era un poco más cálida y el corazón latía como en una loca cabalgata en busca de la vida en medio del túnel más descorazonador.

“Quítamelos, quítamelos”

Dirigía su mano ahí abajo, conduciendo el miembro ya eréctil hacia el altar antes profanado. Lloraba y hacía muecas de temor, porque sabía que le iba a doler su propia brusquedad, pero no importaba con tal de que ya no se sintiera sucia. Y dolió, un dolor agudo y veloz que la llevó a más lágrimas y a apretar los dientes; sucia, sucia. Arriba y abajo y ya estaría limpia, arriba y abajo y ya podría sentir algo, podría sentir que todavía estaba viva y era capaz de sentir algo.

Arriba y abajo. Y Thor percibía el aliento en su oído ir y volver, el frenesí convirtiéndose en desesperación a medida que su hermana se movía, lanzando exhalaciones que se convertían en gemidos a medio paso de ser sollozos.

Y luego todo pasó. Ella gimió casi de forma adolorida con la cabeza sobre su hombro, mientras un pequeño cosquilleo se producía en sus partes inferiores al deslizarse hacia fuera el miembro ya flácido. Se dejó caer hacia un lado con sus fuerzas agotadas y atrajo un brazo de su hermano para dejarlo bajo el peso de su pecho agitado. Tenía los ojos cerrados y la beatitud inherente a la somnolencia venía a dejar su manto sobre su rostro; parecía que su calmante había funcionado. Thor, deseando dormir, arrancó con la otra mano uno de los extremos de las sábanas que cubrían el colchón, se limpió con ella los restos del semen y tomó la otra olvidada para cubrirlos de nuevo.

Dos años pasaban desde que había pasado a ser la absolución de su hermana, la cachetada que le quitaba su halo de locura y la tranquilizaba lo suficiente para volver al mundo real. Desde que ella se le entregara en aquella bañera con el mismo ruego de purificación patente en todo su ser y él, simplemente, no pudo negarse a ser su consuelo.

Así como tampoco podía matarla, por más que se lo rogara.

Fin
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Mensaje por Vitani Gren Vie 09 Ene 2009, 21:34

las lágrimas seguían iluminando sus mejillas pálidas, pese a que su respiración se había normalidad

Creo que más bien querías decir normalizado.

Así siempre le era más sencillo calmarse después de realizar el acto con el cual pagaban la comida.

Esto es absolutamente subjetivo, por supuesto, pero en mi opinión, en vez de "con el cual", queda mejor "con el que". Creo que de tu forma está bien, pero me resulta demasiado ceremonioso, algo poco natural y forzado. Además está el hecho de que ya usas esa fórmula otra vez en el mismo párrafo, por eso pienso que cambiándolo conseguirías un mejor efecto xDD

como la mosca que no quieres ande de paseo por el cuarto mientras descansas.

Te has olvidado de poner "que" entre quieres y ande.

Era, en efecto, débil porque la sola idea de matar a su hermana

Podrías poner la frase de al menos otras dos maneras mejores:

"Era, en efecto, débil, porque la sola idea de matar a su hermana..."
"Era débil, en efecto, porque la sola idea de matar a su hermana..."

Personalmente prefiero la segunda opción, tiene más frescura y sencillez.

No he identificado nada más Very Happy

En cuanto al original en sí, me ha gustado muchísimo. No sé si es muy bueno, pero a mí, desde luego, sí me lo parece. Tengo que reconocer que cuando leo escenas de ese tipo (me refiero al acto sexual) una sensación desagradable se me aloja en el estómago y me cuesta seguir leyéndolo. En cambio- y es la primera vez- tengo que decirte que tu forma de narrarlo ha sido tan elegante y sutil que incluso me ha gustado. Otros lo preferirán más explícito, por supuesto, pero a mí me parece que es la dosis perfecta y que encaja muy bien con el resto del texto.

