Los Malos Fics y sus Autores
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Of Sade's Love Stories and other Blasphemies (Vocaloid)

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Mensaje por Shaw P. Sáb 18 Jun 2011, 18:47

¡Buenas! Me llamo Shadow Shaw Phantom (Aunque pueden decirme solo Shaw) mi amiga sess x kagome4ver y yo compartimos la cuenta de F.F. Net a nombre de ella. Acabamos de escribir nuestro primer fic de Vocaloid y queremos pedirles consejos: Es un AU, basado en las obras del Marqués de Sade, con pairing Rin/Len twincest, aunque tambien hay un triángulo Miku/Kaito/Miku


Preámbulo


La larga fila de bancos de madera estaba medio llena. Algunos de sus ocupantes ya empezaban a bostezar, cosa que suele suceder en las misas largas. Unos contemplaban el vacío con aire amodorrado, otro por la ultima fila se pone a charlar con su compañero de al lado. Alguno que otro en verdad prestaba atención a la lectura. Hacia un calor asfixiante y es que esa capillita no contribuia mucho a que apareciera una mísera brisa. El padre sudaba y manchaba a cada minuto que pasaba las axilas de su sotana mientras sostiene su Biblia y sigue con su al parecer interminable perorata.


Un muchacho rubio sentado en las ultimas bancas oyó lo suficiente en los primeros 20 minutos para comprender que ni aunque le diera un ataque por el calor se detendría, asi que se puso a juguetear con los volantes del vestido de su hermana, quien se sentaba a su lado. Esta se dió cuenta y le agarró la mano para que se quedara quieto. El simple gesto hizo que se ruborizaran hasta la punta de los cabellos. La chica trató de deshacerse del agarre, pero el chico no se soltó: Se aferró aun mas. Daría un ojo por quedarse asi siempre. Solo después de ver que habia una monja que los miraba ligeramente extrañada se soltaron y voltearon de nuevo al frente. Gracias a Dios que sus padres no se dieron cuenta.


El sonido del enorme y viejo órgano les hizo ver a todos que era hora de rezar, era momento de exponer sus almas y vaciar las culpas al Creador.


Ambos agacharon la mirada, como todos los demas. No, no estaban rezando. Ya no podian pedirle absolutamente nada. Esa época en que podian comunicarse limpiamente con Dios para pedirle algo o confesar sus faltas pasó a la historia. No podían siquiera hacer el Padre Nuestro o el Ave María sin sentirse raros. Su pecado era demasiado grande. Apenas se presentasen al borde celestial San Pedro en persona los dejaría a patitas en la calle. Quizas ahora esas pinturas de los ángeles apostados en el techo del recinto ya estaban murmurando entre si y lanzandoles miradas y dedos acusadores.


Si, Dios es misericordioso. Pero, ¿hasta que punto...?


Él perdona los pecados, pero... ¿Y si no te arrepientes en lo absoluto del pecado que cometiste?


Asi se sentian exactamente Kagamine Len y Rin. Eran gemelos. Y estaban viviendo un amor prohibido. Y no estaban para nada arrepentidos de ello.


Perfecto para hacer una tragedia griega, ¿no?



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Acto 1: Filosofias de Tocador.


Para escribir esta historia es necesario que no exista ninguna pasión por los hechos, ninguna preferencia a alguno de los personajes, ningún resentimiento por la injusticia divina, ninguna moral inutil y estúpida. Lo que es imposible evitar es cuando a uno le afecta el acontecimiento. Creemos simplemente poder asegurar que para describir bien este acontecimiento o al menos para relatarlo justamente, tal y como sucedió, es preciso estar algo lejos de él, es decir, a la distancia suficiente para estar a salvo de todas las mentiras con las que pueden rodearle la esperanza o el terror.


Es de mañana en el vieja campiña, y desde ya se oye el inconfundible sonido de el viejo gallo del destartalado pub de Akita Neru haciendo el saludo al sol de manera tan desafinada y ronca que no sabes si reirte o no. Los hombres se apresuran a irse a sus trabajos en el campo o la cuidad y las damas los despiden para dedicarse a su hogar. Es sábado, asi que no verán niños llendo con libro en brazo a la escuela del pueblo, ociosos lectores. Hace un día soleado, un tanto ventoso. Una voz melodiosa y un tanto grave se alza en el pabellón oeste de una pequeña pero lujosa casa solariega.


