Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
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Pierrot
Gregor Samsa
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Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
El inglés Iain Hollingshead acaba de recibir um premio literario internacional com su primer romance, Twenty Something. Sobrepasó escritores consagrados, como el elusivo americano Thomas Pynchon y el inglés Will Self. La distinción, sin embargo, no era para honrar la inauguración literaria de Hollingshead. Promovido desde 1993 por la revista Literary Review, el premio en cuestión se llama Bad Sex (o “sexo malo”). Su objetivo es distinguir anualmente la escena de sexo más “cruda, superficial, de mal gusto y gratuita” en un romance. La broma, sin embargo, resalta uno de los mayores desafíos de un escritor. Describir un acto sexual es bien más difícil (y claro, menos placentero) que practicarlo.
En el erotismo, los riesgos de un fiasco literario son enormes. Un tono arriba o debajo puede resultar en grosería o puritanismo, en humor sin gracia o en solemnidad risible. En entrevista a VEJA, dos años atrás, el escritor inglés Ian McEwan hablaba de las dificultades que el asunto impone: “El sexo es como la guerra: son temas que ya fueron abordados de todos los ángulos posibles”. El escritor que compone una secuencia erótica tendrá una multitud de antecesores mirando por arriba del hombro – de los antiguos Safo y Ovidio a los modernos Henry Millar y Philip Roth. Y es muy fácil repetir lo que ya fue hecho millares de veces. La escena de sexo de Hollingshead fue muy ironizada por la desastrada referencia al “volumen en el pantalón” del personaje masculino. La expresión de hecho es ridícula, pero sería perdonable si el resto del párrafo no fuera tan convencional. Nada más cliché que describir el momento del éxtasis como una explosión.
Otra tontería común a los escritores contemporáneos es la idea de que el sexo representa un rompimiento de convicciones. Por más que haya sido reprimido a lo largo de la historia, el erotismo y la franca pornografía nunca desaparecieron. Desbocados como el italiano Aretino están bien establecidos en el canon literario. Sí, libros como El amante de Lady Chatterley, del inglés D. H. Lawrence, y Sexus, de Hery Miller, causaron escándalo en la primera mitad del siglo pasado. Pero buscar el mismo efecto de choque en la era pos-Moderna es un esfuerzo pueril. Will Self y principalmente Irving Welsh aún intentan. Es curioso notar como Welsh transforma el sexo en una escena grotesca. Lawrence y Millar, cada uno a su manera, transgredieron invirtiendo en el poder libertador del erotismo. Welsh, el autor de Trainspotting, quién diría, es una santa: tiene asco del sexo.
Lo sorprendente es que algunos autores son capaces de dar un brillo nuevo al tema. El premio Bad Sex, además, se mostró conservador en cuanto a la elección de sus finalistas. Pynchon, en su primer romance desde Mason & Dixon, de 1997, resbala por el nonsense: su personaje se encariña por una spaniel – sí, lectores, una perra – y termina recibiendo una mordida dolorosamente íntima. David Mitchell, uno de los mejores autores ingleses recientes, observa una pareja de amantes por los ojos de un niño, lo que traduce el evento el imágenes ingenuas y al mismo tiempo extrañas. El propio Hollingshead talvez tenga salvación. Con su buen humor, él celebró su premiación en un artículo en el periódico The Daily Telegraph. Y reveló que su libro podría haber sido peor: una página entera de sexo fue cortada en la edición final.
El ganador:
“Ella abre mi cinto. La expectativa me hace gemir. Y entonces estoy dentro de ella, todo es blanco puro cuando nos perdemos en un éxtasis de gruñidos y gemidos, imágenes rápidas, disconexas, y explosiones de millones de pequeñas partículas” (Twenty Something, de Iain Hollingshead)
Finalistas:
“Ella jadeó y lo abrazó con las piernas, batraciamente. Y entonces las plantas sucias de sus pies se encontraron, como si ella estuviera rezando. Y entonces la piel de él brilló con un sudor de lechón asado. Y entonces ella hizo un ruído como un Smurf torturado.” (Black Swan Green, de David Mitchell)
“Acostada en la cama, la vieja era monstruosa, con arrugas en la carne fláccida esparramados por las sábadas. Un aroma pútrido subió del sudor acumulado en los dobleces de su piel. – Pensé que eras mayor – ella dijo cuando Skinner se sacó sus pantalones Calvin Klein.” (Bedroom Secrets of the Master Chefs, de Irvine Welsh)
“El sexo fue finalizado allí mismo, en el piso de la sala, con la ayuda de almohadas arrancadas de sofás y sillas. A través de su percepción nublada, Michelle quedó feliz al constatar que Dave no era asqueroso. Él murmuró “Estás tomando la píldora, querida?”, interpretó su silencio como afirmación y se aproximó de ella.” (El libro de Dave, de Will Self)
(Artículo traducido de la revista VEJA, ed. 1986, de 13/12/06 por mí mismo )
Para ser conciso, elijo sin pestañear la escena de David Mitchell como la peor escena de todas. Incluso me recuerda a un badfic como los miles que se ven por ahí.