En cuanto al tema del incesto, escasa ayuda puedo darte acerca de un aspecto que está fuera de mi conocimiento. No sé si lo que lleva a los dos hermanos a relacionarse tan íntimamente es psicológicamente correcto y fundamentado, pero creo que se amolda bastante bien y por lo menos a mí me resulta verosímil. Porque por una parte, sospecho que al no haber tenido una familia convencional (porque no la han tenido, ¿no?) sus concepciones de una relación entre familiares son distintas. Y además se tienen únicamente el uno al otro, están solos, y actúan de bálsamo el uno con el otro, para curarse sus heridas. Se necesitan mutuamente y la necesidad refuerza aún más su relación. Así lo veo yo; puedo estar perfectamente equivocada, pero yo lo entendido de ese modo, y de ese modo me ha gustado la historia.

Escribes bien, cada vez mejor. ¿Recuerdas aquella vez en la que te dije que por momentos tus frases parecían flotar en el aire, inacabadas?¿que eran algo secas? Pues creo que tu estilo ha mejorado mucho, y ya no noto eso en tu forma de escribir. Tu lenguaje es refinado, no demasiado pomposo o afectado, pero sí bonito. Las ideas están claras, las emociones bien expresadas.

A mi ver es un trabajo notable, me ha gustado mucho.

Vitani Gren
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Mensaje por Pastelito Dom 22 Mar 2009, 01:36

Sé que te debo otros comentarios, pero desde hacía rato tenía ganas de leer esto con calma para comentarte.

Cuando veo esta historia, la primera duda que me llega a la mente es si estoy ante un oneshot. En fin, ya me dirás.

Resulta, Candy, que cuando pongo atención a tu cuento, en realidad es como si estuviera leyendo dos. Así me pasa. La primera parte me cuesta más entenderla, por alguna razón yo siento que falta un poquito de intensidad. Me explico:

Tu Algua es una muñeca rota. Es una mujer tan lastimada, tan deprimida, tan asqueada de su existencia, que por todos los poros de su piel destila un deseo de muerte. Se supone que es un deseo con una fuerza tan increíble que ni siquiera es necesario pronunciarlo en voz alta para entenderlo. La tristeza, resignación y derrota me parecen bien, pero cuando uno llega al instante en que piensa “quiero morir” debe haber muchos más sentimientos haciendo parte del cóctel. Debe haber mucho dolor espiritual, debe haber una tremenda desvalorización de la vida. “Ya nada me importa”, nada, ni siquiera las personas que ama y la aman.

Pienso que Algua debe necesitar la paz, quiere dejar de sentir la ansiedad, la desesperación, porque está sumamente cansada de su vida sin esperanza. Que le pida ayuda a la única persona que tiene en el mundo, implica mucho más que lo que ya es de por sí obvio. Ella está sacrificando lo más hermoso que le queda, está dañando conscientemente a su persona amada al suplicarle que cometa un asesinato y además, está destrozando sus recuerdos con él porque, ¿quién querría recordar a aquella a quien has arrebatado la vida? (sería demasiado doloroso). Y al buscar que él diga que sí, que la matará, también se cumple otro deseo, el de obtener la estúpida satisfacción de tener una última razón para revolcarse en la miseria, porque solamente así podría tener la certeza de que nadie, ni su querido Thor siquiera, buscaría salvarla de la extinción.

Segura estoy de que mi visión se queda corta ante la forma en que tú imaginas a tu personaje. Pero no lo muestras, Candy. Yo quisiera sentir la desesperanza más intensa, más dolorosa, tanto que den ganas de llorar.

En cuanto a Thor... ¡Dios, qué mal me cayó ese tipo! Una patada en el hígado. Cuando leí por primera vez, me dio la impresión de que Algua lo utiliza y él es el manso mártir que lo soporta todo por ella. En la segunda lectura y luego de eso, no puedo sacarme de la cabeza que en realidad, es él quien tiene sometida a su hermana, quien la tiene hundida en una vida mísera a cambio de un poco de cariño que la “sana” y la “limpia” por parte del buen Thor. Él no quiere matarla, no quiere dejarla ir. La quiere con él pese a todo y ella es tan dependiente que lo aceptará hasta el final.

