Crítica a One-Shot [Naruto]
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Crítica a One-Shot [Naruto]
Hola !
Quise poner este OneShot aquí y ver que opinaban. Lo leo y tal vez esta medio mal construido y que sé yo. Recalco, no me centré en los personajes narrando descripciones físicas, así que hay muy —bastante— poco de eso.
Es un ItachixDeidara del Fandom de Naruto. Esta narrado tomando como protagonista a Deidara.
Aquí el único capi.
Espero sus críticas para mejorar en lo que falle. (: !
La página de AM esta inestable, así lo dejare aquí abajo:
Quise poner este OneShot aquí y ver que opinaban. Lo leo y tal vez esta medio mal construido y que sé yo. Recalco, no me centré en los personajes narrando descripciones físicas, así que hay muy —bastante— poco de eso.
Es un ItachixDeidara del Fandom de Naruto. Esta narrado tomando como protagonista a Deidara.
Aquí el único capi.
Espero sus críticas para mejorar en lo que falle. (: !
La página de AM esta inestable, así lo dejare aquí abajo:
- Spoiler:
- Deseo por valee_IU
Con disonante melodía, las minúsculas gotas de agua golpeaban aquella turbulenta noche de tormenta tu ventana.
Yacías acurrucado en postura fetal en tu lecho, en una habitación lóbrega y húmeda por la escasa luz, reflexionando acerca de la completa maraña de pensamientos que estaba hecha tu cabeza. Tu mente estaba tan devastada que no lograbas ni un concepto coherente de lo que te proponías analizar. Simplemente eras un desastre. Hasta tu razonamiento había resultado trastocado. Y no, no era lo único.
Reíste con locura. Sólo pensar que tu vida se había vuelto un revoltijo sólo por causa de él, te hacía tentarte de la risa. ¿Cuando había podido alguien desorganizarte la existencia y ponerte todo patas arriba?
Lo habías conocido aproximadamente hacía casi un año. Su personalidad caracterizada por su desatención te atraía como un imán… Entre más el te rechazaba, más embelesado caías en sus redes de lujuria.
Habrías deseado con todas tus fuerzas jamás haberte dado el placer de conocerlo, pero una vez que alguien sabía su nombre, estaba condenado. Itachi. Sentenciado a divagar entre los morbosos pensamientos que tomaban por actores a ti y a él en situaciones comprometedoras y muy, muy subidas de tono.
Hasta que por fin aconteció un día, un milagroso y bendito día.
Tus sueños se hacían parte de la realidad, tomaban forma y color y adoptaban ese rostro que tanto te hacía fantasear. Ese pálido rostro y esos profundos y negros pozos de obscuridad.
Luego de un año de vagar tras su sombra, de perseguirle con fervor y suplicarle un contacto a aquel pelinegro. Luego de todo lo transcurrido y de sacrificios propios. Realmente no sabías que hacías, como tu vida había dado vueltas y vueltas y había terminado esa noche, en esa cama. En tu cama.
Habías por fin conseguido ese vínculo. Eras dichoso de ser el que ahora arrancaba gemidos desde su garganta, el que comía con ansias y desespero sus carnosos labios, el que tocaba su cuerpo y lo hacía delirar con cada roce. Esos ardientes besos cargados de excitación.
Disfrutaste del contacto con su níveo, terso y sudoroso cuerpo.
Sentir, cómo desde los poros se te escapaban las ganas de amar y de tu anhelación reciente: el sentirte suyo. De volverte un fiera sobre él, de lamer cada centímetro de la dulce piel, para luego de mojados besos permitirle el acceso a esa zona.
Con frenesí experimentaste la entrada y salida de ese cuerpo extraño en tu interior y que te propinaba un cándido y prohibido placer. Esa escena que se hacía parte de sus sueños por las noches calurosas de verano, donde a la mañana siguiente siempre tenías tu recompensada y potente erección.
Ahora era real, esa ágil mano bajaba por tu pecho, delineaba tu ombligo hasta posarse con firmeza sobre el latente miembro allí abajo. De a poco apretando y experimentando, mientras tu dejabas salir deseosos jadeos con un intento de articular su nombre, y el te dirigía miradas lascivas de vez en cuando.
No fue hasta cuando él salió de tu interior, y se percató que aún seguías empalmado. Se dedicó a mirarte un vez más, podías ver la excitación en sus dilatabas pupilas, y cómo poco a poco bajó, hasta lamer con cautela y de obscena manera la punta de tu glande haciendo que liberaras entrecortados gemidos pidiéndole que parara, como un niño pequeño. Pero eso no pasó.
Su lengua ávida de placer bajo por tu rígido miembro, redondeando su pasar, hasta llegar a su base y besarte y comerte todo. Volvió su cabeza, para percatarse que te habías afirmado de la baranda del respaldar de la cama, con los ojos entrecerrados en una mueca extasiada y aún y con todo, excitado. No lo pensó más y metió toda tu virilidad en su boca, para volver a ese descompasado y furioso sube y baja torturador, para parar en seco subir y obligarte a decir: "Pídemelo, dime que lo quieres". Lo dijo con voz ronca, cargando cada fonema con erotismo. De tu boca apenas salieron súplicas de que continuara, y bajó a terminar de envolver con su hábil lengua aquello caliente que sobresalía.
