Los amantes de Forks, por Zoe Potter Reid Friki.

Spoiler:

Érase un día soleado y relampagueante de Enero en El Perdido Fandom; los pajarillos cantaban, los niños jugaban y las Víboras criticaban.

Una Sonrisa decidió aprovechar el hermoso clima para salir a pasear por allí, y dado que todo estaba en calma, no se hubiese esperado que nada irrumpiera su pequeño momento de relajación. Pero, ¡oh! Cuál fue su sorpresa cuando un Sumario Salvaje saltó a atacarla:

una pareja que se enamora, pero el padre de ella quería un marido con dinero para su hija y el joven se dio un plazo de 5 años para volver y no lo consiguió, al final acaba en tragedia.

La Sonrisa esquivó el ataque y se colocó en posición de batalla, pero el Sumario no se movió; lo que es más, simplemente la miró, durante unos minutos que parecieron eternos. Entonces ella lo entendió. “Me está invitando a entrar a su Historia” pensó, “o bueno, lo está intentando”, e hizo especial énfasis en el intentado. ¿Por qué? Se preguntarán, mis queridos lectores, pues porque la Sonrisa no entendía el afán de resumir toda la historia de un tirón sin dejar ninguna incógnita por resolver. Según ella (y según yo), en un sumario debía exponerse de qué se tratase la cuestión, sí, pero no contar todo lo que pasase, ya que entonces, al saber absolutamente todo el quid de ella, ese atractivo inicial que debió existir, desaparecía.

Frunció el ceño ante la peculiar no muy trabajada bienvenida, pero aún así decidió adentrarse en la Historia. Caminó despacio hacia su interior, deseando rescatar todos los detalles posibles al respecto y no muy convencida de lo que fuera que se encontrase dentro. ¿Por qué decidió ir, entonces? Bien por masoquista, bien por divertirse.

En Forks, un joven llamado Edward Cullen, se enamoró de Isabella, hija de Charles Swan. El padre no tenía otra hija y era muy rico.

Los jóvenes se amaban mucho, hasta el punto que se hablaron. El joven le dijo que la deseaba tomar por esposa, ella respondió que el deseo de ella era el mismo, pero que supiese que nunca lo haría sin que su padre y madre se lo mandasen. Entonces, él la quiso más.

El era un buen joven, pero no tenía riquezas. El joven dijo a la doncella que, como su padre tan sólo le despreciaba por la falta de dinero, que si ella lo quería esperar cinco años él iría a trabajar por mar y por tierra, donde poder ganar dinero. Ella se lo prometió.

Peleando contra los moros, ganó pasados cinco años cien mil sueldos, por mar y por tierra.

La doncella en este tiempo, fue muy importunada por el padre para que tomase marido. Su respuesta era que había votado virginidad hasta que tuviese veinte años, diciendo que las mujeres no debían casar hasta que pudiesen y supiesen regir su casa. El padre como la amaba la quiso complacer.

Pasados los cinco años el padre le dijo:

Nuestra protagonista no pudo hacer más que sorprenderse de la velocidad de los Hechos dentro de la Historia. La Información era soltada de una manera tan rápida y precaria que parecía ser de muy poca importancia, totalmente prescindible al punto de la historia. Pero en cuestión ese no era el caso. Muy al contrario, esos datos eran sumamente importantes a los fines de la Historia. Entonces, ¿por qué no se ahondaba más en ellos? ¿Por qué no se contaban con más cuidado? ¿Con más tiempo? A través de esos cinco párrafos no se podía sentir ni el amor ni el compromiso de Edward y Bella, y tampoco, al terminar esa introducción tan pobre, se podía saltar cinco años con un cartel de “Pasados los cinco años”.

¿Cómo vivió la señorita Isabella esos cinco años a nivel sentimental? ¿Y el caballero Edward? ¿O qué pensó el padre de ella? ¿Y la madre (que no parecía pintar ni cinco)? A ella, que era una gran amante de los buenos personajes bien trabajados en las buenas historias, le dolió en el alma que estos estuviesen tan mal llevados.

A pesar de todo, decidió seguir de largo. Como era evidente, el padre casó a la muchacha, quien aceptó tras ver que su amado no regresaba. “Entonces tanto no lo amaba”, pensó la Sonrisa, a quien no solamente el hecho del poco sentimiento demostrado le había llamado la atención:

En seguida el padre la desposó y al poco tiempo se realizaron las bodas; y el otro llegó.

El enamorado se puso tras el lecho de su amada ya desposada y le dijo:

- bésame que me muero.

Ella repuso:

- No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si ha Dios no os ha complacido, tampoco me complace a mí.

