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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

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selene18_zuster
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Mensaje por selene18_zuster Mar 02 Dic 2008, 02:25

A propósito del tema de la mejora de las críticas, he querido hacer un aporte humilde para que sirva de ayuda a quien esté interesado. Aprecio también cualquier feedback que quieran aportar Smile

De falacias lógicas a la crítica constructiva


“Tiene derecho a criticar, quien tiene un corazón dispuesto a ayudar.”
(Abraham Lincoln)

La crítica es algo tan antiguo como la humanidad misma. Ha estado presente desde tiempos inmemoriales, sobretodo entre aquellos versados en las artes y la literatura -que son sus campos principales- que iban de un lugar a otro evaluando las grandes obras de los artistas.

La definición de crítica, según el diccionario de la RAE (Real Academia Española) reza de la siguiente manera:

Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc (…) Conjunto de los juicios públicos sobre una obra, un concierto, un espectáculo, etc.

Ahora bien, existen dos tipos básicos de crítica: constructiva y destructiva.

La crítica constructiva es aquella que busca la mejoría del trabajo en todos los aspectos, señalando los fallos con tacto y objetividad, dando sugerencias de cómo mejorarlos o corregirlos; así mismo, también señala los aciertos y de ser posible, como destacarlos. Generalmente la crítica constructiva verdadera es bien recibida por un gran número de artistas debido a que se sienten realmente motivados a mejorar cuando se señalan sus fallos y aciertos por igual. La sensación de justicia e imparcialidad por parte del que provee la crítica es lo que favorece que dicho comentario sea bien recibido, e incluso invita al sano intercambio de ideas entre el artista y el que critica constructivamente.

En cambio, la crítica destructiva tiene como fin “destruir” una obra al señalar única y exclusivamente los fallos de la misma. Es importante resaltar que no todas las críticas que señalen fallos son constructivas, porque el sólo hecho de señalar los errores de una forma continua (y muchas veces sin tacto) a veces puede tener un efecto desmoralizante para el artista, y por ende, pierde toda su cualidad constructiva.

A veces las críticas destructivas vienen teñidas de sarcasmo, ironía o en el peor de los casos, ofensas claras y/o tácitas, dirigidas ya sea a la obra, al autor o a ambos, con el sólo fin de desmoralizar y destruir, cosas que las hace a menudo imposibles de digerir, porque después de todo, el que crea la obra también es un ser humano. A menudo la crítica destructiva se hará por el simple placer de destruir y regodearse en un “disfraz” psicológico de “sabelotodo” en la materia, o impulsados por un prejuicio de alguna índole, dependiendo de lo que verse la obra en cuestión.

Por ejemplo, el argumento de que “el sexo debe ser tratado de una forma romántica y no explícita” suele ser la excusa perfecta para que alguien con prejuicios pueda destruir a gusto una obra que tenga contenido sexual explícito, y lo mismo puede pasar a la inversa: alguien que guste de la pornografía o en su defecto, aborrezca el romanticismo puede destruir una obra romántica y apasionada apelando a la cursilería, florituras y/o carencia de escenas sexuales explícitas. Ambos casos son prejuicios por parte del que critica, y por ende, hace que su evaluación sea subjetiva y propensa a ser cuestionada o de plano rechazada tajantemente por parte del artista.

Seamos realistas: no todos los artistas recibirán con agrado una lista de fallos si entre ellos (o encabezándolos, lo mismo da) perciben algún prejuicio subjetivo por parte del que comenta. Por lo tanto, el artista tendrá pie para cuestionar la crítica e incluso desestimarla si lo considera pertinente o no lo convence.

Es decir, si luego de reprocharle por una mera cuestión de gustos se les arroja en cara los fallos es muy probable que el artista se le quede viendo mientras piensa “y todo porque no le gusta el tema que abarco”, lo que sería una lástima porque quizás haya verdad en los fallos que se señalan, pero a causa del juicio subjetivo, esa “verdad” queda eclipsada o seriamente opacada… y la mayor parte de la culpa termina cayendo justamente sobre quien comenta por no saber hacerlo.

En otras palabras, el listar defectos a partir de un prejuicio o un gusto subjetivo conlleva el riesgo de que la crítica sea cuestionada e invalidada, o peor, que caiga en términos más graves como lo es la “censura” o el comentario hecho con mala intención, que son los “sacos” en los que caen la mayoría de las críticas, y las razones principales por las cuales son mal vistas y rechazadas.

Ahora, siguiendo el ejemplo planteado anteriormente, si en vez de destruir a raíz de un prejuicio o cuestiones subjetivas, se apela a elementos más objetivos, como narración, vocabulario (en caso de historias) o técnica, proporciones y/o uso de colores (en caso de dibujos) el comentario podría ser mejor recibido, especialmente si viene acompañado de sugerencias para mejorar estos fallos, porque nuestra tendencia como seres humanos frente a los problemas es buscar o preguntar por una solución o algo que ayude a resolverlo. Así mismo, el comentario podría ser aún más productivo (por no mencionar energizante) si a la par se señalan los aciertos y como destacarlos. De este modo, la crítica será verdaderamente objetiva, señalando lo bueno y lo malo de una obra en particular, y por ende, mejor recibida.

La crítica y el pensamiento lógico


El pensamiento lógico y la crítica son elementos que están íntimamente relacionados… ¿por qué? Porque evidentemente uno necesita del otro para poder “existir” por así decirlo. La crítica, que es un juicio hacia un trabajo en particular, requiere de la lógica para poder sustentar sus argumentos y así no sonar como una mera incoherencia o un galimatías. Sin embargo, muchos críticos al parecer desconocen, o no saben valorar la unión que tienen estos dos elementos, y las consecuencias se reflejan en sus comentarios que muchas veces incurren en lo que llamamos “falacias” (del latín “fallatia”, que significa engaño) o “sofismas” (término que emplearon los griegos para referirse a los argumentos engañosos) que tienen como fin engañar, distraer o descalificar al adversario, que en este caso viene siendo el artista y su trabajo.

Según Ricardo García Damborenea, autor del Diccionario de Falacias, existen cuatro errores básicos en los que incurren la mayoría de las falacias: abandono de la racionalidad, elusión de la cuestión en litigio, el no respaldar lo que se afirma, y los olvidos y confusiones. Vamos a ir tratándolos uno a uno:

A- Abandono de la racionalidad:

Ocurre de varias maneras, pero las más comunes es la negativa a escuchar argumentos que puedan rebatir uno que consideramos irrefutable, como suele sucede en el caso de las falacias ad verecundiam o ad baculum. También suele acontecer cuando se disfraza la realidad con técnicas de distorsión como la falacia de “preguntas múltiples” o del “muñeco de paja”, usada con frecuencia para distorsionar las ideas del oponente. Así mismo, también puede darse cuando en vez de ofrecer argumentos válidos nos escudamos en un “ataque ad hominem” o en la falacia de “pistas falsas” para distraer la atención de nuestro interlocutor hacia otros asuntos que no sean el “quid” de la discusión.

B- No discutir la cuestión en litigio:

Como todos sabemos, toda discusión tiene un verdadero leitmotiv que es lo que da origen a la misma, pero cuando se abandona ese verdadero “motivo”, la discusión suele desviarse en derroteros extraños y a menudo absurdos que dan origen a debates más prolongados e imprecisos. Es entonces cuando diversas falacias como la “elusión de la cuestión”, “ataque personal”, “casuística”, “pista falsa” y las apelaciones emocionales del “sofisma patético” toman lugar.

C- No respaldar lo que se afirma:

La persona que afirma tiene dos obligaciones: no eludir la carga de la prueba y aportar razones suficientes. Cuando no se aportan razones que sostengan un argumento determinado, se incurren en falacias del tipo non sequitur, “afirmación gratuita” o “petición de principio”. Cuando se “traslada” la carga de la prueba a la persona que niega nuestra afirmación solemos incurrir en la falacia de “ad ignorantiam”.

D- Olvidos y confusiones:

Aquí incurren la gran mayoría de los errores “lógicos” propiamente dichos originados a partir del olvido de alternativas o la mezcla de conceptos. Es importante señalar que el “olvido” de alternativas suele dar origen a generalizaciones y disyunciones, pero cuando empleamos erróneamente ciertos conceptos básicos como esencia y accidente, regla y excepción, todo y parte, absoluto y relativo, continuo y cambio, se caen en falacias como las de secundum quid, accidente, continuum y composición, entre muchas otras.

Naturalmente, a la hora de rebatir una crítica no se recurrirán a descripciones técnicas de cada una de las falacias que presentaremos a continuación, sino más bien se recomienda que se señalen los fallos en los argumentos empleando un vocabulario que la audiencia pueda comprender, así como ejemplos que los justifiquen. De la misma forma, hay que tener en cuenta que un argumento puede encerrar diversas falacias, pero resulta mejor señalar la más evidente de todas.

(Continúa en el próximo post)


Última edición por selene18_zuster el Vie 05 Dic 2008, 22:45, editado 6 veces

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por selene18_zuster Mar 02 Dic 2008, 02:27

Tipología de falacias


Puesto que las falacias son muchísimas, sólo definiremos aquellas que conciernen al tema planteado en este ensayo. Sin embargo, si desean leer más sobre el tema, pueden consultar el Diccionario de Falacias, por Ricardo García Damborenea.

Estos conceptos son más que todo para instruir al lector sobre cada falacia en cuestión y así poder entender mejor lo que se planteará en los mitos sobre la crítica, que es nuestra próxima sección en este ensayo, y que además constituyen los ejemplos en “práctica” de cada tipo de falacia que citaremos a continuación:

A- Falacia del EMBUDO: Consiste en rechazar la aplicación de una regla apelando a excepciones infundadas. Se utiliza con frecuencia como una pura ley del embudo, para cimentar la excepción o alegar privilegios cuando se trata de aplicar una regla que nadie discute. La falacia consiste en apelar a una excepción no justificada.