—¡Len-kuuun....!


Kagamine Len alzó la cabeza de donde estaba sentado, donde hace unos momentos tenia la nariz pegada a las partituras del viejo piano de cola de su abuelo. Estaba practicando una sinfonía de Sousa que lo tenía algo ocupado para tocarla perfectamente cuando la voz lo interrumpió. No necesitaba levantarse para ver quien era; conocía esa voz donde fuese, era inconfundible: Shion Kaito, uno de sus compañeros de escuela, quien solía visitarlos con frecuencia.


Kaito entró dando elegantes zancadas, quitándose el sombrero para sonreirle de manera bonachona a su amigo. Era un joven próximo a cumplir 19, de pelo azul corto y facciones galantes; siempre usaba una bufanda azul (no importase que época fuese) y hasta donde Len lo conocía, no podía pasar un solo día sin comer un cono de helado. Era un joven refinado, bastante conocido en el paraje.


Aun asi, tal cual Franval, bajo ese exterior de refinamiento y delicadeza, se escondia un verdadero amago de comadreja: Kaito en realidad, cuando no estaban sus padres o las gobernantas, se convertía en un joven hedonista y libertino. No son pocas las historias echadas por las sirvientas y damas de compañia sobre ese “joven de andar ligero y fama de mujeriego colgándole del pescuezo” que, según ellas, se quedaba en los pubs hasta altas horas de la noche, gastando la mesada de su padre en licor, helado... y mujeres. Muchas mujeres.


A pesar de todo, Len lo recibia en su casa con una cálida y sincera bienvenida. ¿Ahora bien, se preguntan ustedes, mis estimados, como alguien de la edad y forma de ser amoral de Kaito anda todo el tiempo con un jovencito piadoso como Len? A veces creo que los libertinos les gustan andar con los limpios de alma para corromperlos (ya sea consciente o incoscientemente, el alma humana es compleja ), y convertirlos en sus iguales. O sería mas bien que los hombres piadosos no suelen entender o prefieren no ver – mas bien – la evidente aura pestilente de los ímpios.


—Hola Kaito, hace mucho que no te veiamos— le saludó Len levantándose de la silla—, ¿Como te ha ido?


—Nada mal, amigo mío. ¿Has sabido las ultimas noticias? —el mas joven negó con la cabeza—Adivina: me voy a casar —Len se quedó perplejo—.Asi es. Mis padres concretaron una boda con una pariente lejana de mi tío para finales del verano.


Len estaba sorprendido. Kaito siempre habia tenido una postura de eterno soltero inquebrantable. Acompañado, pero a ratos. Era un firme defensor del amor libre, a primera vista, juvenil y efímero. Para él, el matrimonio no era mas que una trampa para osos. Prefería ser libre, ajeno a cualquier puesto fijo. En verdad, todo un poeta.


“El matrimonio solo trae consigo espinas rebozadas en miel, Len. Escucha lo que te digo antes de que hagas lo mismo que otros: te hacen creer que de esas espinas saldrán flores de primavera, que te harán arrodillarte a los pies de tu mujer, someterte a las cadenas de la obligación, siempre recubiertas de dizque amor. ¡Vana ilusión! ¡Que fraude! ¡Que farsa!” solía decirle al rubio en sus frecuentes charlas de camino a la escuela.


Por Dios, que vueltas da la vida, ahora resulta que el eterno soltero Shion Kaito iba a contraer matrimonio. ¡Vaya ironía del destino!, pensaba Len.


—¿Y con quien te casarás?—le preguntó.


—Oh, es mi padrino quien se las recomendó a mis padres. Se llama Hatsune Miku— le contestó Kaito, hurgando en su bolsillo—. Aqui tengo una foto de ella, mirala.