¿Cómo era posible que de repente Edward apareciese detrás de la cama de Bella? ¿Se había teletransportado? ¿O tenía la velocidad de un vampiro, como se suponía era en el original? La precaria Narración, de la que seguramente alguien se encargaría más adelante, daba saltos tan inesperados que causaba incoherencias más grandes que Asia, y cuando no eran saltos, todo lo demás sucedía a la velocidad de la luz, sin que la Autora se tomase el tiempo de contar la historia debidamente y sin que los Lectores tuviesen tiempo de comprenderla, volviendo la Trama de la Historia un sinsentido.

Con más dudas que otra cosa, y sus expectativas de la historia bajando en picada, la Sonrisa volvió a lamentarse por sus adorados Personajes.

—¡Ay, mis queridos! —soltó, en algo que pareció un sollozo—, ¿qué les han hecho? Ya no hablemos de lo faltos de emociones que se ven a lo largo de esta Historia (culpa de Narración, no más), sino de sus personalidades tan desconocidas. Bella, ¿eres tú? ¿La chica insegura que en el original amaba a Edward con todo su corazón? ¿Esa que ahora se lanza a los brazos de otro hombre pese a que al principio decía amarlo? ¡No te reconozco, querida!

La Sonrisa se giró dramáticamente y con una expresión claramente enojada.

—¡Y mi querido Edward, no hablemos de ti! Tan puntual y hábil en lo que haces, que ahora te has convertido en un dramático ser que literalmente, unas cuantas líneas después, mueres por un beso que no se te ha dado. ¿Que no eras fuerte? ¿Que no te alejaste de tu amada para protegerla y fuiste capaz de vivir sin ella mientras supieses que esta se encontraba bien? ¿Que no preferías el bienestar de Bella sobre el tuyo propio? ¿Y qué no ves que ella parece estar bien con ese marido suyo salido de la manga? Pues yo digo que no, que no eres el mismo del que yo hablo. ¿Quién eres y qué le has hecho al señor Cullen?

Entonces nuestra protagonista volteó al frente.

—En cuanto a ti, Autora querida, ¿notas algo interesante entre mis diálogos? Así es, se llama guión largo, así empiezan los diálogos, y con mayúscula. Deduzco que lo sabes, y que también sabes poner bilaterales, ya que a veces lo haces y a veces no. ¿De qué se trata, entonces? ¿Escribiremos bien o no? Hay que revisar antes de publicar, y no lo digo yo, lo dicen las Normas.

La Sonrisa regresó a la historia, claramente fastidiada.

Acordaron esforzarse y lo llevaron a casa de su padre. Lo hicieron con gran afán y no fueron oídos por nadie… A la joven le vino al pensamiento de cuánto la quería Edward y de cuánto había hecho por ella, y que por no quererlo besar había muerto.

Acordó ir a besarlo antes que lo enterrasen, se fue a la iglesia Saint Peter, donde estaba.

Las mujeres honradas se levantaron por ella. Ella no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le descubrió la cara apartando la mortaja, le besó tan fuerte que allí murió.

Las gentes que venían que ella, que no era parienta, estaba así sobre el muerto, fueron para decirle que se quitase de allí pero vieron que estaba muerta.

El marido contó a todos a los que había delante el caso según ella se lo había contado. Acordaron enterrarlos juntos en una sepultura.

Al igual que ustedes, nuestra querida Sonrisa no podía creer que después de que Edward muriera y Bella sostuviera una conversación de lo más irreal con su marido, la Historia terminara así, de repente.

Conforme regresaba a su hogar, hizo un recuento de lo que la historia le había parecido: un sinsentido total. Las muertes se daban de la nada, totalmente incoherentes, y los Personajes eran tan planos como una tabla. La Narración, tan necesitada y tan ausente, hacía que la Trama avanzase a trompicones y de manera totalmente acelerada. Se lamentó por haberse tropezado con ese Sumario Salvaje.

En cuanto entró al Antro, su querido hogar, fue a correr la voz del esperpento que se ocultaba en las profundidades de El Perdido Fandom...

...quizá alguna Víbora pudiese encargarse del asunto.

FIN.



PD: lel, no sé qué fue eso, pero me divertí mucho Espero que no sea nada erróneo, si no, me hace falta un estirón en las orejas. No sé si podre conectarme esta semana, así que ¿alguien podría gashetear por moi? Gracias de antemano

Vengo haciendo doblepost por una cuestión muy importante. Gracias a Puntos y su perturbados pensamientos potísticos, e investigando un poco, tenemos que el fic fue sacado de Wikichorra, copiado y pegado, tal cual, sin cambiar nada más que los nombres (lo sé, tendría que haberme dado cuenta por la respuesta, pero estuve algo lenta. Mil perdones).

Me parece que hacer eso es un poquito ilegal, ya que aunque la leyenda es de dominio público, lo que ella copipasteó no lo es del todo, pero si pudieran ilustrarme un poco... Y en caso de que se requiera un review, enviarlo también (puesto que por ahora no tengo tiempo. Mil perdones de nuevo).

¿Podría, alguien?