Por momentos, hasta a mí me parece que sí se preocupa por Algua, como cuando le dice que debe cobijarse o cuando la acaricia distraídamente (para subir la temperatura de su cuerpo), pero luego veo, por tu misma aclaración, que el asunto era que él también tenía frío y una piensa “Ah, por eso se cobijó y le sugirió a Algua que lo hiciera también”. Nunca fue para ir por algo de hielo para las heridas de su hermana, ni fue lo suficientemente suave con ella.

Yo toda la historia estuve con un nudo en el estómago pensando “con cuidado, Algua, muévete con cuidado, tu cuerpo está frágil, las heridas duelen”, pero como Algua estaba triste y desesperada, obviamente no iba a portarse bien con su organismo. En cambio, Thor, que leía sus pensamientos, sentía lo que ella estaba sintiendo y todo eso, pues ni por eso la trataba con mayor consideración. Le cumplía sus caprichos de un coito duro y rápido, a pesar de lo lastimada que estaba, para que ella no se molestara con él. En efecto, es muy débil, un cobarde odioso.

Y luego de eso, vienen más dudas, como por ejemplo, ¿Qué me aporta a la historia el hecho de que Thor sea un "vampíro psiquíco"? Si la historia es más grande que este episodio, tal vez se comprenda dentro de un marco mucho más amplio. Pero en este preciso momento sale sobrando. Bien podría ser un muchacho normalito pero bastante intuitivo o un hermano muy empático. Lo del asunto sobrenatural es algo de lo que no había necesidad, a mi parecer.

Otra duda es la edad de los chicos. Tú dices:

a sus dieciséis años, dos desde que llevaban a cabo el oficio más antiguo en el mundo, no había pudor de ninguna clase entre ambos.

¿Los dos tienen 16? ¿Cuates o algo así? ¿O no es incesto y son "hermanos" porque se conocieron en un orfanato? ¿O solamente uno tiene 16, pero no entendí cuál?

El segundo cuento al que me refiero, comienza con esta frase:

La adolescente recordó que en esa posición había estado con uno de los clientes hace [hacía] unos instantes, mientras el otro estaba a sus espaldas, besándole el cuello con su agrio aliento

Un lemon particular, donde no se contagia la excitación de los personajes. Se transmite mucha desesperación, mucho sentimiento por parte de Algua. Me enchinas la piel cuando trato de imaginar una a una las acciones... Mis felicitaciones, linda.

Y precisamente por esa necesidad mía de buscar en los recónditos significados de cada frase, me veo en algunos problemillas técnicos al tratar de comprender, Candy. Problemas que podríamos discutir más adelante, si quieres, luego de que así me lo indiques y me des la réplica de este comentario. Por favor, si algo ha quedado mal comprendido por mí, corrígeme, que esto es ejercicio de retroalimentación para ambas.

¡Ah! Falta: ¿Que si me gustó o no me gustó? Sí, me gustó, mucho a partir de la segunda mitad. Pero todavía puede perfeccionarse. Es lo que me agradó de tí, tienes buenas bases y haces uso de herramientas que te encauzan a un estilo propio. Las cosas ligeras que escribes son deliciosas. En cuanto a este tipo de textos, más dramáticos y turbios, ya irás logrando cosas cada vez más impecables, yo lo sé. Si el texto tiene alma, el cuerpo se puede ir moldeando con el tiempo, así que vas con ganancia ahora mismo. Un beso.
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Mensaje por Candy002 Dom 22 Mar 2009, 04:30

Respecto a los personajes hablaré, ya que me parece lo más esencial.

Thor y Algua pertenecen a mi serie "Lazos de Oscuridad" y en un futuro planeo hacer una historia con ellos solos, donde se explica su historia más cabalmente. Ambos son huérfanos pero no porque sus padres murieron casualmente. La madre, al tener no uno sino dos vampiros psíquicos en su interior, va perdiendo su energía gradualmente, y al momento del nacimiento, ambos bebés acaban por absorver toda su energía vital y dejándola hecha un vegetal.

