Busco beta
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Busco beta
Hola a todos:
*no miren soy una atrevida ya que ni usuario soy del foro*
Estoy aquí tocando algunas puertas *toc-toc* estoy buscando una beta para un ffic original. Mi primero y con ansias de ir dejando poco a poco atrás los fandoms.
Lo que necesito es quien me ayude con algunos horrores de ortografía que se me escapen, el desarrollo de la trama *a veces suelo dar muchas vueltas jujuju* y uno que otro tirón de orejas si caigo en la cotidianidad del aburrimiento.
De antemano muchas gracias dejo mi correo por si alguien le interesa y un fragmento de l relato.
Saludos
miaka_fanfics@hotmail.com
*no miren soy una atrevida ya que ni usuario soy del foro*
Estoy aquí tocando algunas puertas *toc-toc* estoy buscando una beta para un ffic original. Mi primero y con ansias de ir dejando poco a poco atrás los fandoms.
Lo que necesito es quien me ayude con algunos horrores de ortografía que se me escapen, el desarrollo de la trama *a veces suelo dar muchas vueltas jujuju* y uno que otro tirón de orejas si caigo en la cotidianidad del aburrimiento.
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Saludos
miaka_fanfics@hotmail.com
- Spoiler:
La oscuridad es una constante en su vida desde que tiene uso de razón, con la humedad y el frio como compañeros haciendo mella en su delgadez, la que apenas es cubierta por esa túnica de suave algodón que se adhiere a su cuerpo cada vez que el agua le baña mientras Katrina le asea con minucioso cuidado, esmerando las zonas del cuello, muñecas y muslos, ahí donde siente aguijonazos de placentero dolor cuando él le visita y su presencia mortuoria le rodea sumiéndole en un estado de éxtasis, ese que ni el mejor extracto de belladona logra.
La mujer de manos cálidas termina con su trabajo dejándole tembloroso en excitación por la vista del amo, escuchar los ligeros pasos alejarse por lo que se sospecha un largo corredor, la expectación lo hace presa y con piernas tembleques ayudándose con sus manos contra la fría roca intenta ubicar la puerta, tropieza un par de veces y maldice a esa oscuridad que le cubre, manotea al aire buscando donde afianzarse encontrando su apoyo en otro par de manos, el aroma a canela agita su respiración, está ahí ya no hay necesidad de irle a buscar.
--No debes estar de pie—la voz es sedosa «añeja como de quien ha vivido mucho tiempo», piensa mientras se deja conducir hasta el lecho de paja y mantas de algodón donde es recostado y consolado por la agitación con una breve caricia en la frente, la misma que aleja algunos mechones del rojo cabello.
--Amo ¿puedo hacerle una petición?
--Dime Maxxie—el hombre acaricia los pómulos que retienen lo infantil de las pecas y lo generoso de la juventud.
--Las antorchas, podría encenderlas no me gusta la oscuridad...
No hubo respuesta a su petición, Maxxie cerró los ojos resignado a vivir en esa oscuridad pues no se atrevía a exigir que se le hiciera ese favor, siempre tan blando y sumiso a las órdenes de su amo quien no ha dejado de pasar sus largos dedos entre los mechones del rojizo cabello dando caricias mustias. El sueño lo venció esa noche, donde no hubo dolor lacerante en alguna parte de su cuerpo, ni se perdió en el éxtasis, donde su cuerpo convulsiona placentero derramándose con fluidos que son absorbidos por la precaria túnica que le cubre.
Esa noche el no-muerto se fue sin beber lo dulce de la vida.
Maxxie despertó abriendo sus ojos resignado a no ver nada más que la espesa negrura, pero grande fue su sorpresa cuando el ligero danzar de las llamas de las velas que descansa en el candelabro junto a su cama iluminan su entorno permitiendo ver lo que hay en esa mazmorra donde habita. Desde la fría y rugosa piedra de que están construidos los muros hasta los escuetos muebles que equipan el lúgubre lugar, su amo… su amo le ha cumplido su petición, sonríe cuando sus manos ocuparon toda su visión observándolas por primera vez, pequeñas y pálidas, frágiles como copos de nieve; sus pies otra agradable visión, movió sus dedos, los estrechó y sonrió aun más. Como era posible que algo tan simple como la visión de sus pies y manos pudiera causarle tal jubiló.