En el erotismo, los riesgos de un fiasco literario son enormes. Un tono arriba o debajo puede resultar en grosería o puritanismo, en humor sin gracia o en solemnidad risible. En entrevista a VEJA, dos años atrás, el escritor inglés Ian McEwan hablaba de las dificultades que el asunto impone: “El sexo es como la guerra: son temas que ya fueron abordados de todos los ángulos posibles”. El escritor que compone una secuencia erótica tendrá una multitud de antecesores mirando por arriba del hombro – de los antiguos Safo y Ovidio a los modernos Henry Millar y Philip Roth. Y es muy fácil repetir lo que ya fue hecho millares de veces. La escena de sexo de Hollingshead fue muy ironizada por la desastrada referencia al “volumen en el pantalón” del personaje masculino. La expresión de hecho es ridícula, pero sería perdonable si el resto del párrafo no fuera tan convencional. Nada más cliché que describir el momento del éxtasis como una explosión.
Otra tontería común a los escritores contemporáneos es la idea de que el sexo representa un rompimiento de convicciones. Por más que haya sido reprimido a lo largo de la historia, el erotismo y la franca pornografía nunca desaparecieron. Desbocados como el italiano Aretino están bien establecidos en el canon literario. Sí, libros como El amante de Lady Chatterley, del inglés D. H. Lawrence, y Sexus, de Hery Miller, causaron escándalo en la primera mitad del siglo pasado. Pero buscar el mismo efecto de choque en la era pos-Moderna es un esfuerzo pueril. Will Self y principalmente Irving Welsh aún intentan. Es curioso notar como Welsh transforma el sexo en una escena grotesca. Lawrence y Millar, cada uno a su manera, transgredieron invirtiendo en el poder libertador del erotismo. Welsh, el autor de Trainspotting, quién diría, es una santa: tiene asco del sexo.
Lo sorprendente es que algunos autores son capaces de dar un brillo nuevo al tema. El premio Bad Sex, además, se mostró conservador en cuanto a la elección de sus finalistas. Pynchon, en su primer romance desde Mason & Dixon, de 1997, resbala por el nonsense: su personaje se encariña por una spaniel – sí, lectores, una perra – y termina recibiendo una mordida dolorosamente íntima. David Mitchell, uno de los mejores autores ingleses recientes, observa una pareja de amantes por los ojos de un niño, lo que traduce el evento el imágenes ingenuas y al mismo tiempo extrañas. El propio Hollingshead talvez tenga salvación. Con su buen humor, él celebró su premiación en un artículo en el periódico The Daily Telegraph. Y reveló que su libro podría haber sido peor: una página entera de sexo fue cortada en la edición final.
El ganador:
“Ella abre mi cinto. La expectativa me hace gemir. Y entonces estoy dentro de ella, todo es blanco puro cuando nos perdemos en un éxtasis de gruñidos y gemidos, imágenes rápidas, disconexas, y explosiones de millones de pequeñas partículas” (Twenty Something, de Iain Hollingshead)
Finalistas:
“Ella jadeó y lo abrazó con las piernas, batraciamente. Y entonces las plantas sucias de sus pies se encontraron, como si ella estuviera rezando. Y entonces la piel de él brilló con un sudor de lechón asado. Y entonces ella hizo un ruído como un Smurf torturado.” (Black Swan Green, de David Mitchell)
“Acostada en la cama, la vieja era monstruosa, con arrugas en la carne fláccida esparramados por las sábadas. Un aroma pútrido subió del sudor acumulado en los dobleces de su piel. – Pensé que eras mayor – ella dijo cuando Skinner se sacó sus pantalones Calvin Klein.” (Bedroom Secrets of the Master Chefs, de Irvine Welsh)
“El sexo fue finalizado allí mismo, en el piso de la sala, con la ayuda de almohadas arrancadas de sofás y sillas. A través de su percepción nublada, Michelle quedó feliz al constatar que Dave no era asqueroso. Él murmuró “Estás tomando la píldora, querida?”, interpretó su silencio como afirmación y se aproximó de ella.” (El libro de Dave, de Will Self)
(Artículo traducido de la revista VEJA, ed. 1986, de 13/12/06 por mí mismo )
Para ser conciso, elijo sin pestañear la escena de David Mitchell como la peor escena de todas. Incluso me recuerda a un badfic como los miles que se ven por ahí.