El padre, por otro lado, muere en un incendio. En lugar de un orfanato, un vampiro los acoge en una vieja casona abandonada. Durante el día los chicos hacen lo que quieran, durante la noche reciben lecciones de éste vampiro. Él no les da todo el dinero que quieren, así que a la edad de 16 años -que es la misma para los dos, al ser mellizos- empiezan a prostituirse los dos para conseguirlo. Ya desde antes cometían incesto así que no les molestaba. Pero a veces Algua tiene sus arrebatos de melancolía y Thor, a su manera, realmente la ayuda porque la quiere.

Lo que pasa es que ambos son poco expresivos, ya que mostrar las emociones, según el vampiro tutor, es una debilidad que deben evitar. A partir de estas enseñanzas ellos aprenden que deben velar por sí mismos, aguantar sus cruces en silencio o ser avaros con sus sentimientos. El hecho de que Thor siquiera la abrace o que Algua se atreva a llorar significa mucho, en el contexto de que nada humano significa algo.

Además, ellos saben que morir es sólo un segundo, un alivio momentáneo porque volverán a nacer. Cuando piden que la maten, para Algua y Thor es como pedir una droga, un estupefaciente que los ayude a manejar su dolor. Pero Thor no quiere separarse de ella, así que se lo niega.

Asi que no, se podría decir que esto no es un one-shoot porque tiene mucha historia por detrás y delante. Si se quiere, podría llamarsele un retazo de una historia, el hilo de otra más grande.

Y el que Thor sea un vampiro psiquico sí es relevante, por el hecho de que si no lo fuera Thor no podría entender a Algua ni ésta a su hermano. Sus habilidades les permiten conocer los sentimientos ajenos y vivirlos como propios, o bien tomar la energía vital de las personas que escojan -o no, como en el caso de la madre, cuando eran bebés y no podían controlarse- para hacerse más fuertes.

Aquí tengo el texto corregido, con algunos detalles más.

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“Mátame”

Nunca era una palabra, pero en esas circunstancias nunca dejaba de percibirse. Era más bien una mezcolanza de sentimientos que se agitaban en el aire, a la espera de que alguien las percibiera y las interpretara. Un poco de abatimiento, algo de tristeza, un tanto de resignación y el sentimiento de derrota predominaba sobre todos ellos; la aceptación de todo eso. No siempre acababan así, porque ambos entendían que era un simple trabajo; incluso a veces ella disfrutaba la experiencia y no lo necesitaba en lo absoluto, a veces simplemente se aburría enormemente y sólo quería distraerse. En otras todo le resultaba una pesadilla que la dejaba vulnerable a los embates de la realidad en la que vivían, se daba cuenta de que nada tenía sentido y entonces debía buscar a su hermano para encontrar tranquilidad. Así de simple, el asunto no trascendía más allá, cosa que ambos agradecían.

Thor no podía hacer nada mientras dejaba que su hermana reposara la cabeza sobre su hombro. Ella estaba desnuda, y aunque unas sábanas blancas rozaban sus pies, no hacía amago de cubrirse; las lágrimas seguían iluminando sus mejillas pálidas, pese a que su respiración se había normalizado y ya no moqueaba. Su hermano había llegado hace tan sólo cinco minutos y verla había sido suficiente para callarse, sentarse a su lado y aguardar. Sin abrazos de su parte, sin palabras de consuelo, pero sin negarle su hombro ni el silencio.

El dinero ganado por Algua descansaba encerrado en su puño, desde que ella se lo entregara entre sollozos incontrolables. Thor no podía saber lo que había pasado en esa habitación momentos antes, pero una buena pista eran los moretones en los brazos y el vientre de su hermana, la cual permanecía con los ojos abiertos, sin expresión, clavados al frente. No parecía dispuesta a moverse, pero no había prisa; los clientes habían pagado por adelantado toda la noche en ese pequeño motel de mala muerte y podían permitirse permanecer ahí hasta la mañana siguiente. No tenían un hogar al cual volver de todos modos, sólo una vieja casona, aunque Algua sintió que estaba en él cuando notó el apoyo firme de su hermano contra su rostro. Así siempre le era más sencillo calmarse después de realizar el acto con el que pagaban la comida.