La mejor forma de atacar esta falacia, y la primera que nos viene a la cabeza, consiste en reprochar al oponente por utilizar una doble vara de medir, una doble moral, o, en general, ser contradictorio. A nadie le agrada una acusación en estos términos. Si, pese a esto, nuestro interlocutor no se siente movido a justificar la excepción que reclama, exigiremos las razones por las que debe recibir un trato diferente del que reciben los demás, o por las que no deba ser aplicada la regla general en su caso. Por supuesto que no le faltarán razones. Lo que importa es si las que aporte justifican su posición.

B- Falacia de las PREGUNTAS MÚLTIPLES: Consiste en confundir varias preguntas en una. Su objeto es inducir al adversario a contestar globalmente con un sí o un no a sabiendas de que la respuesta no es posible sin distinguir cada una de las preguntas y proceder por partes. Si uno contesta distraídamente, con un sí o un no, como si se tratara de una sola pregunta, corre el riesgo de equivocar la respuesta.

C- Falacia del SECUNDUM QUID (mal uso de una generalización): Se comete al aplicar rígidamente una regla como si no existieran excepciones. Olvida este sofisma que, en determinado caso particular, puede darse alguna circunstancia especial que haga la regla inaplicable o aconseje no aplicarla. Estima como afirmaciones absolutas (en las que no caben excepciones) las reglas generales, y considera que admitir la existencia de una excepción quiebra la regla. Confunde lo absoluto con lo relativo.

Las reglas absolutas valen para todos y para cada uno de los individuos. Las reglas generales valen para todos pero no ponen la mano en el fuego sobre lo que pueda ocurrir con los casos individuales, porque no saben cuándo tropezarán con las excepciones.

En resumen, la falacia del secundum quid o del mal uso de una generalización, consiste en olvidar que una regla general puede no ser aplicable en situaciones atípicas o excepcionales. Como es sabido, las malas generalizaciones exageran, enfatizan, los casos atípicos (no representativos), con los cuales pretenden erigir reglas válidas. En la falacia del secundum quid ocurre lo contrario: se menosprecian los casos atípicos.

D- Falacia de ELUSIÓN DE PRUEBAS: Consiste en no aportar razones que fundamenten la conclusión o en pretender que las aporte el oponente. Expresión máxima de esta falacia es la sordera mental de quien se niega a razonar. La expresión carga de la prueba procede del campo jurídico y se expresa en el brocardo: Probat qui dicit non qui negat o, como dicen en las películas: Quien sostiene algo debe probarlo más allá de toda duda razonable.

Algunas falacias asociadas a la “elusión de pruebas” son:

d.1- Falacia AD BACULUM (apelación al miedo): La expresión ad baculum significa al bastón y se refiere al intento de apelar a la fuerza, en lugar de dar razones, para establecer una verdad o inducir una conducta. La denominación es irónica, puesto que no existe tal argumento: se reemplaza la razón por el miedo. Su empleo exige dos requisitos: disfrutar de algún poder y carecer de argumentos. Representa, con el insulto, la expresión extrema de la renuncia al uso de cualquier razonamiento.

Generalmente las amenazas no se expresan literalmente. Son más eficaces cuanto más veladas. Basta con evocar la posibilidad de que se produzcan consecuencias desagradables para quien no se deja convencer. A veces se insinúan las amenazas tan sutilmente que, llegado el caso, puedan negarse con toda energía, alegando que uno ha sido malinterpretado o, más frecuentemente, que no se trata de una amenaza sino de una mera información que pretende ser útil al destinatario y ayudarle a ponderar sus propias decisiones. No cabe ninguna duda de que está a punto de surgir una falacia ad baculum cuando alguien, utilizando la excusatio non petita, advierte que no pretende forzar a su interlocutor.

d.2- Falacia AD HOMINEM (hacia la persona): Se llama así todo mal argumento que, en lugar de refutar las afirmaciones de un adversario, intenta descalificarlo personalmente. Consiste, por ejemplo, en negar la razón a una persona alegando que es fea. Al describir a un oponente como estúpido, poco fiable, lleno de contradicciones o de prejuicios, se pretende que guarde silencio o, por lo menos, que pierda su credibilidad. Estamos ante un ataque dirigido hacia el hombre, no hacia sus razonamientos. Podemos distinguir dos variedades: el ataque directo y el indirecto.

d.2.1- Directo: Va derecho al bulto y suele ser insultante. Pone en duda la inteligencia, el carácter, la condición, o la buena fe del oponente.

d.2.2- Indirecto o circunstancial: El ataque indirecto no se dirige abiertamente contra la persona sino contra las circunstancias en que se mueve: sus vínculos, sus relaciones, sus intereses, en una palabra, todo aquello que pueda poner de manifiesto los motivos que le empujan a sostener su punto de vista.

Como acabamos de ver, tanto en el ataque ad hominem directo como en el indirecto, se dejan a un lado los razonamientos para provocar una actitud de rechazo hacia el oponente y, en consecuencia, hacia sus palabras. Esta transferencia de la afirmación hecha por una persona a la persona misma resulta ser extremadamente atractiva para el público, de ahí el “éxito” de estas falacias. Nos inclinamos a contemplar un debate como si fuera una competición. No se trata de saber quién tiene razón, sino quién gana, es decir, quién zurra con más contundencia. Si una de las partes sabe alinearse con los sentimientos de la mayoría y caracterizar a la oposición como un enemigo común, su ventaja es indudable.

d.3- Falacia AD VERECUNDIAM (apelación al respeto o a la vergüenza): Falacia en la que, para intimidar al adversario, se apela a una autoridad que no está bien visto discutir. En esta falacia se produce un engaño con tintes dogmáticos que cierra el paso a cualquier crítica del argumento y acaba con la discusión. Podríamos llamarla falacia de la “autoridad reverenda”, entendiendo por tal la que parece digna de respeto y veneración, esto es, casi infalible y, a todas luces, indiscutible.

Es obvio que esta falacia juega con las emociones del contrincante. Explota la timidez ante los grandes nombres y tapa la boca por respetos humanos, por temor a las conveniencias sociales, por no parecer desleal a lo que debiera ser reverenciado, en una palabra: por vergüenza. El argumentador falaz explota la confusión entre dos tipos de autoridad. Está por un lado la del que más sabe (cognitiva), que admite un examen crítico, nos autoriza a comprobar su fiabilidad, y se muestra abierta al debate.

Pero está, por otro lado, la autoridad del que más manda (normativa), como pueda ser la de los dioses, los maestros o los padres, todos los cuales están en condiciones de pronunciar la última palabra en los asuntos bajo su control sin necesidad de justificarla. La falacia ad verecundiam apela a una autoridad que se supone cognitiva, esto es, que deriva su peso argumental de la razón, pero que se comporta como puramente autoritaria y no deja otra opción que obedecer el mandato, seguir el camino indicado, tomar la opinión recibida como obligatoria e indiscutible. No se trata simplemente de una falsa autoridad que oculta sus deficiencias. Estamos ante una autoridad que no admite examen y considera insolente la réplica.

En suma: la falacia ad verecundiam (al respeto o a la vergüenza), en lugar de ofrecer razones, presenta autoridades elegidas a la medida de los temores o respetos del adversario. Apela, pues, a la vergüenza que produce rechazar a una autoridad que se supone indiscutible.

d.4- Falacia de AUTORIDAD: Consiste en apelar a una autoridad que carece de valor por no ser concreta, competente, imparcial, o estar tergiversada. Las características de esta falacia son dos: el empleo de una falsa autoridad y el afán de engañar. La diferencia se aprecia en cuanto solicitamos información acerca de ella. Si el argumento es débil se nos confesará que no se dispone de tal información. Si el argumento es falaz, las preguntas quedarán sin respuesta, como si no hubieran sido oídas o, más comúnmente, serán contestadas con evasivas.

En resumen, estamos ante un engaño que pretende ocultar la debilidad del argumento. Podemos defendernos reclamando la información que se nos niega, porque en este sofisma, a diferencia de lo que ocurre en la falacia ad verecundiam, nadie nos coacciona. El argumentador falaz intenta explotar nuestra ignorancia o nuestro conformismo, pero no es obligado que lo consiga, puesto que nada nos prohíbe desnudar la indigencia de sus aseveraciones.

Por el contrario, cuando se pretende cerrar el paso a cualquier crítica mediante expresiones como: necesariamente, ciertamente, indiscutiblemente, sin duda, obviamente, como saben hasta los niños, etc, todas las cuales insinúan lo inadecuado, estúpido o insolente que pudiera parecer cualquier duda sobre el argumento, estamos ante un engaño de tinte dogmático al que llamamos falacia ad verecundiam.

Las falacias de autoridad se alinean entre las artimañas que sirven para eludir la carga de la prueba, es decir, la obligación de aportar datos que sostengan nuestras afirmaciones. Conviene no olvidar que una autoridad parcial puede tener razón. Esto es lo más importante. Si rechazamos su razón pretextando su parcialidad, incurrimos en una falacia ad hominem.

d.5- Falacia AD IGNORANTIAM (apelación a la ignorancia): Llamó Locke argumento ad ignorantiam al que se apoya en la incapacidad de responder por parte del adversario. El proponente estima que su afirmación es admisible -aunque no la pruebe- si nadie puede encontrar un argumento que la refute. Como nadie puede probar lo contrario, decimos que esta falacia se ampara en la ignorancia o presunta ignorancia del interlocutor.

Nos encontramos en esta falacia ante las situaciones más flagrantes de inversión de la carga de la prueba, esa maniobra que traslada al oponente la responsabilidad de probar la falsedad de lo que uno afirma. En lugar de aportar argumentos, busca un apoyo falaz en el desconocimiento ajeno o en la imposibilidad de probar lo contrario. Lo que de verdad se ignora en la falacia ad ignorantiam es el principio que dice: Probat qui dicit, non qui negat. Incumbe la prueba al que afirma, no al que niega.

