Inocencia (Original)

Inocencia



El día más feliz en la corta vida del pequeño Mattew Stevens fue cuando le regalaron a su perro. Un momento mágico que tuvo cabida la navidad pasada cuando Matt, en lugar de divisar los habituales paquetes envueltos en llamativos papeles de colores debajo del árbol, encontró una pequeña bola de pelos con un moño ridículo atado al cuello, que movía la cola efusivamente de lado a lado y hacía un ruido extraño cada vez que abría el hocico. El chico se enamoró a primera vista. Y casi no caben dudas de que al can le pasó exactamente lo mismo.

oOo

Rex. Así fue como Matty decidió bautizar al cachorro de Golden retriever. Un nombre imponente, bastante inadecuado para un perrito de cuerpo menudo, orejas demasiado grandes y ojos extremadamente juguetones. Pero el pequeño Stevens lo amaba, así que daba lo mismo llamara como se llamara.

―A partir de ahora, oficialmente eres mi mascota―dijo con la voz aguda que caracteriza a cualquier niño que ha vivido sólo cinco primaveras―Prometo cuidar de ti por siempre, Rexie.

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A Mattew le encantaba pasar horas y horas jugando con Rex. Nunca parecía cansarse, ni el perro tampoco.

Caía la tarde el día que Matt decidió probar con algo diferente. Quizás porque se aburrió de la monotonía que suponía lanzar un disco y correr por el parque, quizás porque poner en práctica un nuevo juego le pareció por demás interesante. Quién sabe. El hecho es que el infante salió como una saeta de la cocina para poder jugar un rato antes de que sus padres lo llamaran para la cena y luego lo enviaran directo a la cama.

oOo

La hoja de acero se clavó certera y mortal en el vientre de la inocente víctima. La sangre tibia emanó de la herida a borbotones, manchando completamente el cuchillo y la pequeña manita que lo asía.

La garganta de Rex produjo un sonido lastimero que desgarró siniestramente el silencio de la tarde, mientras el cachorro luchaba inútilmente con sus dientes y uñas inofensivas, tratando de huir de la infranqueable prisión en la cual se habían convertido los suficientemente fuertes brazos de su dueño.

Mattew sonrió, ajeno a los constantes chillidos de dolor que lanzaba su perro. Curioso por la siguiente reacción que provocaría, movió el cuchillo enterrado en la carne de un lado a otro, agrandando la herida, aumentando la agonía del animal que todavía se revolvía.

Aquel juego era realmente divertido. Y Matty sólo se detuvo en cuanto la criatura perdió las vísceras.

Fue la primera vez en la que el pequeño Stevens disfrutó del dolor ajeno, aunque él aún ni siquiera se hubiese dado cuenta.

oOo

La “cosa roja” que salía de Rexie había ensuciado su ropa. “Perro malo” le había reprochado al cuerpo inerte que yacía a varios metros rodeado de sangre. Por más pequeño que fuera, Matt era plenamente conciente de que se metería en problemas. Probablemente, su madre se enfadaría al verle con el conjunto nuevo, que apenas el día anterior le había comprado, completamente manchado.

Sin embargo, por el momento, Mattew prefirió no darle demasiada importancia. Después de todo, su madre estaba entretenida jugando con su padre, del mismo modo que él lo hacía con el perro. Y ella también había terminado sucia. Tal vez por eso no lo regañaría. Eso esperaba.

Entonces, como si nada, Matty se dirigió a la sala para mirar un poco de T.V. antes de ir a la cama.

Dormido en el sofá y completamente ensangrentado sería como su madre, horrorizada, lo encontraría media hora más tarde.

Sin embargo, por el momento, Mattew prefirió no darle demasiada importancia. Después de todo, su madre estaba entretenida jugando con su padre, del mismo modo que él lo hacía con el perro. Y ella también había terminado sucia. Tal vez por eso no lo regañaría. Eso esperaba.

Lo único que no me gustó fueron los "seperadores de escenas"