Afuera era la madrugada y los grillos hacían sonar sus patas sin pausa. Thor creía que iba a dormirse de un momento a otro, mas el sentimiento convertido en palabra flotaba en el aire y era difícil no ponerle atención, esperando que desapareciera de forma definitiva, como la mosca que no quieres que ande de paseo por el cuarto mientras descansas.

“Mátame”.

Ha perdido su matiz de ruego desde hacía tiempo y ahora se asemejaba a la esperanza de los niños por ver realizado su sueño. Siendo un vampiro psíquico, Thor no puede hacerle oídos sordos ni lo uno ni a lo otro, tal como Algua sabía, así como no desconocía el sentimiento de desazón que se engendraba en él por tales emociones suyas.

—Nunca lo harías, ¿no? —espetó Algua, la voz algo quebrada, tan hueca cual lata abandonada en un basurero.

Su hermano sintió que algo se le retorcía por dentro y su tono fue algo grave, como si esperara desde hace años responder esa pregunta.

—No —dijo y le pareció que se volvía el ser más débil sobre la tierra al reconocerlo, aunque, aparte de enseñarle a notar esas debilidades, sus maestros en la oscuridad le habían enseñado que mentirse era la traición más estúpida.

Era débil, en efecto, porque la sola idea de matar a su hermana, el único ser vivo que estaba a su lado en todo momento, era tan inconcebible como clavarse un cuchillo en su propio pecho. Había tenido pesadillas acerca de eso –él, pegándole un tiro al corazón de su hermana, sólo para mirar abajo y descubrir otra cruel herida en sí mismo- y al despertar le había faltado el aire, el sudor se había vuelto hielo en su cuerpo. Por eso no podía dormir, ni siquiera cabecear, hasta que esa palabra, la fastidiosa mosca, se desvaneciera del aire como suspiros de mártires.

La respuesta pareció devolverle el aliento a Algua, cuya respiración casi sonó la sombra de un suspiro, y deslizó su mano por el colchón revuelto hasta tomar la de su hermano. Daba la impresión de ser una delicada muñeca que no encontraba cómo decir la sempiterna frase “mamá”, aun cuando le apretaras el estómago como dice el comercial. Ella encontró el espacio entre sus dedos, se encajó en ellos como una pieza de rompecabezas y se aferró a la palma, sin importarle no recibir respuesta o un apretón similar, sólo satisfecha de sentir su piel cálida en contraste de la suya helada. Esa mano era lo único que nunca le había faltado, la única certeza que le quedaba luego de estar segura de que había muerto o que no le importaría morir, a pesar de que aún respiraba y su dolor, el profundo abismo en su interior, existía impunemente.

Otro sollozo vino a perturbar la precaria calma a la que había llegado, y esta vez lo sintió intensificarse gracias su dolor de cabeza naciente. Su cuerpo se agitó levemente, como si estuviera mareada, y no pudo evitar un tenue quejido, porque en serio le molestaba la cabeza, además de los golpes, y sabía que no había una cama de plumas a la cual echarse. Nuevas lágrimas se deslizaban por su rostro.

—Tápate o te enfermarás—le dijo Thor en voz baja, tono neutro, y se estiró, privándola de su hombro por el momento, para agarrar una sábana y tironearla hasta cubrir con ella a ambos, porque él también tenía frío.

Algua, quejándose de su jaqueca en suaves llantos, se abrazó a su hermano para acurrucarse con él mientras éste se quitaba los zapatos ayudándose de los talones y la envolvía en sus brazos. Las manos de Thor dieron con la tersa piel pálida, encontrándola helada, y la recorrieron de arriba abajo casi distraídamente mientras ella metía una mano dentro de su camisa para agarrarse a su cintura. Tales movimientos resultaban naturales para ellos, como lo es para la mayoría responder al saludo de un perfecto desconocido; a sus dieciséis años, dos desde que llevaban a cabo el oficio más antiguo en el mundo, no había pudor de ninguna clase entre ambos.