La mejor manera de combatir la falacia ad ignorantiam consiste en exigir que se atienda la carga de la prueba, es decir, que quien sostiene algo o acusa a otra persona, pruebe sus afirmaciones. Cualquier otro camino nos deja en manos del argumentador falaz. El acusado que, en lugar de exigir pruebas, intenta demostrar su inocencia, acentúa las sospechas.

E- Falacia del MUÑECO DE PAJA: Consiste en deformar las tesis del contrincante para debilitar su posición y poder atacarla con ventaja. Se diferencia de la falacia ad hominem en que ésta elude las razones para concentrarse en el ataque a la persona. La falacia del muñeco de paja, ataca una tesis, pero antes la altera. Para ello, disfraza las posiciones del contrincante con el ropaje que mejor convenga, que suele ser el que recoge los aspectos más débiles o menos populares. Rara vez se deforman los hechos, pues resultan demasiado evidentes para admitir simplificaciones. Lo normal es cebarse en opiniones o en propósitos que siempre son más interpretables o se pueden inventar.

Existen dos técnicas para atacar una opinión que no sea realmente la del contrario: atribuirle una postura ficticia y deformar su punto de vista real. La primera se inventa un adversario que no existe; la segunda lo modifica sólo en parte.

e.1- Atribuirle una postura ficticia: Nos inventamos al adversario. Forjamos un oponente imaginario. Le atribuimos afirmaciones que no tengan nada que ver con lo que ha dicho o podría haber dicho. Se trata de caricaturizar su posición para atacarla más fácilmente. Se trata de vestir bien el muñeco para que asuste y poder golpearlo hasta que calle.

e.2- Deformar su punto de vista real: En esta técnica no es preciso inventarse la posición del contrario. Basta con deformarla. Se puede mentir de diversas maneras y casi siempre se utilizan combinadas: por omisión, por adición, por deformación.

Un procedimiento para exagerar un mensaje es radicalizarlo: donde uno afirma algo como probable, el adversario lo entiende como seguro; si era verosímil se convierte en indudable. Otro procedimiento es la generalización: donde dice algunos se traduce todos, y si se habla de algunas veces, se lee siempre. Todo esto contribuye a facilitar el ataque.

Se trata de una vulgar manipulación sin otro objeto que impresionar a ingenuos con grandes tragaderas que no están en condiciones de comprobar las cosas.

En una palabra, no es difícil arruinar la posición adversaria. Basta con citar frases fuera de contexto, descubrir significaciones ocultas donde no las hay y exagerar cosas que no correspondan a nada real. Después de esto no es preciso estoquear al toro. Bastará con apuntillarlo. Ni siquiera necesitará el argumentador falaz mancharse (más) las manos: el público se encargará de la faena.

Lo mejor que podemos hacer para protegernos de esta insidia es comparar meticulosamente nuestro punto de vista original con la versión que pretendan endosarnos: Critica usted una realidad que no existe. No hay otro camino para desautorizar a un adversario de mala fe. Puede ocurrir que no dispongamos del documento original (una grabación de radio, un recorte de prensa), en cuyo caso debemos exigir que quien acusa lo aporte sin eludir la carga de la prueba.

(Continúa en el próximo post)

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por selene18_zuster Mar 02 Dic 2008, 02:31

Mitos ad nauseam sobre la crítica


*Ad nauseam: Que se ha repetido hasta el cansancio.

Existen muchos mitos que rodean la crítica así como a aquellos que la ejercen, ya sea como profesión o como medio de evaluar las obras que observe en sus círculos de trabajo. Estos mitos que se han regado y han prevalecido gracias a la misma humanidad generalmente suelen caer en una o varias de las falacias que nombramos anteriormente.

1- “Soy un profesional en la materia, por ende, te critico como me dé la gana” (falacia de autoridad):

Es un error en el que comúnmente caen ciertos artistas que por gozar de cierta reputación sobre la buena calidad de sus trabajos, piensan que pueden dirigirse con modales chocantes, arrogantes o abiertamente insultantes a los que consideran “inferiores” a ellos.

¿Por qué se considera este mito como falacia de autoridad? Porque los artistas se “revisten” de eminencias al saberse profesionales en la materia para imponer abusivamente sus observaciones que, producto de su sobreestimación y abuso de poder, no suelen medir ni pensar. Así mismo, como se sabe “muy experto”, tiene la creencia de que si el artista criticado cuestiona o rechaza abiertamente sus observaciones, queda como un insolente al atreverse a desafiar a una “autoridad”, lo cual se convierte en un abuso contra alguien que ejerce la misma profesión que ellos.

Otro rasgo que suelen caracterizarlos es que desprecian olímpicamente las consecuencias y efectos de sus palabras (no les importa si lo desmoralizan o si hieren sus sentimientos) porque envueltos en sus aires de autoridad piensan que están diciendo una verdad absoluta y que como tal, el criticado debe tragársela sin protestar, so pretexto de que quede como un insolente que no sabe aceptar críticas y que por ende no progresará jamás en su ramo.

¿Cuál es la verdad en todo esto?

Si bien es cierto que los artistas cuyos méritos son perfectamente tangibles y comprobables constituyen las figuras más aptas para la crítica (por experiencia y técnica en el ramo), no tienen (ni tendrán) derecho alguno a dirigirse a los menos experimentados con malos modales o con chocancias ya sean disimuladas o directas. Precisamente su misma experiencia y conocimiento les adjudica la responsabilidad de decir las cosas sin lastimar y basándose en juicios imparciales, objetivos y claros en sus críticas.

Si tienen autoridad para criticar, también deben tener la suficiente madurez para saber dirigirse a otros artistas con menos habilidades, especialmente si tienen en cuenta que una vez ellos mismos estuvieron en esa etapa, y que probablemente alguno con más técnica los criticó con dureza o simplemente aplastó sus trabajos sin dar una razón válida y objetiva.

Los artistas deben ser lo suficientemente conscientes para entender que si criticaron altisonantemente, deben atenerse a las consecuencias de sus actos, y más aún, tener suficiente madurez para rectificar su comentario y admitir que no tenían por qué dirigirse de mala manera al otro artista, que al fin y al cabo, es tan digno de respeto como lo son ellos.

La sencillez y sensibilidad (que no debe confundirse con el uso de lenguaje cursi o rebuscado) así como la humildad son cualidades altamente apreciadas en un artista, y son las que implícitamente le acreditan una verdadera figura de autoridad a los ojos de sus colegas. Se confía más en el juicio que viene de una persona sencilla que evalúa de una forma objetiva, respetuosa y siempre alentadora.

La técnica, por muy buena que sea, jamás podrá justificar la falta de respeto, de empatía y la inmadurez a la hora de evaluar el trabajo de otro artista; es algo que le sucede a la gran mayoría a largo plazo: son reconocidos como “excelentes artistas, pero… con nula humanidad”. O peor aún, llega el momento en que sus críticas adquieren tan, pero tan mala fama que éstas comienzan a “desvirtuar” sus trabajos y eventualmente (aunque no siempre) pierden gran parte de su credibilidad.

2- Ley de Ebert: “todos podemos criticar así no seamos profesionales” (Falacia AD VERECUNDIAM)

Otro mito conocido entre críticos es la recurrencia a la famosa “ley de Ebert” cuando el artista criticado les cuestiona sus méritos o les reta a hacer algo mejor que su trabajo, y hace alusión a la persona de Roger Ebert, un famoso crítico cinematográfico. Hablemos brevemente sobre él para poder entender de dónde viene la “reverencia” que sienten muchos hacia su “ley”:

Rogert Ebert es un famoso crítico cinematográfico nacido el 18 de junio de 1942 en Illinois, Estados Unidos. Fue el primer ganador de un premio Pulitzer por hacer una crítica de cine (1975), y fue autor de varios libros como “A kiss is still a kiss” (1984) y de algunos guiones para películas, particularmente de la película de culto “Beyond the valley of dolls” (1970) de Russ Meyer.

Como podemos apreciar en la pequeña biografía, nos damos cuenta que Roger Ebert posee altos galardones, así como el privilegio de haber sido el primer ganador de un premio Pulitzer por una crítica de cine. Por ende, no es de sorprenderse que constituya una figura de autoridad especialmente entre aquellos cuyo oficio es la crítica:

He aquí la famosa ley:

“Cuando le dices a alguien que haga algo por su cuenta antes de criticar tus esfuerzos, has violado la Ley de Ebert y perdido la discusión. Roger Ebert no es un cineasta, pero sabe lo que le gusta y lo que no, y tiene todo el derecho de decirlo, de la misma forma que la gente no necesita ser chefs para reconocer un buen restaurante o músicos para apreciar una sinfonía.Ejemplo:

Persona 1: ¡Tu historia es una basura!
Persona 2: Apuesto a que tú no la harías mejor.

La persona 2 ha violado la ley de Ebert.”

No es de sorprenderse entonces cuantos críticos falaces intentarán meter una crítica abusiva y en cuanto les digan que lo hagan mejor, se escudarán bajo esta ley para así cerrar la discusión rápidamente. La falacia en este mito consiste en presentar un argumento que, al estar relacionado con una figura de autoridad (Roger Ebert), nadie se atreve a rebatir, y el que lo haga o es un insolente o simplemente es ridiculizado, lo que sucede con la conocida falacia ad verecundiam (al respeto o la vergüenza). Aunque no tenemos nada contra la persona de Roger Ebert ni sus ideologías o maneras de pensar, él no será nuestro punto a tratar, sino en el ABUSO a diestra y siniestra que constituye esta “ley”, especialmente cuando se emplea como excusa para justificar críticas destructivas y ofensivas y no aportar argumentos válidos.