Len se inclinó para ver a la susodicha. En la foto se apreciaba una muchacha de 15 años, de rostro aniñado y alegre, tenia unas larguísimas coletas verdes recojidas con unos lazos blancos. Aunque en la foto aparecía sentada y usaba un vestido largo, se veia claramente que poseía una bella figura.


—Preciosa, ¿verdad?—suspiró Kaito con morboso deleite, como si estuviera viendo un helado de chocolate particularmente exquisito—, parece un angel con cuerpo de ninfa. No puedo esperar hasta la boda para “conocerla”, en todos los sentidos.


—Bueno, si...—concedió Len encogiéndose de hombros. La verdad es que hasta entonces no se fijaba en las muchachas. La escuela y la música eran su universo. La unica joven con la que ha pasado toda su vida era...


—Por cierto, ¿como esta Rin?— volvió a interrumpir Kaito, una vez más, con sus pensamientos.


—Oh, esta bien. Esta practicando los coros para la misa de mañana—dijo Len—, ¿por que lo preguntas?


—Oi por ahi que la piensan mandar al conservatorio (1) — dijo Kaito guardando la foto de su prometida—, bueno, eso fue lo que me dijo tu madre.


Un gruñido de Len fue su respuesta.


Rin era la hermana gemela de Len. Iguales pero diferentes a la vez. Dos caras de una moneda o reflejos de espejo. La gente del pueblo solía tomarles el pelo con expresiones como “Gotitas de agua”. Y es que eran fisicamente parecidos, a pesar de su género y personalidad.


Aunque era menor que él por 7 minutos, según su madre, eso no la hacía la sumisa de los dos. Al contrario, era bastante activa e impulsiva. Si algo no le gustaba, lo decía y ya. A pesar de eso, generalmente era una jovencita dulce y amable, y – hasta Kaito lo decia – , muy bella. Su cabello rubio y ojos azules la hacian ver como un angel caido del cielo, según su padre. Su voz era legendaria entre las jovenes del pueblo. Hasta ahora usaba su talento en el coro de la iglesia, hasta que su madre empezó a considerar la opción de mandarla al conservatorio, pero habia que esperar a que Rin cumpliera 16 para hacer el viaje a la capital.


Por su parte, Len era el mas tranquilo y pasivo de los dos. Siempre se esforzaba en sacar buenas notas en la escuela, en portarse bien tanto en casa como en la calle. Fue educado para ser todo un caballero. Ahora bien, próximo a cumplir 14 - ¡Oh, La entrada a la hermosa y caótica adolescencia, donde los deseos mas ocultos y profundos salen con la fuerza de un géiser!, ¡hermosa época! - las cosas empiezan a verse desde otra perspectiva, aunque no se daba cuenta aun; pequeño ingenuo, queridos lectores.


Al igual que Rin, tenia una voz muy buena, algo aguda, pero agradable. Desde niño se dedicó al piano, escuchando excitado las sinfonías de Beethoven, Mozart y Chopin. Al igual que Kaito, Len tenía alma de poeta. Cuando no se dedicaba a las tareas de escuela o a los oficios religiosos (Estaba estudiando para monaguillo), se entretenía con su poesía, aunque lo hiciera escondidas, ya que Kaito y sus padres solían reirse de ellos, aunque Rin, entre sonrisas, le decía a menudo que eran muy buenos, cosa que él le agradaba mucho oir.


Justamente estaba componiendo un poema para Rin. El cumpleaños de los gemelos se estaba acercando y sus padres iban a hacerles una fiesta en el jardín. Tambien dijeron que este año iba ser un cumpleaños diferente, con algunos cambios.


¿Diferente? ¿Cambios?


Si cada año era lo mismo: Una reunión familiar con los insulsos familiares, riendose de chistes que Len y Rin no entendían y bebiendo whisky y sake sin parar. Eera en esos casos en que ambos se escapaban al cuarto que compartían desde que nacieron para seguir jugando al guerrero que rescata a la doncella del dragón y de la Pitonisa (2)


Ninguno de los dos sabía, que su cumpleaños numero 14 desencadenaría muchas cosas.

Bastantes cosas.