Gregor Samsa- Desmoderador
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Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 01/09/2008
Re: Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
He de declararme en pactos amistosos contigo, Kafkiano, ir a favor de tu corriente más que ahora, me cata a un affair imposible en cuanto a Mitchell. Ciertamente, la suya es la escena de sexo que —si no la más superflua de todas las finalistas— supera con creces la vulgaridad de un mercado negro.
Por el resto discierno.
No es cosa de los autores contemporáneos creer que “el sexo es un rompimiento de convicciones”, según mencionas Gregor, en realidad, a través de las épocas, el sexo ha demostrado ser un medio idóneo para ello, pues es durante el abraso de erótico bálsamo cuando el ser humano desprende las sombras del carácter y el, inequívoco, gemir del temperamento, y donde esos gestos amatorios que se sostienen de cara y cuello, desnudan la cultura que acuna al hombre.
Por el resto discierno.
No es cosa de los autores contemporáneos creer que “el sexo es un rompimiento de convicciones”, según mencionas Gregor, en realidad, a través de las épocas, el sexo ha demostrado ser un medio idóneo para ello, pues es durante el abraso de erótico bálsamo cuando el ser humano desprende las sombras del carácter y el, inequívoco, gemir del temperamento, y donde esos gestos amatorios que se sostienen de cara y cuello, desnudan la cultura que acuna al hombre.
Re: Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
No conozco mucho de este tipo de literatura, pero claramente el fragmento de David Mitchell es el más vulgar de todos (a pesar de que el ganador también es bastante malo).
Es muy cierto lo que mencionas, Pierrot. Sin embargo, creo que no es a eso a lo que se refiere Gregor, o al menos yo lo entendí de otro modo; en el sentido de que los autores contemporáneos ven la temática en si como un rompimiento, al considerarla un tema reprimido, pero no por el hecho de ser el sexo la instancia en la que el hombre demuestra la esencia de si mismo y de su cultura.
Por otro lado, quisiera comentar lo positivo de la existencia de éste tipo de premios. Si no sirven para remorder la conciencia del autor e incentivarle a mejorar, que al menos sirvan para que la colectividad de lectores se informen de éstas críticas bien fundamentadas.
Es muy cierto lo que mencionas, Pierrot. Sin embargo, creo que no es a eso a lo que se refiere Gregor, o al menos yo lo entendí de otro modo; en el sentido de que los autores contemporáneos ven la temática en si como un rompimiento, al considerarla un tema reprimido, pero no por el hecho de ser el sexo la instancia en la que el hombre demuestra la esencia de si mismo y de su cultura.
Por otro lado, quisiera comentar lo positivo de la existencia de éste tipo de premios. Si no sirven para remorder la conciencia del autor e incentivarle a mejorar, que al menos sirvan para que la colectividad de lectores se informen de éstas críticas bien fundamentadas.
Ninia_evans- Aprendiz de Víbora
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Fecha de inscripción : 15/11/2008
Re: Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
Es un tema reprimido, Evans, no por las editoras y editoriales, sino por la sociedad en sí y, acongojado también admito que, a veces es el escritor quien priva de tinta carmesí al madrigal. El sexo en la literatura raras veces está encarnado cual es y cual arde en sus personajes. Suele tener adornos y ser indirecto para las condimentaciones de actualidad.
De Sade (1740) a D.H Lawrence (1885) son exactamente 145 años. Añadiendo luego, los años de vida de Lawrence suma en realidad 190 años. Sabemos de ambos por ser dos grandes de los relatos maquillados de sexualidad, de los primeros en sus corrientes tratando deliberadamente de sobrellevar una cuestión natural y cotidiana. Nadie niega los motivos opuestos que les llamaban, pero fueron honestos al describir los sabores sexuales de sus épocas, en los rangos.
Del 2000 al 2009, lo increíble es que la literatura de hogaño siga empeñada en escribir para sus ancestros cuando debería forjar semblanzas para los albores del allende. ¡No requerimos más ilustradores, románticos y clasicistas! Teóricamente. No necesitan las personas leer sobre un sexo antigüo por la narrativa que conlleva. Enriquecedor retroceder al mátiz de antes, tal vez, pero obsoleto si el objetivo es acabar con nimiedades específicas. Ellos son las bases, es invariable. Pero aquello anterior no implica que las edificaciones posteriores y sostenidas en dichos cimientos, tengan que ser iguales a sus antepasados.
Aunque así, no deja de conmoverme ese mohín tuyo, Evans, y el que comparto sinceramente contigo; el sexo —como propones por lo dicho por Kafkiano— no debiera ser visto cual rompimiento por materias insulsas, ni debiera ser entonces una prohibición.