Contemplándola desde un punto de vista neutral, la ley de Ebert es relativa más no absoluta. Aunque se entiende y se respeta que todos tengan derecho a decir qué les gusta y que no sin ser eruditos en la materia (hasta aquí tendría validez) hay que tener en mente que no por ello se puede abusar y emplear dicha ley como salvoconducto para ofender o denigrar a los artistas de una forma soez y abusiva.

El crítico falaz que ha emitido un comentario ofensivo empleará esta ley cuando se vea cara a cara con la respuesta “intenta hacerlo mejor” o “haz tus propios trabajos” por parte del artista. Como esta ley ampara principalmente a la gente que critica sin saber de la materia o no ejercer el oficio, es el mejor argumento del crítico falaz para no molestarse en justificar sus observaciones y en cambio, tener la discusión cerrada de una manera rápida.

Ahora bien, la gente que critica sabiendo o no de la materia, lógicamente evitará cualquier género o temática que le disguste y verá solo aquellos que le plazcan, y es aquí cuando la ley de Ebert tiene validez, ya que está en su derecho de expresar si algo le gustó o no, siempre que lo haga de una forma que no ofenda al artista, con argumentos sólidos, sin reproches indirectos o directos, ni le dé a entender que pretende destruir deliberadamente su trabajo por razones subjetivas y prejuicios ni que le obligue a “tomar” en cuenta su opinión. En este caso en particular, la ley de Ebert es perfectamente aplicable para rechazar o cerrar el puente ante cualquier respuesta dada de mala fe por parte del artista.

Sin embargo, la ley de Ebert pasa a ser completamente falaz cuando el crítico tras ofender deliberadamente en el proceso de expresar su opinión la emplea para protegerse de la clásica respuesta de “hazlo mejor entonces” y similares. En este caso, la famosa “ley” pasa a ser una falacia ad verecundiam, porque el que la usa simplemente está gritando a los cuatro vientos “no tengo argumentos que me respalden, por eso recurro a una ‘ley’ asociada a la imagen “autoritaria” de Roger Ebert para cerrar la discusión”.

En efecto, muchas veces el crítico falaz no tiene como justificar de una forma válida el por qué piensa que un trabajo es bueno o no (especialmente cuando no es alguien experimentado en la materia), y respuestas del tipo “hazlo mejor”, “haz tus propias obras” y otras similares lo abruman porque lo desmoralizan: al conminarle a que “haga sus propios trabajos” lo rebaja completamente, y el golpe puede sentar bastante mal especialmente a quienes no tengan algún don artístico desarrollado. En consecuencia, al crítico falaz le resulta muy fácil y tentador usar una dizque “ley” para callar a todo aquel que le diga que haga sus propias obras antes de criticar el esfuerzo ajeno y así poder destruir cualquier trabajo a su antojo sin molestarse siquiera en justificar por qué.

No obstante cuando se trata de contrarrestar una respuesta de mala fe por parte del artista, la ley de Ebert -cuyo nombre debería ser más bien “el derecho a opinar”-, es perfectamente válida, pues el lector está simplemente reclamando su derecho a expresarse y a exigir respeto independientemente de su comentario.

3- “Si se critica la obra, se critica al autor” (Falacia AD HOMINEM/muñeco de paja):

Este ha sido uno de los mitos más abusados y re-contra abusados en el mundo de la crítica, especialmente por aquellos cuyo placer es destruir sin aportar jamás un comentario realmente productivo y provechoso para el artista.

¿Por qué se considera una falacia ad hominem o de muñeco de paja? Por el hecho de que al criticar tanto al artista como su obra es muy fácil atacar su persona. Cuando el crítico falaz es incapaz de separar la obra del artista, con un noventa por ciento de seguridad la mitad de sus comentarios tendrán como fin desacreditar y ofender al artista sin proveer bases sólidas para justificar sus observaciones.

Este tipo de ataques se suscitan especialmente cuando el artista maneja temáticas que generalmente no son del agrado común o son temas tabú, dependiendo de la sociedad en la que viva. Por ejemplo, aquel que toque el tema de la homosexualidad en sus obras frecuentemente recibirá comentarios ad hominem por parte de gente homofóbica, que pueden ser muy variados, pero todos con un mínimo común denominador: son insultantes.

Si se trata de una ideología a la que muchos se oponen, más de uno en su crítica recurrirá a la falacia del “muñeco de paja” e intentará distorsionar la idea recogiendo los argumentos más débiles, así como atribuyéndole al artista “cualidades falsas” o tergiversando sus palabras, y así ir “vistiendo” a su conveniencia para poder derribar al “oponente” con facilidad. Algunos lo harán sin términos ofensivos o demasiado “delatores”, pero otros no se molestarán tanto en disimularlo, combinando así falacias ad hominem con las del muñeco de paja dentro de un comentario que luego enviarán al criticado.

Atención, si quien me está leyendo ha estado empleando este modus operandis para criticar, le sugiero que se detenga inmediatamente, porque es totalmente FALSO eso de que si se critica la obra se critica también al artista. NO, NO y simplemente NO. Por muy mala que sea la obra, no tiene ni tendrá derecho alguno para meterse con el artista ni a juzgarlo, porque él es tan digno de respeto como la persona que comenta. El artista NO es un payaso de circo del que se puede reír y burlar a placer.

El artista es un ser HUMANO, y como tal, merece RESPETO: el sólo hecho de que toque una temática o abrace una idea o tesis que no es del gusto de quien comenta no hace al artista acreedor de insultos, burlas o juicios de ningún calibre.

Si se va a criticar la obra, perfecto, pero siempre, siempre eviten “tocar” al artista, porque de lo contrario, tendrá todo el derecho de responder como le plazca y sin modales, (dependiendo de su humor y tolerancia del momento) y cualquier queja será completamente invalidada y desestimada. Este es el precio a pagar por no criticar como es debido.

(Continúa en el próximo post)

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por selene18_zuster Mar 02 Dic 2008, 02:33

4- “Ninguna crítica debe ser cuestionada ni rechazada” (Falacia de SECUNDUM QUID)

Aquí nos estamos enfrentando con una situación un poco diferente a las anteriores; se trata de un mito muy difundido tanto entre críticos como artistas, y que puede ser una de las causas del abuso de poder por parte del que critica:
“Ninguna crítica debe ser cuestionada ni rechazada”

Suena como un mandamiento extraído de la Biblia ¿no? este argumento plantea con toda arbitrariedad que NINGUNA crítica debe ser rechazada ni cuestionada, y a juzgar por la estructura gramatical, da a entender que no hay excepciones. Entonces viene la pregunta ¿eso incluye también las críticas insultantes, denigrantes, poco objetivas u ofensivas? Porque de ser así, estamos ante una falacia del tipo “secundum quid” que es el mal uso de una regla general, a sabiendas que las reglas casi siempre tendrán excepciones, y más aún, los casos individuales jamás podrán ser englobados dentro de un mínimo común denominador. En el caso de las falacias de este tipo, el argumentador falaz tomará una regla general y la aplicará de tal forma que no admitirá excepciones de ningún tipo.

Veamos las excepciones a la regla de “ninguna crítica debe ser cuestionada ni rechazada”:

a- Se está expuesto a recibir críticas pero no es obligatorio aceptarlas: El mero hecho de exponer un trabajo y por ello recibir críticas de toda índole no le impone al artista bajo ningún concepto la obligación de aceptarlas como si fuesen la verdad absoluta; está en todo su derecho de rechazar o cuestionar las críticas que reciba, especialmente cuando trabaja por “amor al arte” y no por un fin monetario, en cuyo caso la crítica si tendría mayor relevancia para mejorar un producto que se vende.

b- El artista no tiene que aceptar críticas denigrantes: A menos que el artista sea un extraño caso de “masoquismo” (cosa que no nos incumbiría, en dado caso), las críticas cuyo fin sea exclusivamente destruir tanto su obra como a él mismo (habiendo muchos que creen en el mito de “si critico la obra, critico al artista”) no deberían ser aceptadas bajo ningún concepto, y de ser posible, el artista debe reclamar al que comenta por su falta de respeto o modales, (está en su total derecho) e incluso desestimar sus observaciones por ofensivos. Aunque esto pueda parecer remilgoso, la verdad es que la única manera de “educar” en cierto modo a los que comentan es exigirles respeto y buena intención, o de lo contrario se desestimarán sus críticas, siendo ellos los únicos que perderán el tiempo comentando y además arriesgándose a ser ridiculizados posteriormente tanto por el mismo artista como por los otros que lean (o escuchen) los comentarios en cuestión.

c- No todas las críticas son verdaderas o acertadas al 100%: Esto es un aspecto que todo artista debe tener en cuenta: no todas las críticas serán del todo acertadas; muchas tendrán errores, serán confusas o carecerán de pruebas que las respalden. Es por eso que se debe tener muchísimo criterio y examinarlas antes de aceptarlas o siquiera agradecer al que comenta. En caso de que sean confusas, se puede pedir que especifiquen, y si no tienen pruebas, también se pueden exigir (es deber del crítico aportar evidencia del fallo que señala) o en caso de ser erróneas, se puede ya sea agradecer a la persona (si fue una crítica educada y sin mala intención) para evitar caer en problemas, o amablemente se le puede hacer ver por qué sus observaciones están erradas, en cuyo caso el artista debe aportar argumentos y pruebas que lo respalden.

d- No todos los críticos son sabios ni expertos en el ramo: Y esto es algo que se debe tener en cuenta a la hora de evaluar una crítica y su utilidad. Los que comentan no siempre serán eruditos en la materia, razón por la cual se debe tener criterio al momento de “escrutar” sus palabras. Algunos tendrán buena percepción y aportarán observaciones útiles mientras que otros simplemente darán la impresión de no saber ni dónde están parados, y otros aunque tendrán razón, no sabrán como explicarse.

Como ya se puede apreciar, estas son las cuatro excepciones (y quizás hayan más) a la famosa regla de que “ninguna crítica debe ser cuestionada ni rechazada”; la verdad del asunto es que esta regla (que más que regla es un mito ad nauseam) no se puede tomar al pie de la letra, porque sería tan nocivo como el no aceptar ninguna crítica en lo absoluto.

