Descubriendo sentimientos. By Belencitah

Y no era como que a Gaara se le diera muy los sentimientos. Era algo que él no conocía demasiado bien.
La pelea con Uzumaki Naruto había cambiado algo en él. Había movido engranajes que nadie pudo mover antes, le había dado una segunda oportunidad. Desde aquella pelea, Gaara había vuelto a nacer.
Desde su nuevo nacimiento, habían pasado unos grandiosos tres años en los que el nuevo Kazekage había comenzado a entender algunos de los sentimientos humanos. El sentimiento que más le agrado fue el amor. Los primeros en brindarle el amor que nunca tuvo en su niñez fueron sus amados hermanos, Kankuro y Temari. Sí, aquellas personas que alguna vez se le hicieron simples sacos de huesos que solo eran utilizables como relleno en un equipo que él gobernaba, ahora se habían vuelto en una familia, eran las personas que Gaara mas amaba en la tierra. A veces, él le confesaba a la luna lo culpable que se sentía por los tratos que sus hermanos sufrieron tantos años por su culpa, y se decía una y otra vez que los recompensaría por todo. Luego, sintió amor por Naruto, un amor de amistad que nunca se rompería, pues era él quien le había traído todas esas cosas buenas a su vida, todo gracias a pensar en los demás, y no solo en él. Naruto se había vuelto uno de los amigos que el joven Kazekage mas apreciaba, y por el que se forjaba su destino. Era su ejemplo a seguir.

El amor por su aldea no podía faltar. Pues en esos tres años que pasaron luego de la pelea, Gaara se esmeró para demostrarles a todos los habitantes que él había cambiado, y que no era el monstruo que alguna vez fue. Al principio, la aldea no estaba demasiado convencida, pero conforme fueron pasando los meses, y observaban el comportamiento de Gaara, la aldea se convenció de que era otra persona, una cálida y llena de amor, que solo quería ser reconocida. ¡Y vaya que lo fue!, ser Kazekage, líder de toda una aldea, a los dieciséis años no era algo que sucediera todos los días, pues los aldeanos, al escogerlo, había puesto sus vidas, su seguridad, en manos del joven.
Aún recuerda ese día como si hubiera sido ayer. Sus hermanos se notaban orgullosos, ese sentimiento le agradó, como también le agrado el sentimiento de confianza que los aldeanos depositaron en él.
Recordó las palabras de su hermana al momento de su nombramiento.

“Estamos muy orgullosos de ti”, y junto con Kankuro, se acercaron a él y le dieron un fuerte abrazo.

Fue el primer abrazo que se dieron como hermanos, y Gaara no supo bien que hacer, simplemente lo correspondió a duras penas y con mucha vergüenza. Los sentimientos eran cosas complejas, que no se daban de la noche a la mañana. Había un sentimiento feo que jamás le agradó, la tristeza, la logró conocer mejor cuando él y sus hermanos decidieron convertirse en maestros Ninja. La mayoría de la población eligió a Temari o Kankuro, pero parecía que nadie lo elegía a él. Recuerda todo a la perfección, se sintió fracasado por primera vez en su vida, sintió que todo el aprecio que había ganado del pueblo de la arena se le había ido. Pero aquella chica, esa joven de hermosos ojos negros y corto cabello marrón lo había sacado de esa situación. Apenas la conoció, creyó que eso de los maestros ninjas había sido una mala idea, la miró fijamente, le resultaba difícil entender porque una chiquilla escuálida querría ser Ninja.

“-Dime tu nombre-“ Gaara le había preguntado de una manera seca, como de costumbre.

Pensando en esos recuerdos, Gaara sonrió, la jovencita tenía una voz muy dulce: “-Matsuri..-“le había dicho con sigilo.

“-Elige un arma-“, recordó decirle de manera seca, a lo cual la joven eligió. ¿Por qué rayos eligió esa?, no serviría para nada, esa joven no había nacido para ser Ninja.

Pero conforme la fue conociendo, vio que, si bien no tenía las mejores cualidades de nacimiento, siempre se esforzaba y daba de ella todo.