De Sade (1740) a D.H Lawrence (1885) son exactamente 145 años. Añadiendo luego, los años de vida de Lawrence suma en realidad 190 años. Sabemos de ambos por ser dos grandes de los relatos maquillados de sexualidad, de los primeros en sus corrientes tratando deliberadamente de sobrellevar una cuestión natural y cotidiana. Nadie niega los motivos opuestos que les llamaban, pero fueron honestos al describir los sabores sexuales de sus épocas, en los rangos.
Del 2000 al 2009, lo increíble es que la literatura de hogaño siga empeñada en escribir para sus ancestros cuando debería forjar semblanzas para los albores del allende. ¡No requerimos más ilustradores, románticos y clasicistas! Teóricamente. No necesitan las personas leer sobre un sexo antigüo por la narrativa que conlleva. Enriquecedor retroceder al mátiz de antes, tal vez, pero obsoleto si el objetivo es acabar con nimiedades específicas. Ellos son las bases, es invariable. Pero aquello anterior no implica que las edificaciones posteriores y sostenidas en dichos cimientos, tengan que ser iguales a sus antepasados.
Aunque así, no deja de conmoverme ese mohín tuyo, Evans, y el que comparto sinceramente contigo; el sexo —como propones por lo dicho por Kafkiano— no debiera ser visto cual rompimiento por materias insulsas, ni debiera ser entonces una prohibición.
Re: Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
Gregor, alabo el hecho de que nos hayas traducido esto, jamás pensé que existiera algún tipo de "premio" a la peor escena de sexo.
El ganador, sin duda, me recuerda a un badfic, casi puedo decir que ya he leído esa escena en alguna parte . Concuerdo con que el fragmento de David Mitchell es el más grotesco pero, para mí, el peor es el de Welsh. ¿Qué clase de descripción erótica es esa?
Quizás, Pierrot, es que todavía estamos atados a la idiología de los que, antes que nosotros, escribieron erotismo por mucho que intentemos negarlo y digamos que somos liberales en este tipo de tema. Es verdad que antes era impensable y ahora se está promoviendo, pero puede que en el fondo, todavía tengamos nuestros complejos para plasmarlo tal y como es.
O puede que sea menos erótico que nos lo describan tan cual y todavía se utilizan dichos recursos para que nuestra mente imagine aquello que nuestros cuerpos no pueden experimentar en el momento. Es una posibilidad, creo yo.
Para Gregor:
El ganador, sin duda, me recuerda a un badfic, casi puedo decir que ya he leído esa escena en alguna parte . Concuerdo con que el fragmento de David Mitchell es el más grotesco pero, para mí, el peor es el de Welsh. ¿Qué clase de descripción erótica es esa?
Quizás, Pierrot, es que todavía estamos atados a la idiología de los que, antes que nosotros, escribieron erotismo por mucho que intentemos negarlo y digamos que somos liberales en este tipo de tema. Es verdad que antes era impensable y ahora se está promoviendo, pero puede que en el fondo, todavía tengamos nuestros complejos para plasmarlo tal y como es.
O puede que sea menos erótico que nos lo describan tan cual y todavía se utilizan dichos recursos para que nuestra mente imagine aquello que nuestros cuerpos no pueden experimentar en el momento. Es una posibilidad, creo yo.
Para Gregor:
- Spoiler:
- Tú traducción ha sido prácticamente perfecta, me ha encantado, de verdad que sí. Sólo un pequeñito detalle:
Greg, con el lapsus se te olvidó un signo bilateralÉl murmuró “Estás tomando la píldora, querida?”, interpretó su silencio como afirmación y se aproximó de ella.”
Re: Premio al peor lemon en el mundo literario (y no, no es broma)
Astarot escribió:¿A Perla por qué no la nominaron?
Son discriminadores con los autores de fanfics, eso pasa.
No estoy muy de acuerdo con ello, aunque creo que es algo más bien subjetivo. He leido lemons bastante grotescos y aún así eran de buena calidad. A veces, plasmarlo todo con metáforas, ideas lejanas, meter el "Paraiso" en el medio hace que se vuelva tan intangible que es aburrido y confuso.O puede que sea menos erótico que nos lo describan tan cual y todavía se utilizan dichos recursos para que nuestra mente imagine aquello que nuestros cuerpos no pueden experimentar en el momento.
He de declararme en pactos amistosos contigo, Kafkiano, ir a favor de tu corriente más que ahora, me cata a un affair imposible en cuanto a Mitchell. Ciertamente, la suya es la escena de sexo que —si no la más superflua de todas las finalistas— supera con creces la vulgaridad de un mercado negro.
Quizás sea porque he leido muchas cosas, de todo tipo, pero no considero merecedor al ganador, más si la competencia es esa cita de Mitchell, estoy con Pierrot: vulgar con V de venganza
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