5- “Yo critico pero es el artista debe buscar dónde están sus errores” (Falacia de elusión de pruebas/AD IGNORANTIAM):

Este es otro error muy común que cometen aquellos que critican: no dar pruebas de los fallos que señalan o en su defecto, argumentos que los respalden. Mientras que en unos es simplemente un error accidental o por falta de tiempo para enviar un feedback más completo, en otros es una “ignorancia” deliberada: piensan que es deber del artista hallar en qué parte de su obra están los errores que les señalan.

Algunos críticos no se molestan en aportar evidencias de los fallos que señalan porque se auto-atribuyen el placer de señalarlos mientras le tiran al artista la responsabilidad de “averiguar” dónde están esos errores. En el peor de los casos, el crítico falaz no respaldará sus observaciones porque simplemente le interesaba más destruir la obra, casi siempre impulsado por un prejuicio subjetivo, razón suficiente para comenzar a señalar un listado quilométrico de defectos sin molestarse siquiera en indicar DÓNDE están, que viene siendo la evidencia que tanto ignoran deliberadamente.

Estamos frente a una ejemplo flagrante de elusión de pruebas: no están aportando evidencias que respalden sus observaciones, y también incurre en la falacia ad ignorantiam porque se “traslada” la carga (o sea, la prueba) a la persona que niega o cuestiona (el artista) y se le adjudica que es responsabilidad suya encontrar los “errores” que tanto le señala el crítico falaz.

Esta creencia es totalmente falsa, porque siendo el crítico quien “evalúa” la obra, está en la OBLIGACIÓN de buscar pruebas que respalden sus argumentos y observaciones. No es un detalle adicional, se trata de algo sine qua non a la hora de criticar, porque sin evidencias del fallo señalado muchas veces el artista no sabrá cómo localizarlo, o en el peor de los casos se preguntará “de dónde lo sacó” y por ende, ignorará la crítica o consultará con otra persona que si sepa aportar evidencias de los errores que comete. Además, la persona que afirma es la responsable de buscar pruebas que respalden sus afirmaciones, no la persona a quien se las adjudican.

En caso de que haya sido simplemente un error por falta de tiempo u olvido, el crítico puede regresar a hacer una segunda evaluación o avisar de antemano que en una próxima revisión le aportaría un feedback más completo. De esa manera se puede solucionar este problema y no dar a entender que le lanza al artista la responsabilidad de buscar las pruebas de los fallos señalados.

6- "Yo sólo critico, no me corresponde decirte cómo mejorar" (Falacia del embudo):

Este caso representa otra clase de “abuso” de poder por parte de quienes critican una obra, y otra de las razones por las cuales la crítica está asociada con una lista gigantesca y destructiva de defectos señalados sin tacto ni buena intención. Simplemente consiste en criticar, criticar y criticar, señalando fallo tras fallo tras fallo, sin aportar jamás una sugerencia de cómo corregirlos. Suele estar asociado con aquellos que critican sin saber de la materia (por eso jamás podrían sugerir cómo mejorar, y siendo esto parte importante de la auténtica crítica, sus comentarios no podrían tomarse muy en cuenta), y se le asocia con las falacias del tipo embudo por la razón que la mayoría de los críticos parecen subirse a una “torre de marfil” y creerse “demasiado especiales” como para “rebajarse” o “perder” su tiempo diciendo cómo corregir los errores que se empeñan en señalar con tanta saña.

Lo más triste de este mito en particular es que también suele venir acompañado del anterior (delegar la responsabilidad de hallar los errores al artista) y generalmente resultan en críticas poco precisas y más bien dañinas… por un lado se señala crudamente el defecto, por otro no se dice DÓNDE está y para rematar ni se dan sugerencias para mejorarlo. Por ende, es muy difícil creer que una lista grande de defectos sin sus pruebas ni sugerencias de mejora sea algo verdaderamente útil y productivo, porque más bien da la impresión de que tenía más interés en destruirla que en ayudar de verdad (que es el verdadero propósito de la crítica).

Atención, nada cuesta decir cómo corregir los errores; eso forma parte de la crítica auténtica, y en vez de “rebajarse” o “perder el tiempo” están más bien empleándolo de una manera productiva para ambos: el crítico aporta ayuda auténtica, el artista se la agradece y ambos mejoran. Es mucho mejor que limitarse a señalar una lista quilométrica de defectos y jamás aportar sugerencias para mejorarlos. Eso es lo que define a una verdadera crítica constructiva de una inútil y destructiva.

7- “Si quieres progresar, entonces cállate y aguántate, porque yo critico como me dé la gana” (Falacia de autoridad/AD BACULUM)

Este caso está íntimamente conectado con el mito número tres (“si se critica a la obra se critica al autor”) y el número cuatro (“ninguna crítica debe ser cuestionada ni rechazada”), sólo que, en vez de aceptar la crítica en sí, se trata de “aceptar” de buenas a primeras cualquier manera de criticar, sin importar la falta de respeto, carencia de tacto, modales o de buenas intenciones.

Estamos frente a una falacia del tipo autoridad y ad baculum (que apela al miedo) porque en este caso, el crítico falaz se enfunda en un “status” especial y tiende a “forzar” de alguna forma al artista para que acepte cualquier forma de criticar -y muchas veces incluye hacerle soportar ataques ad hominem (contra su persona) o comentarios altamente destructivos y venenosos sobre sus obras- como si creyese que al criticarle estuviese haciéndole una “caridad”… y cuando se topan con “resistencia”, apelan a la tradicional amenaza “sutil” de muchos críticos falaces (“si no sabes aceptar una crítica siempre serás un mediocre”), es decir, apelan de una forma indirecta al miedo que posee cada artista por dentro de no progresar si no aceptan sus críticas, sin importar que estas pudiesen estar formuladas de una forma ofensiva, denigrante o simplemente carente de lógica y coherencia.

¿Cuál es la realidad de todo esto?

El artista progresará en la medida que las críticas sean formuladas de manera aceptable y especialmente con lógica y sentido común, así como aportando evidencias para respaldar sus observaciones y además sugerencias para corregir los fallos. Es rotundamente FALSO pensar que el artista progresará sí y sólo sí se traga cuanta crítica le escupan, y con esto volvemos a lo mismo que se ha señalado en los mitos anteriores: el artista tiene derecho a cuestionar o rechazar una crítica si esta resulta desagradable, errónea, confusa o completamente ilógica o fuera de lugar. Además, el aceptar cualquier crítica sin poner un “parámetro” de por medio a la larga puede resultar tan nocivo como el no aceptar ninguna.

De hecho, el resultado de cuestionar la crítica es lo que frecuentemente los hace progresar, ya que los hace pensar y definir dos cosas importantes en sus “carreras”: qué quieren hacer y cómo lo quieren hacer. En otras palabras, estimados artistas, no duden en cuestionar o pedir más explicación sobre una crítica en particular: si faltan pruebas o detalles, exíjanlos; si hay insultos y juicios de por medio, rechácenlos y reclamen por ello. Si el crítico falaz en vez de reflexionar sobre sus modales y razonamientos sólo reacciona enfundándose en “aires autoritarios” o peor aún, con violencia verbal, entonces no tienen por qué aceptarlo, ya que siempre se encontrará alguien con mejor aptitud para emitir las críticas.

8- “La “regla de oro” no vale porque no se debe criticar al crítico” (Falacia del embudo)

Otro mito re-contra abusado en el mundo de la crítica, y posiblemente la causa principal del abuso de poder por parte de tantos críticos en el mundo. Consiste simplemente en invalidar la famosa regla de oro que reza “no hagas lo que no quieren que te hagan a ti” apelando a una “condición especial” (por eso cae en la falacia del embudo) que los hace “intocables”, o mejor dicho, una especie de jerarquía no muy diferente a la de amo-esclavo, reyes-vasallos o feudales-esclavos, donde el “amo” o “feudal” o “rey” viene siendo el crítico, mientras que los “esclavos” o “vasallos” es el artista. En este caso, el “embudo” viene siendo lo mejor, lo más amplio sólo para cierto lado mientras que para el otro sólo se ofrecen restricciones a go-gó. En este caso, el embudo lo representan las oportunidades y libertades del crítico para criticar como le venga en gana, mientras que el artista sólo debe escuchar en silencio y abstenerse de criticar a quien critica, porque “eso no se vale”.

¿Desde cuando algo tan universal como la famosa “regla de oro” puede ser invalidada tan a la ligera en pro de una “jerarquía” que es por lo demás absurda y autoritaria?

La verdad es que la regla de oro es perfectamente válida en este aspecto también, especialmente cuando el artista realmente duda de las habilidades y/o objetividad de quien critica, o si no ha hecho más que despedazar su obra sin molestarse en aportar pruebas (véase mito #5), lo que en este caso le acreditaría una buena reprimenda por parte del artista, quien no tiene por qué estar aguantándole intolerancias, groserías o destrozos hacia su trabajo, especialmente cuando no se aporta algo que justifique los argumentos del crítico, cosa que, repetimos, es IMPORTANTÍSIMA a la hora de criticar: no basta con señalar el defecto, hay que aportar pruebas que lo respalden. De lo contrario, el artista se puede preguntar “¿y de dónde sacó eso?” o simplemente deducirá que su espectador no sabía de lo que hablaba, o que como no le gustó el trabajo comenzó a disparar defectos a lo loco sin molestarse en respaldarlos.

En otras palabras, la regla de oro sigue siendo perfectamente válida, pues el artista tiene derecho a “criticar” la “crítica (valga la redundancia) y a evaluarla a fin de determinar si realmente le aporta cosas útiles o si no es más que un manojo de defectos nombrados a tontas y a locas… y el crítico debe aceptarlo, porque en ningún momento nadie le adjudicó un rango especial que lo eximiera de que sus comentarios fuesen cuestionados y criticados.