-o-o-o-o-o-o-o-



Authors's Note:

(1) Un Conservatorio (del lat. conservatorĭus) es un establecimiento en el que se imparten clases relacionadas con las artes. Aunque la mayoría se centran en la música también hay algunos en los que se imparten clases de danza y declamación.

(2) Jajaja XDDD Synchronicity ocupa mi mente :3 Una saga espectacular (Yo, que estoy decepcionada de Final Fantasy (hasta el punto que le hice un putrefacto funeral al ultimo que me compraron), Encontré consuelo en ella.

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Acto 2: Adolescence, Part I


“¿Que importa que la vida, en desiguales épocas se deslize entre lagrimas, Que como un debil hilo se rompa de repente si aun os queda el alma...?”

Victor Hugo, Chants du Crépuscule

-o-o-o-o-o-o-o--o-o-o-o-o-



El suave olor del trigo amasado con tomillo, laurel y hierbabuena indicaba que ya faltaba muy poco para la hora del almuerzo. Se oye claramente el sonido de las cucharas batiendo, los cuchillos enterrándose en las tablas de madera y los cazos manipulándose en la cocina. El Sr. Kagamine silba alegremente por el vestíbulo. Por el jardín se escucha el estrépito de una de las mulas pateando la caja de tomates hasta volverla puré rojo. En la zona de los dormitorios sin embargo, estaba muy tranquilo y silencioso.


Len caminaba con paso pausado hacia su habitación localizada en el ala este de la casa. La conversación con su amigo de infancia lo ha dejado pensativo y taciturno.


Hacia unos dias, sus padres les anuncirion que iban a remodelar la casa (¿Para que?, pensaba Len) y entre esos cambios incluian el cuarto de los gemelos.


Torció a la izquiera para entrar a la ultima puerta, que daba su habitación que compartia con Rin.


Era una habitación amplia y luminosa, con grandes ventanales alargados que proporcionaban aire fresco cuando hacía calor y que solo se cubrian con gruesas cortinas con motivos decorativos de bananas (la fruta favorita de Len) y naranjas (la fruta favorita de Rin) cuando hacía demasiado frio o demnasiado sol. Habia varios candelabros en el techo y varias mesas para colocar los enseres; en la pared estaba el enorme armario con la ropa de ambos y al lado, un escritorio y un librero. En el centro de la habitación habia una amplia cama matrimonial de forma rectangular y sabanas de lino.


Len se acercó al estante de libros y sacó un tomo de piel gastada y broches de bronce. Era un album de fotos. Abrió una página al azar. Una foto de ambos cuando eran pequeños, en la enorme tina del baño, sonriéndole a la cámara. Sonrió ante la imagen.


Desde que nacieron, los gemelos Kagamine siempre estuvieron juntos: ademas de compartir la placenta, el vientre materno y la leche de su madre, bebieron del mismo biberón y durmieron en una cuna suficiente amplia para los dos – usando mamelucos rosas y azules, para poder distinguirlos – compartian los mismos juguetes y les gustaban los mismos cuentos (Siendo sus favoritos los de Cendrillon y el de Moonlit Bear (1)), los bañaban y los vestían juntos; buscar un momento en que no estuvieran juntos era muy dificil de hallar, estimados lectores.


Esa forma de criarlos influyó poderosamente en ellos: Si se llevaban a Rin para alguna parte sin Len, (o viceversa), ambos estallaban en llanto y nada que hicieran o les dieran los callaban hasta que volvieran a estar juntos.