El de ojos rojos le observa desde las sombras, complacido esta por causarle alegría al muchacho que no para de examinar las extremidades de su cuerpo, lo ve tambalearse intentando ponerse de pie para llegar hasta el espejo, un traspié, otro más y se ve tentado a ir hasta él y auxiliarle en su travesía para alcanzar el espejo, pero el pelirrojo le demuestra fortaleza y cabezonería cuando alcanza el objeto anhelado.
--Hola Maxxie—saluda a su reflejo, nota lo rizado de su cabello rojo, lo delgado de sus cejas, sus altos pómulos llenos de pecas, pero lo que es más llamativo en todo el conjunto que forma su faz son sus ojos.
Bicolores…
Leonard deja descansar su cabeza en el respaldo cerrando los ojos, su mente rememora los últimos acontecimientos, permitiéndose viajar dieciséis años atrás cuando Marlene llego cargando entre sus brazos ese bulto que ahora habita las mazmorras de su mansión.
La mujer entra con cautela al despacho que Walter el mayordomo de la mansión le ha dicho es el de Leonard McKalister, sus ojos negros recorren ansiosos y nerviosos la estancia elegantemente amueblada, con tapices persa, muebles de finas maderas y cuadros que hablan de una larga línea genealógica, esa que se ha visto interrumpida cuando el único hijo de Thomas McKalister abrazó la oscuridad de la mano de…
--Maximus mi maestro—Leonard le mira desde la entrada anexa a sus aposentos, la mujer se agita al notar la presencia del vampiro y más cuando da fe de que ha estado leyendo sus pensamientos—¿A qué debo tu visita Marlene?
--Es lejano el tiempo desde la última vez que te vi Leonard—los ojos de la mujer que aun temerosos se posan en los rojizos del hombre que permanece inmutable en el resquicio de la puerta.
--Bien lo has dicho bruja, la cicatriz aun quema en las noches de luna nueva, pero no creo que estés aquí para recordar viejos aquelarres ¿o sí?—altanero y mordaz sonríe de lado notando el brillo lujurioso que remplaza el temeroso que mantenía la oscura mirada de la mujer que aparenta no más de una veintena de edad.
--Lamentablemente no, estoy aquí por esto—Marlene extiende el bulto que mantenía entre los brazos, un aroma desconocido y conocido a la vez golpea sus sentidos, el vampiro mira interrogante a la mujer.
--Eso es un…
--Si—le interrumpe—un nacido de una mujer humana y un no-muerto
--Un dhampiro—Leonard se acerca al bulto que se agita brevemente descubriendo el contenido, una bola de carne con caireles rojizos le mira con una intensa mirada de sus ojos bicolores.
--Vengo a entregártelo, mi señora Integra lo ofrece en sacrificio a cambio de que brindes tu semilla para procrear a su heredero en el próximo aquelarre.
La carcajada de Leonard se deja escuchar, burlesca de las palabras dichas por la bruja, esas mujeres casadas con el demonio que buscan de los íncubos la semiente que las lleven a procrear bastardos de la sangre, nigromantes poderosos, aquellos no susceptibles a los males de los no-muertos.
--Tu señora pretende que le entregue mi simiente para que sus viles entrañas engendren un bastardo pagándome con otro bastardo cualquiera.
--No es un cualquiera—ahora es su turno de sonreír, perversa y sátira es la mueca que se forma en los generoso labios de Marlene, esa bruja morocha de casta africana—este es producto de Maximus tu maestro y Stella… tu bella y adorada Stella.
Corta la línea de sus pensamientos cuando la voz de Katrina solicito permiso para entrar, Leonard mira la hora en aquel viejo reloj el cual disfrutaba contemplar cuando era niño, una centuria ha pasado ya desde entonces, pero el reloj sigue intacto en su funcionamiento al igual por su gusto por observarlo; ahora entiende el porqué de la interrupción de su ama de llaves, es hora de su visita a Maxxie.
miaka_zu- Invitado
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