(Finaliza en el próximo post)


Última edición por selene18_zuster el Mar 02 Dic 2008, 02:36, editado 2 veces

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Mensaje por selene18_zuster Mar 02 Dic 2008, 02:34

9- “¿Y por qué debo “animar” al artista si no mejorará nunca?” (Falacia de preguntas múltiples)

Este es un caso completamente distinto de los anteriores; se trata de una pregunta muy particular que se hacen algunos críticos cuando se les reprocha por su falta de aliento para con el artista a la hora de criticarlo. Cae en la falacia de preguntas múltiples porque dentro de la misma se encierran dos cuestiones:

a- ¿Por qué debo animar al artista?
b- ¿Y cómo es que sé que no mejorará?

Como ya lo ven son dos preguntas encerradas dentro de una sola, y generalmente las falacias de este tipo no pueden responderse simplemente con un “si” o un “no”, y ni siquiera con una respuesta corta, sino que el interlocutor debe “separar” las dos cuestiones y tratarlas individualmente.

Tomemos por ejemplo, el animar al artista, y por qué.

Se entiende por animar cuando alguien ofrece aliento a otra persona para que supere un estado anímico bajo o se sienta más motivada. En este contexto, el animar al artista significa brindarle aliento y la esperanza de que mejorará, y generalmente esta suele ir al final de una crítica redactada apropiadamente -con sus bases y sugerencias para mejorar-. Claro, no todos animarán de la misma manera, por ende unos sonarán más fríos mientras que otros más alentadores, y algunos simplemente quedarán como hipócritas.

Pero la cuestión es más difícil de lo que parece, porque para empezar, el animar a un artista implica tener cierta empatía con el y el esfuerzo que invierte en un trabajo en particular. El crítico debe tener en cuenta que cada obra en este mundo siempre representará una cantidad determinada de tiempo y esfuerzo. No existe obra en la que no se haya invertido como mucho, quince minutos, e incluso aquellos que son dotados o bien experimentados siempre habrán invertido algo en su trabajo, aunque sea muy, muy poco. Además, el estar consciente de que crear una obra es muy difícil también es importante para que alguien que critique tenga un mínimo de empatía para con el artista y le brinde el aliento que merece.

Respecto a la segunda cuestión implícita en esta complicada pregunta (“¿Y cómo es que sé que no mejorará?”), no hay manera de saberlo a ciencia cierta, y por esta misma razón no se puede dejar nada por sentado, ni para bien ni para mal. Sin embargo, también depende del nivel de percepción de quien critica, que puede tener tanto la visión más optimista como la más pesimista, pero en cualquiera de los dos casos, es importante tener en mente que aunque un trabajo no sea tan bueno, no se debe pensar que el siguiente será peor sino mejor (especialmente cuando el artista ha recibido buenas críticas productivas) y sobretodo estar consciente que todos los artistas por igual harán progresos, unos más lentos, otros más rápidos, dependiendo del nivel de experiencia, técnica, dedicación amén de disponibilidad, pero ninguno estará del todo exento de mejorar en sus trabajos.

La verdad de todo esto es que quien critica tiene que mantener una mente abierta hasta donde pueda, y nunca juzgar la calidad de un artista por un puñado de trabajos que no le hayan gustado. Si se ve en la necesidad de dejar una crítica, que se la deje, pero que se evite en lo posible hacer demasiado hincapié en una visión pesimista (así sea lo único que esté pensando en el instante) y concentrarse más en la calidad, precisión, tono, modales, pruebas y sugerencias contenidas en la crítica que piense dejarle, ya que de ella precisamente dependerá la mejora del artista. De nada servirá dejarle un listado de defectos y rematarlo con un “no mejorarás nunca”, “jamás progresarás”, “jamás serás un verdadero artista” o peor aún “siempre serás un mediocre”, porque lejos de animar lo que hará más que todo es desmoralizar e incluso enfadar al artista, porque a nadie le gustaría que le dictaran tales “sentencias” desagradables. Si realmente se quiere que se mejore, también el crítico debe poner de su parte y no añadir más peso a la ya pesada labor del artista.

Conclusión


Durante este largo ensayo, hemos tenido la oportunidad de estudiar de cerca no sólo lo que es la crítica sino también darnos cuenta hasta que punto está íntimamente ligada con el pensamiento lógico. Las falacias lógicas, esos errores de razonamiento que todos cometemos alguna vez (pero que rara vez nos percatamos) también suelen estar presentes en las críticas, y son una muestra de cuán despistadas pueden estar.

Así mismo, los mitos que rodean el escabroso y complicado mundo de la crítica también suelen estar ligados a las falacias lógicas, y es otra razón por la cual hacen de ellas algo ya sea ilógico, confuso, fuera de lugar o de plano ofensivo, transformándolas así en detonantes de situaciones que, aunque estamos adaptados, no nos dejan de parecer desagradables (peleas, rencores, difamaciones, escarnio público, etc) tanto para críticos como para artistas, pero que con un poco de sentido común y empatía nos sería posible ahorrárnoslas y así no privarnos de poder comentar e intercambiar.

La verdadera faz de la crítica no es la de un verdugo, como se ha pensado a lo largo de nuestra existencia, sino de alguien que ayuda a resolver los fallos de los artistas. Lo que sucede es que precisamente por los mitos ya mencionados y las personas abusivas, prejuiciosas o simplemente malintencionadas han deformado el verdadero propósito de la crítica y la han transformado en algo terrible, algo que de sólo escucharlo evoca cosas feas, ofensivas, negativas o de plano desmoralizantes. De la misma manera, la relación crítico-artista no tiene por qué ser tormentosa ni desagradable si se sabe entablar como es debido y siempre evitando la ofensa y la mala intención, porque ya sean solas o por separado, tienden a provocar que todo degenere en una rencilla continua, ya que si uno de los dos no se mide, la pelea no tendrá fin.

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por Bloody Blacky Mar 02 Dic 2008, 17:27

Coño, Selenita mosha, me aplastaste. Pedazo de ensayito, linda.

Esto ya lo había leído en alguna parte, o al menos recuerdo lo de los dos primeros posts.

No te niego que hay cosas que no entiendo. Muchas veces cuesta distinguir a un crítico falaz de uno que no lo es, porque pareciera que hay falacias en todo. Desde mi humilde ignorancia, te comento.

a- Se está expuesto a recibir críticas pero no es obligatorio aceptarlas: El mero hecho de exponer un trabajo y por ello recibir críticas de toda índole no le impone al artista bajo ningún concepto la obligación de aceptarlas como si fuesen la verdad absoluta; está en todo su derecho de rechazar o cuestionar las críticas que reciba, especialmente cuando trabaja por “amor al arte” y no por un fin monetario, en cuyo caso la crítica si tendría mayor relevancia para mejorar un producto que se vende.
Cierto, sí. Pero se presta mucho a ser malinterpretado. Las críticas que se hacen en el foro, la mayoría al menos, no son muy cuestionables porque señalamos cuestiones tan básicas como la mala ortografía. A otros niveles más elevados sí sería importante la aclaración, pero aquí se puede entender como un arma para el badficker.

Si todo lo que dice el crítico se puede y debe cuestionar, ya me imagino hordas de badfickers orcógrafos "rechazando" la crítica porque el crítico "no tiene la verdad absoluta y todo es relativo". Pero es que la ortografía no es relativa. Si yo digo que "baya" se escribe con V, ahí no hay nada que cuestionar. No sé si me explico.

Otro punto con el que no acabo de estar de acuerdo es el siete, donde se piden pruebas a la hora de hacer la crítica.

Estamos frente a una ejemplo flagrante de elusión de pruebas: no están aportando evidencias que respalden sus observaciones, y también incurre en la falacia ad ignorantiam porque se “traslada” la carga (o sea, la prueba) a la persona que niega o cuestiona (el artista) y se le adjudica que es responsabilidad suya encontrar los “errores” que tanto le señala el crítico falaz.
Es que el artista debe ser el encargado de encontrar los errores puntuales. El crítico puede señalar que un tipo de error existe pero pedirle que los cite y exponga en cada uno de los casos es inapropiado. Y convertiría el acto de criticar el algo que no es.

Por ejemplo: yo critico un badfic con script y mala ortografía. Pues le diré al autor por qué está mal el script y que está prohibido. ¿Es realmente necesario que le cite las reglas para fundamentar mi crítica? ¿Hay que sacar el Guidelines para cada badfic hecho con script? Creo que no. Si el autor lo cuestiona o pregunta por qué, ahí ya sí, pero no de entrada. Con la mala ortografía pasará igual. ¿Cómo le demuestras con pruebas a alguien que escribe mal? Vale, una cita se puede extraer, pero no más que eso. E igual no lo considero imprescindible. No estoy argumentando algo subjetivo y no puedo andar citando la RAE en cada crítica.

Aquí creo que habría que diferenciar críticas hechas a aspectos objetivos e incuestionables (como la ortografía, el script, etc.) y aquellas que impliquen alguna subjetividad o que al menos puedan ser cuestionadas.

Tampoco terminé de entender la parte donde hablas de la ley de Ebert. Sea cual sea la causa que desencadene una respuesta del tipo "pues hazlo tú", ese argumento será inválido. El que la respuesta le sea dada a un flamer o a un crítico es irrelevante, el argumento es erróneo desde su propia construcción.

En fin, no me enrollo más. Me encanta que por fin tengamos un debate serio por aquí, empzaba a creer que nunca llegaría. Aunque la próxima vez podría ser un poco más ligerito, ¿eh, Sele? Razz
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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por selene18_zuster Mar 02 Dic 2008, 18:17

No hay problema Rosita Negra. Vamos a ver

No te niego que hay cosas que no entiendo. Muchas veces cuesta distinguir a un crítico falaz de uno que no lo es, porque pareciera que hay falacias en todo. Desde mi humilde ignorancia, te comento.