Se adoraban, mis amigos lectores. Y con los años su adoraban más y más. Jugaban y leian juntos. Terminaron yendo a la misma escuela – a pesar de que en un principio querian llevar a Rin a una escuela de señoritas, pero se descartó la idea tras los berrinches de los gemelos – y tomando clases de canto y religión en el mismo lugar. Se abrazaban y se consolaban mutuamente en las las noches tormentosas. Robaban el maquilllaje de su madre y jugaban entre ellos pintándose labios y mejillas de payaso y bigotes de pirata. Se disfrazaban e improvisaban historias de monstruos, caballeros y princesas. Le jugaban bromas y travesuras a las gobernantas como viendose y luciendo exactamente iguales (en ese caso, Len quitándose la coleta o Rin haciéndose una), o intercambiando ropas para poner desorientada a la niñera. Se solían darse pequeños tesoros y regalos al otro, un caparazón de escarabajo, una flor de Lis, una mariposa disecada, una piedra bonita, una nuez partida donde se extraia cuidadosamente el fruto... y los guardaban en una cajita de rapé en las profundidades fragantes del armario. Si, mis estimados, esos fueron años de absoluta felicidad.


Y las cosas mejoraban cuando llegaban ciertos fines de semana, ya cuando sus padres iban a la cuidad por negocios o para una fiesta o a visitar a alguien, Len y Rin se escapaban para pasar ratos agradables en el parque, jugando en los juegos, alimentando a las palomas, observando la las gentes pasar, reirse de las gracias de los payasos y acróbatas callejeros o simplemente observar juntos desde una parte secreta del parque, las nubes esponjadas blancas y rosas como algodón de azucar, las coloridas cometas del mes de Agosto o el imperturbable y rojizo atardecer.


Len suspiró. Como deseaba que retrocediese a esos tiempos, donde solo les importaba jugar hasta caer rendidos, abrazados en su cunita. Daría hasta su alma por ello...


—¡Hola Len!


Len volteó de inmediato la cabeza al origen del sonido. Sonrió. Rin estaba en la entrada de la puerta , sonriente como siempre, sosteniendo su libro de canciones.


—Hola Rin. ¿Como te fue en el ensayo del coro?


—Se canceló. A Teto se le dió por comer helado antes de venir y al momento de hacer un tono alto se le salió el gallito. Fue muy gracioso—dijo riéndose, Len se rió tambien—El padre decidió dejarlo hasta ahi para mañana. ¿Miras las fotos?


—Este... si—musitó Len sintiendo vergüenza por haber sIdo pillado viendo las fotos vergonzosas de ellos cuando eran bebés.


—¿Puedo verlas contigo?—la sonrisa de Rin era aun mas amplia.


Len asintió y se hizo a un lado. Ambos se sientan en el borde del enorme lecho. Los gemelos durmieron allí desde que dejaron la cuna a los 3 años, desde entonces se acurrucaban entre los almohadones de Rin y el peluche de Banana en pijama de Len (1), siempre con los dedos entrelazados, despues de haber recitado sus respectivas oraciones, perparándose para enfrentarse a los monstruos peludos y con ojos saltones del libro de monstruos de la Biblioteca que salían todas las noches del armario para aterrorizar a su hermanita; pero Rin no temía, pues allí estaba su ruidoso caballero para protegerla.


—¡Oh Len, mira esto!—exclamó Rin sobresaltando a su hermano y señalando una foto


—¿Que es, Rin?—preguntó Len y miró por enima de su hombro para ver lo que ella encontró


Era una foto de su Primera Comunión. Len y Rin sonrieron. Ese fue un acontecimiento realmente especial: Hacía un radiante día estival en la capilla. Rin se veia angelical con su vestido y zapatitos blancos y lucía muy adorable con el adorno de lirios en sus rizos que le habian hecho para la ocasión y Len no se quedaba atrás, como todo un señorito con su frac blanco y un ramillete de flores en la solapa de su camisa. Rin se rió al recordar como, presa de los nervios, Len se persignó con la mano izquierda y le sacó la lengua al Padre al recibir la comunión; eso avergonzó muchisimo al pequeño, pero terminó sonrieendo al ver como su gemela lo imitaba, a pesar de que Kaito se desternillaba de risa

—Len... —musitó la rubia de pronto, mirándolo—, ¿porque papá y mamá quieren que tengamos cuartos separados? Yo no quiero, Len... ¿Ya intentaste hablar con ellos?

—Si, lo hice—musitó Len sonriendo amargamente—, y dijeron que era hora de hacer cambios, porque muchas cosas van a pasar...


—¿Que cosas?— preguntó Rin—. No lo entiendo.