Thor pensó que ya podría dormir tranquilamente, pero vio su equivocación cuando la mano de su hermana no se quedó quieta y, por el contrario, empezó a tirar de sus pantalones hacia abajo. No le sorprendió el acto por lo que se acomodó en la cama hasta quedarse acostado y Algua apoyó la mejilla sobre su pecho, respirando más hondamente para lograr menguar sus dolores corporales. La adolescente recordó que en esa posición había estado con uno de los clientes hace unos instantes, mientras el otro estaba a sus espaldas, besándole el cuello con su agrio aliento, y se apresuró aun más en desvestir a su hermano. Sentía cada zona donde aquel hombre había posado los labios y se estremecía de asco, descubriendo más piel por parte de Thor en movimientos que se tornaban desesperados.

Volvían a su mente el tacto de aquellas palmas ásperas, y era más la sensación del contacto, que de las partes donde la tocaban, lo que la llevaba a jadear al tiempo que empezaba a masturbar a su hermano. Estaba sucia, asquerosa y sólo él podía limpiarla.

En todo ese rato Thor intentaba acariciar lo que estaba a su alcance, buscando inconscientemente, por deseo de Algua, eliminar las manchas de aquellos clientes. Cuando ella le rodeó con sus manos tibias, tirando para frío, arqueó la espalda de tal modo que su coronilla rozó la cabecera. Un frenesí enloquecedor, lejos de compararse al que se relaciona con la pasión, estaba haciendo presa de su hermana y él, por su empatia sobrenatural, lo estaba compartiendo.

“Quítame sus huellas, quítame sus manos de encima” suplicaban las jadeos desaforados de Algua al subírsele encima, su mirada azul, perdida cual niña en laberinto, abrazándose a su cabeza de tal modo que él enterraba el rostro entre su pecho. En ese sitio la sensación era un poco más cálida y el corazón latía como en una loca cabalgata en busca de la vida en medio del túnel más descorazonador.

“Quítamelos, quítamelos”

Dirigía su mano ahí abajo, conduciendo el miembro ya erecto hacia el altar antes profanado. Lloraba y hacía muecas de temor, porque sabía que le iba a doler su propia brusquedad, pero no importaba con tal de que ya no se sintiera sucia. Y dolió, un dolor agudo y veloz que la llevó a más lágrimas y a apretar los dientes; sucia, sucia. Arriba y abajo y ya estaría limpia, arriba y abajo y ya podría sentir algo, podría sentir que todavía estaba viva y era capaz de sentir algo.

Arriba y abajo. Y Thor percibía el aliento en su oído ir y volver, el frenesí convirtiéndose en desesperación a medida que su hermana se movía, lanzando exhalaciones que se convertían en gemidos a medio paso de ser sollozos.

Y luego todo pasó. Ella gimió casi de forma adolorida con la cabeza sobre su hombro, mientras pequeño cosquilleo se producía en sus partes inferiores al deslizarse hacia fuera el miembro ya flácido. Se dejó caer hacia un lado con sus fuerzas agotadas y atrajo un brazo de su hermano para dejarlo bajo el peso de su pecho agitado. Tenía los ojos cerrados y la beatitud inherente a la somnolencia venía a dejar su manto sobre su rostro; parecía que su calmante había funcionado. Thor, deseando dormir, arrancó con la otra mano uno de los extremos de las sábanas que cubrían el colchón, se limpió con ella los restos del semen y tomó la otra olvidada para cubrirlos de nuevo.

Dos años pasaban desde que había pasado a ser la absolución de su hermana, la cachetada que le quitaba su halo de locura y la tranquilizaba lo suficiente para volver al mundo real. Desde que ella se le entregara en aquella bañera con el mismo ruego de purificación patente en todo su ser y él, simplemente, no pudo negarse a ser su consuelo.

Así como tampoco podía matarla, por más que se lo rogara.
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