Las falacias dominan nuestras vidas, hasta cierto punto. Incluso yo misma digo falacias de vez en cuando, pero queda de la persona no hacer eso un deporte. Una cosa es un error que comete cualquiera, y otra cosa es insistir deliberadamente en ese error; o peor, saber que lo cometes y con todo y eso, negarte a corregirlo o al menos a mostrar tu disposición para hacerlo.

Un crítico falaz (desde mi punto de vista) es aquel que de alguna manera, no sustenta bien su argumento; es decir, escupe lo que escupe sin respaldar lo que dice o de plano atacando al autor de alguna manera. Generalmente, el crítico falaz emite sus argumentos con un prejuicio (que puede ser de cualquier índole) de por medio. Un ejemplo bastante común son los puritanos, ya que pueden despedazar una obra y dejarla reducida a basura solo por el contenido sexual, en vez de sustentar apropiadamente sus argumentos.

Aqui han habido algunos casos de críticos falaces; son esas personas que traen fics al foro con la única intención de atacar al autor, tal como ha ocurrido en este hilo. Esas personas son críticos falaces, porque sustentan sus argumentos en cosas irrelevantes o simplemente apoyándose sobre sus propios prejuicios.

Espero haberme explicado Smile

Cierto, sí. Pero se presta mucho a ser malinterpretado. Las críticas que se hacen en el foro, la mayoría al menos, no son muy cuestionables porque señalamos cuestiones tan básicas como la mala ortografía. A otros niveles más elevados sí sería importante la aclaración, pero aquí se puede entender como un arma para el badficker.

Si todo lo que dice el crítico se puede y debe cuestionar, ya me imagino hordas de badfickers orcógrafos "rechazando" la crítica porque el crítico "no tiene la verdad absoluta y todo es relativo". Pero es que la ortografía no es relativa. Si yo digo que "baya" se escribe con V, ahí no hay nada que cuestionar. No sé si me explico.

Naturalmente, aquí mediaría el sentido común, porque en cosas obvias y técnicas como lo es la ortografía, NADA es relativo (aunque pedirle a ciertos badfickers que entiendan eso es una tarea hercúlea). De hecho escribí este punto pensando en el artista QUE SE ESFUERZA y no aquel que escribe con el culo y zonas aledañas... pero tienes razón y valdría la pena rectificar este punto para que no se malinterprete.

Otro punto con el que no acabo de estar de acuerdo es el siete, donde se piden pruebas a la hora de hacer la crítica.

Es que el artista debe ser el encargado de encontrar los errores puntuales. El crítico puede señalar que un tipo de error existe pero pedirle que los cite y exponga en cada uno de los casos es inapropiado. Y convertiría el acto de criticar el algo que no es.

Naturalmente, no se trata de citarle TOOOOOODOS los errores, mosha, sino tan solo uno o dos que pruebe tu punto, y ya. Es lo que hago yo, generalmente, tan sólo para hacerle entender que no hablo por cacarear nada más.

Por ejemplo: yo critico un badfic con script y mala ortografía. Pues le diré al autor por qué está mal el script y que está prohibido. ¿Es realmente necesario que le cite las reglas para fundamentar mi crítica? ¿Hay que sacar el Guidelines para cada badfic hecho con script? Creo que no. Si el autor lo cuestiona o pregunta por qué, ahí ya sí, pero no de entrada.

Totalmente de acuerdo. De hecho así hacemos siempre y muchos terminan con el hocico cerrado o se escudan en la vulgar falacia de "las reglas están hechas para romperse" Razz lo cual termina dándonos la razón a la larga, mosha.

Con la mala ortografía pasará igual. ¿Cómo le demuestras con pruebas a alguien que escribe mal? Vale, una cita se puede extraer, pero no más que eso. E igual no lo considero imprescindible. No estoy argumentando algo subjetivo y no puedo andar citando la RAE en cada crítica.

Claro que no, de hecho lo de la RAE está ya exagerado. Precisamente, con una cita basta y sobra para hacerte entender.

Aquí creo que habría que diferenciar críticas hechas a aspectos objetivos e incuestionables (como la ortografía, el script, etc.) y aquellas que impliquen alguna subjetividad o que al menos puedan ser cuestionadas.

*Anotando para un futuro ensayo* Cierto, muy cierto. Supongo que fui demasiado ingenua al apelar al sentido común del artista, porque mi ensayo es mas que todo para el que realmente hace bien su trabajo -o se esfuerza como Dios manda- contra críticas mal hechas, o de plano malintencionadas. Nunca pretendería que este ensayo fuese arma de los badfickers mediocres que pululan por ahí, porque como siempre digo, yo no defiendo a esos inútiles.

Tampoco terminé de entender la parte donde hablas de la ley de Ebert. Sea cual sea la causa que desencadene una respuesta del tipo "pues hazlo tú", ese argumento será inválido. El que la respuesta le sea dada a un flamer o a un crítico es irrelevante, el argumento es erróneo desde su propia construcción.

Naturalmente, el "hazlo tú" no es exactamente el mejor argumento para defenderte, pero si lo acompañas de algo realmente concreto, tal vez sea una buena defensa... pero ojo, esto sólo aplicaría cuando se trata de un flamer y no de alguien que critica con buena fe (y que ha sabido sustentar sus argumentos).

Aunque personalmente, para los flamers, una buena humillada, mentada de madre y listo Razz

En fin, no me enrollo más. Me encanta que por fin tengamos un debate serio por aquí, empzaba a creer que nunca llegaría. Aunque la próxima vez podría ser un poco más ligerito, ¿eh, Sele? Razz

Bueno, me alegra que haya servido de algo, mosha Razz ya sabes, siempre estoy para servir.

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por EgyptDiva Vie 05 Dic 2008, 13:18

Uy, mosha, me has ayudado muchísimo, tanto, que esto cambiará mi forma de criticar de ahora en adelante. Trataré de ayudar a los autores en vez de masacrarlos porque sí. Me parece que me has sido de mucha, pero gran ayuda.
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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por selene18_zuster Vie 05 Dic 2008, 22:46

Me alegra mucho saberlo, hermanita wyvern. La finalidad de este ensayo siempre ha sido la de proporcionar ayuda a quien le interese De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] 893354

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por Ariadna Sáb 06 Dic 2008, 00:25

Buenísimo de leer, Selene. De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] 5312 Muy rico y completo, lo he leído del tirón. Estoy segura de que me servirá de referente para ocasiones futuras.
Pienso lo mismo que Blacky sobre la ley de Ebert, quizá por eso no comprendí a la primera su significado ni que fuera el crítico el que usara este argumento, aunque eso puede ser más debido a que ya estamos hartos de verlo en los trolls por aquí, tristemente.
Lo mejor de todo, los errores o falacias de los críticos, es el punto que más ayuda puede proporcionarnos, gracias, Selene. Very Happy
En el peor de los casos, el crítico falaz no respaldará sus observaciones porque simplemente le interesaba más destruir la obra, casi siempre impulsado por un prejuicio subjetivo, razón suficiente para comenzar a señalar un listado quilométrico de defectos sin molestarse siquiera en indicar DÓNDE están, que viene siendo la evidencia que tanto ignoran deliberadamente.
Extraido del punto 5, habría que añadir la pereza y/o el añadido de pensar más para encontrarlo. Puedes saber cuál es el defecto de la obra, pero no dónde está exactamente o dónde queda más acentuado. El crítico puede leer la obra y hacer el resumen-enumeración de errores (mal hecho, por otra parte) y no indicarlos concretamente por no releer y seleccionar un fragmento ilustrativo de lo que está diciendo, tan simple como eso. Por ello, la crítica, como bien dices, cojeará y podrá no ser tenida tan en serio como lo fuera otra que los señalara pertinentemente.

Algo que también sucedería en el punto 6 ("Yo sólo critico, no me corresponde decirte cómo mejorar"), puesto que la comodidad de algunos hace que consideren que tal nombre de crítico sólo encluye en sí la crítica. Pero falta el otro aspecto fundamental, que implica pensar más, como digo, ya que
porque más bien da la impresión de que tenía más interés en destruirla que en ayudar de verdad (que es el verdadero propósito de la crítica).

Y Selene, ¿podrías ejemplificarme la falacia del SECUNDUM QUID (mal uso de la generalización), el apartado C? Neutral He comprendido bien el punto, pero no acabo de ver en la práctica qué generalización podría hacerse sin tener en cuenta excepciones de modo insidioso.

Spoiler:
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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por selene18_zuster Sáb 06 Dic 2008, 01:27

Ariadna escribió:Buenísimo de leer, Selene. De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] 5312 Muy rico y completo, lo he leído del tirón. Estoy segura de que me servirá de referente para ocasiones futuras.
Pienso lo mismo que Blacky sobre la ley de Ebert, quizá por eso no comprendí a la primera su significado ni que fuera el crítico el que usara este argumento, aunque eso puede ser más debido a que ya estamos hartos de verlo en los trolls por aquí, tristemente.
Lo mejor de todo, los errores o falacias de los críticos, es el punto que más ayuda puede proporcionarnos, gracias, Selene. Very Happy

Me alegro que te haya ayudado, Ariadna Smile

Sobre lo de la Ley de Ebert, yo pienso que su validez radica en cómo y CUANDO la emplees. Si tu criticas bien y te sustentas adecuadamente, evidentemente la respuesta del "hazlo tu" es totalmente invalida y puedes aplicar esta ley. Sin embargo, cuando es al revés (el que critica flamea) el autor puede mandarte a la fregada y decirte que lo hagas mejor, aunque yo personalmente, prefiero mentar la madre y hacerle quedar en ridiculo.