—Yo tampoco.


Se quedaron sentados en silencio. Solo se escuchaban los débiles gorjeos del turpial gordo en su jaulita puesta en la ventana. Rin volvió a comtemplar el album de fotos, pasando las páginas mecanicamente. Len solo la miraba hacerlo, perdido en sus pensamientos. ¿Porque sus padres querian separarlos si siempre estaban juntos, como hermanos? Siempre ha sido asi y debería seguir siéndolo. Pero... había otra cosa que lo estaba fastidiando desde esta mañana y que no se sacaba de la cabeza...

—Rin...

—¿Si?

—¿En verdad te irás al conservatorio?—Len la miró con el corazón en el puño. Ignoraba cuanto exactamente duraba una persona en esos lugares, pero estaba seguro que eran años. Len sintió vertigo. ¿Pasar años, (¡años!), sin Rin? Incluso la perspestiva de estar alejado de su adorada hermanita un fin de semana le disgustaba muchísimo.

Rin agachó la mirada


—No lo se... —dijo en voz baja—, Mamá dice que allí podré dedicarme en serio a lo que me gusta: cantar; que podré presentarme en conciertos en las óperas de París, ante gente importante, ¡inclusive ante el mismísimo Rey de Francia!—ante cada palabra Len se ponía cada vez mas y mas triste. Estaba seguro que ella se iría, (¡Quizas para siempre; oh, que desdicha!) del pueblo... y peor aun, de él—pero... —Len alzó la cabeza y la miró a los ojos. Ya empezaban a formarse gotas de lágrimas en las sedosas pestañas—¡No quiero irme del pueblo! ¡Aqui estan mis padres, mis amigos, el coro... y...! ¡Tu, Len-kun! ¡No quiero que nos separen, Len! ¡No quiero estar sola...!—sollozó levemente, sosteniéndole las manos al sorprendido jovencito.


—Nunca estarás sola, Rin...—susurró Len abrazándola delicadamente, apoyándola en su hombro—Jamás nos separarán; somos gemelos, ¿no? Siempre estaré aquí. Te prometo que siempre estaré contigo, hasta el día del Juicio Final...

—¿Lo prometes?—musitó Rin sacando la cabeza para mirarlo. Len le sonrió y con la mano le secó los rastros humedos de su llanto.

—Lo prometo.


-o-o-o-


Los rayos de sol le dieron en plena cara. Gruñó molesto y se puso boca abajo para tratar de seguir durmiendo un poco mas, hasta que un amortiguado grito lo hizo incorporarse. Rin estaba sentada a en la cama, mirándo horrorizada las sábanas, como si no pudiera creer lo que estuviera viendo y respiraba agitadamente, sujetándose el vientre, como si algo le doliera.

—¡Rin! ¿que te sucede?— exclamó Len preocupado por su hermana. La abrazó protectoramente y le besó la frente—¿Estas bien? ¿Tuviste una pesadilla?

—Len...—musitaba asustada la muchacha—Mira, mira eso...

El rubio buscó lo que asustaba a su hermanita. No le costó encontrarlo, pues las sábanas de su cama eran blancas: Una mancha de sangre de color marrón rojizo de tamaño considerable en medio de ambos.


—Len, me duele...—musitó la muchacha entre sollozos sujetándose el vientre con mas fuerza. El muchacho se preocupó aun mas que antes—Me duele mucho...


—Tranquila, hermanita. Ven, busquemos a papá y mamá. Resiste, por favor—dijo Len ayudándola a levantarse. Allí lo vió: un arrollo de sangre salia entre las piernas de Rin, manchando el suelo y su camisón blanco. Al verlo, Rin soltó un grito de horror y se desmayó—¡Rin!—logró agarrarla antes de se diera contra el suelo; presa del pánico, Len empezó a gritar—¡Meiko-nee! ¡Meiko-nee!