Pronto comenzaste a experimentar esas cosquillas debajo del ombligo. Esas descargas de electricidad que se hacían más intensas y más frecuente a medida que el apresuraba su marcha. Le advertiste que estabas a punto de correrte, mas él no dejo de lamerte y terminaste por correrte en su boca.
Te excitó más aún, ver cómo sin pudor ni ninguna clase de asco esperado por ti que apareciese, cómo él se tragara toda tu semilla y se relamía los labios con ese mismo erotismo impregnado en su mirada.
Te observó, y te obligó con la mirada a bajar la tuya y encontrarte con la sorpresa de que lo habías vuelto a excitar. Volvió a besarte con sed de ti, mordiéndote el labio inferior y acercándose a tu oído, sólo para decirte las obscenidades que nunca pensaste escuchar y extrañamente, y nuevamente esa noche, volver a calentarte.
¿Cuántas veces en tu vida habías estado caliente y te morías de las ganas por sentirlo dentro tuyo por tiempo tan prolongado y tantas veces?
Tú sabías que esa sería la única noche.
Te tomó de las caderas y acto seguido se dispuso a entrar por segunda vez en ti. Se sintió tal y como la primera vez, mientras que tus paredes lubricadas le daban a él una mayor velocidad y un mayor placer para ambos. Viste su ceño fruncido y como las gotas de sudor le corrían por la frente tratando de tocar nuevamente ese "punto G" en ti.
Siguió embistiéndote con locura, el aire se volvía pesado gracias a sus ardientes respiraciones y los jadeos que parecían enardecer aún más el ambiente.
Escuchaste salir de la boca de ambos esos ahogados gemidos precediendo lo que vendría: ese tal anhelado y ansiado orgasmo final. El se corrió dentro de ti y las embestidas paulatinamente fueron decreciendo, hasta quedar totalmente quietos.
Hasta allí todo había ido de maravillas, sin mencionar que había sido la mejor sesión de sexo que habías tenido y que ni en tus más pervertidas imaginaciones habrías podido recrear.
Todo.
Todo hasta que despertaste esa mañana. El frío matutino colado por la abierta ventana hizo que se te erizaran los bellos del cuerpo, haciendo de mala gana levantarte y encontrarte en soledad.
¿Hacía cuanto que estabas durmiendo solo? Se te crispó el cuerpo mientras que la ira te hervía y comenzaba a subirte amenazando con no irse a menos que arrojaras algo lejos o hicieras pedazos alguna cosa.
¡No! Estaba bien, tú lo habías perseguido por mucho tiempo, sí, lo habías conseguido por fin, pero… ¡No era para que aquel individuo te dejara durmiendo solo!
No como las putas de burdel barato que te dejan a media noche desolado y a la mañana siguiente te encuentras con el papelito con la suma escrita que debías pagar, ¡no señor!
La decepción te embargó y no quisiste pensar más sobre el tema. Te levantaste pero mientras lo hacías, divisaste que, sobre el pequeño mueblecillo de roble descansaba un pequeño papel mal cortado, y que decía:
"97582531. Ya sabes, sólo llama, a cualquier hora."
Tu boca se curvó en una pícara sonrisa. De tu mente se alejó de inmediato la ira incontenible y te encontrabas sonriendo como un verdadero estúpido.
¿Así que él estaba disponible para ti? Vamos, que eso ya es un punto a tu favor.
Esperabas volver a repetir esa cita, repetirla pero el doble o el triple si te era posible. En el fondo sabías que no lo hacías sólo por sexo, tenías enterado que en todo ese tiempo había nacido en ti un sentimiento más allá que sólo desearlo. Lo querías para ti en cuerpo y alma, en las buenas en las malas y en la cama.
Ya sabías tú que esa relación de a poco se fortificaría, nunca te equivocabas en las predicciones.
Te levantaste por fin de la cama, y cogiste el teléfono mientras esperabas que alguien contestara la línea. Mirabas por la ventana. Tan rápido como vino se fue la lluvia y tenía pinta de que el día se despejaría por el movimiento de las, ahora, algodonadas nubes.
Por fin te contestaron y aclaraste tu garganta y hablaste con tono seguro.
Te expresaste con propiedad, le recordaste tu nombre y él te recordó el suyo. Cómo olvidarlo, si apenas hace unos tres días tuviste sexo con él en tu habitación.
Ya habías agendado un próximo encuentro, y te encontrabas dichoso por ello.
Ahora sólo te faltaba esperar, y desear y rezar porque se repitiera lo de la vez anterior, aunque sabías que el también tenía ganas de ti, lo notaste por el tono en que te habló.
Ahora, sólo tendrías que aguardar a que llegase el día, y vaya que lo deseabas con ansias…
valee_IU- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 05/01/2010
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