Ella - Original

Ella

Ella tenía así, sus piernas levemente levantadas sobre el descanso del mueble y cruzadas, podía ver la calidez de su entrepierna, tersa, delicada, y sólo podía imaginarme rozar esa piel…
Había prometido que nadie sabría todas las sensaciones que esa niña me hacía sentir, ella ahí, tan inocente concentrada ante el monitor de su computador, tratando de terminar su juego de Mahjong. A pesar de que ninguno había podido concluir con un tablero, yo ya me sentía ganador con el simple hecho de estar cerca de ella, de disfrutar cada uno de sus gestos, de sus sonrisas, de sus miradas, de esa manera tan sensual, pero no inocente que tenía de asomarse junto a mí, que me dejaba helado.
Un par de clickeos más y el tablero ya se hallaba por la mitad, ella era buena en eso, pero no sé porque extraña razón no había ganado aún, yo la hubiera dejado ganar, por eso al no completar la primera prueba, a mi turno yo tampoco lo hice, a pesar de que todos esperaban lo contrario.
Era curioso que una partida de Mahjong me estuviera dando tanta satisfacción y más aun, y con lo competitivo que siempre solía ser, sentía satisfacción de llegar a perder ante ella. Seguramente, ella con su dulce voz me diría estuvo bien y me regalaría una de sus mágicas sonrisas.
Cada momento pequeño que comparto con ella es especial, hace un rato en el descanso, ella se retiro del salón y se dirigía a los baños, la seguí y la detuve un momento sujetándole del brazo, ella se giró algo azorada pero al descubrir que era yo, se acercó contra mí y me dijo – Eres tú – yo me quede como estatua mirándola y perdido con mis ojos fijos en su agraciado rostro, no sé si fue mucho o poco pero me trajo a la realidad su voz que me llamaba, - ¡Hey, estás bien! Te volviste a quedar como ido – sí, así me quedaba cada vez que comenzaba a analizar cada milímetro de su bien formado cuerpo o la belleza de las expresiones de su rostro; me sentí hipnotizado por esos ojos que me miraban fijamente, la tenía ahí, tan cerca de mí, su rostro casi alcanzaba al mío, bastaba un mínimo impulso para poder saborear sus labios, pero no…
Allá, pasando a la otra habitación estaba una mujer, ni siquiera la mitad de hermosa que la que estaba viendo de frente, pero era a ella a quien le había jurado fidelidad frente a un altar, además que la joven a mi lado, había sido bien clara al decir que ella nunca se involucraría con un hombre casado, yo no podía ganar nada, sólo perder.
Esto ya era costumbre, era la tercera vez en el día que su voz me sacaba de mis cavilaciones, ahí está ella nuevamente frustrada ante el ordenador, había perdido la partida de nuevo y era mi turno.
El tablero en la pantalla ya estaba dispuesto, ella se sentó frente mío con las manos sobre su falda, se veía tan infantil, por eso la insistencia mía de decirle niña, claro que sólo en mis pensamientos, no me podía concentrar en lo que veía al frente ya que sólo podía sentir su penetrante mirada dirigida a mí, qué me importaba la atención de todos los demás, sólo ella podía controlarme, sólo ella.
Hice unos cuantos movimientos y empareje algunas tablillas, nada difícil, era recién el comienzo de la partida, ella se paró de su asiento y rodeo la mesa para pararse un paso atrás de mi al lado izquierdo, se puso en cuclillas, de tal forma que su rostro quedaba sólo un poco más alto que la mesa, pero lo suficiente para observar la pantalla y mis movimientos, había sido sigilosa, ya que no quería distraerme, pero no contaba que mi atención aunque no la mirara directamente, estaba dirigida casi en su totalidad a ella, además ese perfume que ella usaba podría distinguirlo entre cien más, quien diría que una chica de su edad, su perfume favorito sería uno de bebes, otro punto más para que en mi mente la viera como una niña indefensa.
Ahora recuerdo el otro día, en el patio de recepción, ahí estaba ella con su supervisor, estaban moviendo pallets con una estoca (montacargas manual), lo miraba algo rara, que graciosa se veía tu cara haciendo esos gestos de desconocimiento y peor aun cuando te dijo que lo intentarás tú, dabas vueltas y vueltas y no podías encajar la estoca en el pallet, sino hubiera sido por aquel compañero que amablemente te ayudo, me hubiera deleitado más con el espectáculo de verte totalmente perdida ante una máquina insignificante.
Perdí de nuevo, era de esperarse, se escuchaban los murmullos de la gente, seguro maldiciéndome por haber perdido una vez más, te levantaste levemente y apoyaste tus codos sobre la mesa y me miraste sin decir palabras, pero otra mirada, esta vez, llamo mi atención, mi esposa que nos observaba.
Me pongo de pie mientras tú te yergues en toda tu talla, ella se encamina hacia nosotros y tú le sonríes tan amablemente y con un movimiento de cabeza le saludas – Señora, ¿cómo está? – ella te contesta y me toma del brazo, yo le prestó toda mi atención y ella consigue separarme de ti. Tú sólo te despides de mí con un “Hasta luego” y das media vuelta y te reúnes con tu grupo.
Ese es el camino que he decidido tomar, sólo tendré el placer de verte todos los días desde lejos, como siempre, o cuando nos cruzamos por alguno de los pasadizos; me ves y me sonríes, pero, para que hacerme absurdas ilusiones, así eres con todos.