Una mujer de aproximadamente 18 años entró corriendo donde segundos antes pensaba levantar a estos “dos burros flojos”, según ella. Se llamaba Sakine Meiko y era la gobernanta principal de los gemelos. Len y Rin la llamaban “Meiko-nee” porque la consideraban como su hermana mayor, pues ella se encargó de ellos cuando sus padres salían. Era de carácter recio y fuerte, bastante picarón, aunque con Len y Rin era generalmente muy cariñosa y alcahueta, ocultándoles sus travesuras a los otros sirvientes e incluso ayudándoles en sus tretas. Tenia un cuerpo voluputoso (y estaba tan orgullosa de tenerlo que usaba ropas muy apretadas para presumir ante sus amigas) cabello castaño corto y ojos oscuros. Sostenia una botella de sake en la mano.


—¿Ahora que les pasa, eh?—miró el cuerpo desvanecido de Rin—Que broma le hiciste ahora, Len-kun?—preguntó enojada


—¡No le hecho nada!—exclamó Len, indignado—¡Despertó asi! ¿Que le pasa, Meiko-nee? ¿Esta herida?


Meiko repara en la mancha de la cama y en las piernas y camisón de Rin. Se queda estupefacta una milésima de segundo... Luego sonrie cansinamente. En esas Rin recupera el conocimiento.



—Rin esta bien, Len-kun... es solo...


—¿Solo que?—preguntó Len desesperado por saber que le pasaba a su hermanita.


—Es solo que ya se ha vuelto una mujer.


Len mira a Rin sin entender ni una palabra de lo que acababa de decirles. Rin estaba igual.



—Saben lo que significa, ¿verdad?


Ni Len ni Rin sabían que significaba exactamente eso. Lo que era seguro, queridos lectores, que eso tomaría un muy oscuro y turbulento rumbo.




-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-




Authors`s Notes ( & News):



1. Me fascina la actitud loca de Miku en “Saga Moonlight” sobre todo “Moonlit Bear” deberian verlo es genial Estamos pensando presentar algo basado en esa saga, en el genero del horror (rie maléficamente)


2. Ehhhhh..... Estoy segurisima que no existian los peluches de las bananas en pijama – Y que Len tenga uno... ¡pero él es tan lindo! *babea* - (¡Joder, esa serie de Nickelodeon es tan vieja... me estoy volviendo vieja (?)) en el siglo XVIII, pero lo incluí para dar un toque humorístico (que seguro fracasó estrepitosamente, lo se U.U”) a este Degeneradus Circu


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Hasta allí llegamos.
Se los pedimos amablemente Razz Ayudenos a que este "Degeneradus Circus" sea un exito pero sin llegar al límite del mal gusto.

Link al fic: Of Sade's Love Stories and other Blasphemies
Autor: sess_x_kagome_4ever.


Última edición por Kirry el Mar 21 Jun 2011, 01:57, editado 2 veces (Razón : Editar algunos detalles que no vienen al caso / título / links.)

Shaw P.
Invitado


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Of Sade's Love Stories and other Blasphemies (Vocaloid) Empty Links del fic.

Mensaje por Shaw P. Sáb 18 Jun 2011, 18:58

¡Hola de nuevo! Mil disculpas, Madmoiselles, olvidé poner los links.

Fic:

Author:

Ahora si. ¡Rogamos su ayuda! Estas bufones queremos entretener correctamente jocolor

Saludos.

Shaw P.
Invitado


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Of Sade's Love Stories and other Blasphemies (Vocaloid) Empty Re: Of Sade's Love Stories and other Blasphemies (Vocaloid)

Mensaje por Kirry Mar 21 Jun 2011, 01:50

Bien, como invitado no puedes poner los links directamente. Debes hacerlos del siguiente modo:
www. fanfiction. net

Pero navegando por ff.net me encontré con el link a la historia y al autor.
Link al fic: Of Sade's Love Stories and other Blasphemies
Autor: sess_x_kagome_4ever.

Recuerda Shaw esto no es una página para publicar fanfics, si no para buscar beta o una crítica por lo que debes obviar detalles como las típicas notitas entre autores y otros comentarios.
Saludos.
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Of Sade's Love Stories and other Blasphemies (Vocaloid) Empty Re: Of Sade's Love Stories and other Blasphemies (Vocaloid)

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