Ariadna escribió:Extraido del punto 5, habría que añadir la pereza y/o el añadido de pensar más para encontrarlo. Puedes saber cuál es el defecto de la obra, pero no dónde está exactamente o dónde queda más acentuado. El crítico puede leer la obra y hacer el resumen-enumeración de errores (mal hecho, por otra parte) y no indicarlos concretamente por no releer y seleccionar un fragmento ilustrativo de lo que está diciendo, tan simple como eso. Por ello, la crítica, como bien dices, cojeará y podrá no ser tenida tan en serio como lo fuera otra que los señalara pertinentemente.

Algo que también sucedería en el punto 6 ("Yo sólo critico, no me corresponde decirte cómo mejorar"), puesto que la comodidad de algunos hace que consideren que tal nombre de crítico sólo encluye en sí la crítica. Pero falta el otro aspecto fundamental, que implica pensar más, como digo, ya que

porque más bien da la impresión de que tenía más interés en destruirla que en ayudar de verdad (que es el verdadero propósito de la crítica).

De ahi que es importante tener al menos un par de citas. Como le dije a Rosita Negra, no es traerlo TODO, pero si con una o dos que sean prueba suficiente para respaldar lo que dices. Esto es valido para fics y SUPER VALIDO cuando se trata de dibujos, ya que la critica alli es muchisimo mas complicada.

Ariadna escribió:Y Selene, ¿podrías ejemplificarme la falacia del SECUNDUM QUID (mal uso de la generalización), el apartado C? Neutral He comprendido bien el punto, pero no acabo de ver en la práctica qué generalización podría hacerse sin tener en cuenta excepciones de modo insidioso.

Bueno, tomemos el punto 4 para ilustracion.

Cuando se dice "ninguna crítica debe ser rechazada", la semántica implícita en la frase que eso implica tragarse TODAS las críticas, incluyendo aquellas dirigidas a tu persona o con el afán de denigrarte. La falacia radica en el hecho de imponer una regla cualquiera sin entender que existen excepciones a ellas.

Otro ejemplo podría ser "todos los críticos son frustrados"; es cierto que muchos que critican (sin afán de ofender a nadie, okey?) a veces tienen muchas frustraciones, pero NO es una regla, existen excepciones, y muchas. Emplear esta premisa ("todos los críticos son frustrados") como único argumento deviene tarde o temprano en falacia.

Espero haberme explicado De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] 750902

Spoiler:

Razz De acuerdo, lo tomaré en cuenta. A veces se me escapan detallitos así (y eso que soy perfeccionista hasta lo obsesivo).

Un beso y me alegro que hayas disfrutado el ensayo.

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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por Ethmir Sáb 06 Dic 2008, 13:57

Pues yo vengo a felicitarte en primer lugar y refutarte en segundo. Nada personal.

La crítica constructiva es aquella que busca la mejoría del trabajo en todos los aspectos, señalando los fallos con tacto y objetividad, dando sugerencias de cómo mejorarlos o corregirlos; así mismo, también señala los aciertos y de ser posible, como destacarlos. Generalmente la crítica constructiva verdadera es bien recibida por un gran número de artistas debido a que se sienten realmente motivados a mejorar cuando se señalan sus fallos y aciertos por igual. La sensación de justicia e imparcialidad por parte del que provee la crítica es lo que favorece que dicho comentario sea bien recibido, e incluso invita al sano intercambio de ideas entre el artista y el que critica constructivamente.

En cambio, la crítica destructiva tiene como fin “destruir” una obra al señalar única y exclusivamente los fallos de la misma. Es importante resaltar que no todas las críticas que señalen fallos son constructivas, porque el sólo hecho de señalar los errores de una forma continua (y muchas veces sin tacto) a veces puede tener un efecto desmoralizante para el artista, y por ende, pierde toda su cualidad constructiva.
Incorrecto desde mi punto de vista.

Para empezar, se me hace complejo distinguir siguiera entre crítica constructiva y destructiva. Cuando una crítica es destructiva, es más un flame que una crítica. El concepto de "crítica destructiva" se lo he oído únicamente a los badfickers que vienen a quejarse, aunque imagino que como término existirá.

Mi punto es que toda crítica es constructiva mientras resulte útil para el autor desde la perspectiva de contenido. Un "este fic es basura" no es útil y por tanto no es crítica constructiva (ni crítica de ningún tipo). Sin embargo, un "este fic es malísimo porque el script anula la narración y hace que sólo haya diálogos absurdos" quizás no sea una gran crítica, pero algo útil se puede sacar.

No creo que para que una crítica se considere constructiva deba haber tacto y amor y señalización de virtudes (necesariamente). Es decir, muchos badfics no las tienen y tampoco vas a felicitar a un autor por saber poner puntos a final de las frases, eso es más un insulto que un halago.

Tampoco estoy de acuerdo en que una crítica destructiva es aquella de mina la moral del autor. Selene, eso es algo que no se puede preveer. Un autor puede desmoralizarse por la mejor de las críticas y ¿eso la convierte en destructiva? En todo caso puedes decir que una crítica destructiva es aquella que busca desmoralizar al autor. Ahí estamos ante una motivación y no un hecho casual.

Lo que me parece es que este tema en concreto hay que relativizarlo un poco más.
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De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo] Empty Re: De falacias lógicas a la crítica constructiva [Ensayo]

Mensaje por Starknight Lun 08 Dic 2008, 00:28

Hiciste la tarea, niña o.o

reflexionando sobre ciertas cuestiones del escrito, quiero permitirme el dar un comentario breve más por falta de tiempo que por falta de lectura. Quizá tu y yo no seamos los mejores amigos ni nos daremos de besitos de ahora en más, pero reconozco que el tema si que es serio y merece su debate. Espero que mi aporte sea de utilidad.

Ciertamente, tienes mucha razón cuando se cae en la falacia a la hora de criticar. Convertir al criticado en tu enemigo, o tratar de ridiculizar una obra, o tratar de torear el argumento del criticado solo porque estás en el pedestal del "Crítico", es francamente una actitud estúpida en la que caen hasta los críticos más serios a lo largo de la historia. Oscar Wilde fue criticado más por su homosexualidad que por su obra, e incluso Lope de Vega destruyó al Quijote al parecer (no me conozco toda la historia) por pleitos con Cervantes (quien se conozca la historia mejor, que me la cuente).

Cabe destacar que la crítica no suele ser expresada para ayudar, sino para imponer un canon. En los siglos pasados, los críticos decidían lo que debía leerse y lo que no, basicamente para mantener un "status quo". De ahí que se determinó lo que se considera una "gran obra de la literatura": Son obras que recibieron buenas críticas en algún punto de la historia, aún rebatiendo otras que las ridiculizaban (Wilde o Cervantes). Hoy en dia, criticarlos pudiera parecer, en si mismo, falaz.

Parece que se ha olvidado que la crítica en sí no aporta ni destruye por si sola: Es la opinión de alguien. Que ese alguien sea muy estudiado o muy erudito, no cambia el hecho que es la opinión de alguien, y por ende, el autor es libre de hacerle caso o quedarse callado y dejar que resbale por la pendiente enjabonada de su indiferencia. Ni uno ni otro hace parecer al autor como ente pasivo, sino con uso de su sentido común a la hora de defenderse. Ahora, una vez en el plano personal, la defensa se hace valida y necesaria, independientemente de lo que dictamine el crítico a posteriori.

Hay ocasiones en que la crítica destructiva funciona, más para el crítico que para el autor, porque se apela a ella para realizar catarsis. Yo mismo me pongo como ejemplo con mis msteos: No lo hago para ayudar ni para hacerme amigo del autor, sino para quitarme la mala leche de leer un material pésimo. Una autora apareció para defenderse en mi journal, y mi respuesta fue simplemente que me ignorara ya que no la iba a ayudar, y que mi mejor consejo sería que continuara escribiendo porque esa es la mejor manera de aprender. Si me pongo a defender los msteos, caería en las ya enumeradas falacias, pero como fui claro con mi objetivo, la fanautora se fue satisfecha y siguió publicando fics. No fue cobarde, sino que comprendió que mi objetivo era burlarme de una manera más privada, porque si hubiera ido a criticarla directamente con toda la mala leche encima, sería un vulgaris trollus.

Además, la critica destructiva es divertida. No justificada, pero atrae gente para leer, y eleva el prestigio del autor. No se si han visto "Rattatouile", pero allí se pone ese ejemplo: Antoine Ego ha destruido restaurantes con su pluma afilada, y eso le dio status de ser el mejor crítico de cocina de Francia, sin embargo olvidó su gusto por la comida, y la razón de por qué se hizo crítico. Allí caería en las mentadas falacias al considerar al criticado un enemigo del buen gusto (su muñeco de pajita, pues).

Por el otro lado, el crítico que busca ayudar al otro, no es malo. Incluso es necesario, porque de nada sirve hablar paja cuando no se hace nada por mejorar las cosas. Eso hasta en el ámbito político se refleja. Hay cosas en las que nosotros mismos podemos colaborar para sacar adelante un problema, pero nos enfocamos en criticar sin aportar nada. Eso es un jalón de orejas para todo el mundo. En esto de los fanfics, criticar para mejorar aspectos básicos como una ortografía decente y una narrativa clara se hace hoy en día una obligación por la gran cantidad de basura publicada en las paginas de autopublicado.

Para concluir, quiero decir que el caer en esas falacias es algo que suele ser inevitable, y hasta puede cimentar el prestigio de un crítico, pero es en última instancia el autor el que le da la importancia, el que lo monta en su pedestal. No voy a pedir esto para todos los críticos, porque como dije, la crítica destructiva es divertida de leer, pero si los críticos tienen como objetivo ayudar a los demás, deben bajarse del pedestal y aceptar la contra-crítica del autor cuando la da, y por el otro lado, el autor debe aprender a endurecerse ante la crítica, y sencillamente callar. El hecho de callar no significa aceptar como sumiso, sino decidir a qué prestarle atención y a qué no.

En última instancia, si la obra es buena, sobrevivirá. Se supone que es la obra la que debe defenderse, y no el autor (casos excepcionales, la regla no aplica).

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