Sobre alargaaaaar las vocales

Los conceptos estéticos aplicados a la literatura —hoy en día— son impredecibles por su versatilidad y afinidad al escrito del que se trate. Es necesario comprender de qué va la narrativa y trama del escrito en tela de juicio, para poder concientizar sobre las figuras empleadas y el modo en que se adhieren fervorosas a la expresión.

No es, hablando desde un punto literario, erróneo acceder a ésas expresiones, siempre que tengas modo de justificarlas. En el más de las ocasiones los errores en la producción literaria, se dan por cuestiones de malos aprovechamientos de recursos. Por lo que catalogar, sin más, a onomatopeyas tales es caer en prejuicios.

Está clarísimo que la procedencia de tales alargamientos de palabras en la literatura, y no es ni más que los decaídos años treinta. Años en que el cómic cobra una fuerza monstruosa y se vuelve una forma de expresión inspiraría a posteriori al movimiento Pop Art. En el cómic por estar enraizado al grafismo, requiere no sólo hacer énfasis en el dibujo sino lucrar hasta dónde le sea posible con el recurso del diálogo, para jugar de un modo u otro con la psicología del lector.

La literatura de nuestros días, aquella que viene dándose desde los liberales sesentas a los tecnológicos dos mil y fracción, es diferente a la concepción hecha por escritores del corte Chéjov, Kantemir, Tolstoi, Wilde, Cervantes, Racine y Bobadilla, y sin embargo continúan siendo los pilares inolvidables para infinidad de épocas siguientes a la nuestra.