Sin nombre aún. By: Belencitah
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Sin nombre aún. By: Belencitah
Hola Bueno... Nada, ultimamente, por problemas familiares, no tenía inspiración. Hoy, milagro de Dios, regresó, en forma de Fic. Espero que sean cruelmente sinceros y verifiquen bien la situación:
Aún no lo terminé, quería aclarar que los guiónes podrían estar mal, pero los voy a arreglar para subirlo, lo demás quedará así (Se supone... e.e )
En fin, es un fic raro. Es un Jasper x Alice, con un toque de Alice x Jacob. Muy sutíl. Obviamente, de la saga de Crepúsculo. Espero que les guste.
Emmm... Otra duda que tengo es, si funciona, hacerlo en uno o más capítulos. Es que, para ser uno, me parece demasiado largo. En fin, nada... Sean crueles, víboras.
Bueno, ésto es. Espero lo "disfruten", lo hice con amor. Y por favor, sean lo más destructores posibles. Quiero que sea perfecto. Digo... Lo hice en hora y media, probablemente sea fatal, pero, no sé, fue un momento de inspiración
Los quiero, muchas gracias.
BeL.
Aún no lo terminé, quería aclarar que los guiónes podrían estar mal, pero los voy a arreglar para subirlo, lo demás quedará así (Se supone... e.e )
En fin, es un fic raro. Es un Jasper x Alice, con un toque de Alice x Jacob. Muy sutíl. Obviamente, de la saga de Crepúsculo. Espero que les guste.
Emmm... Otra duda que tengo es, si funciona, hacerlo en uno o más capítulos. Es que, para ser uno, me parece demasiado largo. En fin, nada... Sean crueles, víboras.
Me daba nauseas escuchar a la familia feliz hablando de aquél feto que destrozaba a su propia madre por dentro. Cuanto más grande se volvía aquél monstruo, más cerca estaba Bella de su muerte.
Odiaba al bebé, si se le podía decir así, realmente lo odiaba. ¿Qué clase de bestia es capaz de causarle eso a su propia madre? Eso no era un bebé, y por primera vez estaba de acuerdo con aquella chupa sangre, Alice… Eso no es un bebé, es una abominación, un monstruo, y lo odiaba.
Lo odiaba por un simple motivo, me quitaba mi razón de vivir, le sacaba la vida poco a poco, y lo peor, es que Edward, ese maldito, que prometió cuidarla, parecía apoyar la muerte de Bella, porque claro, eran una familia feliz esperando un dulce angelito.
Me enferman, realmente me enferman. Me enferma saber que nadie, salvo yo, está en contra de esto. Nadie excepto Alice, que se ha vuelto mi favorita entre los muertos, porque ve lo que yo veo, ve que esa cosa esta destrozando a Bella por dentro, y se niega a aceptarlo. Pero aquella rubia, maldita sea, jamás me calló bien, pero ahora me caía mucho peor…
En fin, intenté irme a casa, con mi manada, y alejarme de ellos, dejar de pensar en Bella, en el monstruo, en los chupa sangre… Pero no puedo, como siempre, el olor de Bella, su calor, todo me hace quedarme aquí. Mi corazón parece no entender que ella no me pertenece y jamás lo hará. No entiende que ella prefiere un cadáver caminante, prefiere el frío al calor, prefiere la muerte a la vida. Lo prefiere a él.
Así que, qué más da, me quedé sentado en el sofá, mientras el orgulloso futuro padre le prepara un baño a la futura mamá. Mientras los chupa sangre se deleitan hablando, o leyendo algo, parecen no notar lo que sucede, supongo que no tienen corazón, ninguno de ellos. Después de todo, son muertos.
Mientras me carcomo la cabeza pensando en el futuro oscuro que se avecina, siento unos tintineantes pasos, fácil descifrar de quien provienen, un tiempo aquí y parezco conocerlos a todos ellos. ¿Quién lo diría, no?
En un micro segundo, casi no la vi aparecer junto a mí en aquél sofá tan caro de la familia. Me miró y sonrió, no entendí porqué lo hizo, como tampoco entendí por qué le devolví la sonrisa. Fue raro, a veces olvido que es una de ellos, es completamente diferente, parece humana, incluso una niña. Parecería tener corazón y alma.
Se acomodó en el sofá, lo cual la hizo ver más humana, y se cruzó de piernas casi seductoramente. Me irritaba, me irritaba totalmente, pero no ella, sino éste sentimiento extraño que tengo. Claramente no es amor, tampoco deseo. Es… No puedo explicarlo bien, digamos: “Una simple intriga” hacia ella.
Sonrió, casi como una niña. Inocente, y me habló, pero no presté demasiada atención, estaba demasiado sumergido en mis pensamientos, hacia ella, hacia Bella, hacia todos los chupa sangre.
—¿Qué me dices? —terminó de decir ella.
La miré como idiota, dando a entender que no comprendí nada de lo que dijo. Ella bufó, parecía exasperada, incluso movía sus manos, para que comprendiera mejor.
—Te preguntaba por qué estás aquí tan solo, pasamos muchas cosas juntos, tu y la familia, puedes ir al comedor a charlar junto a nosotros, perro.
Lo último lo dijo sonriendo, como una niña haciendo una travesura. Eso provocó algo en mí. Me hizo verlos a “ellos” de manera diferente, o al menos a ella.
—¿Qué? ¿Por qué crees que algo cambió entre nosotros? Seguimos siendo enemigos naturales, pero ahora hay una humana por la que ambos bandos luchamos, sólo es eso…
Intenté sonar cruel, pero la verdad, no podía. Parecía estar queriendo herir a una pequeña, y por mucho que me esforzaba en creer que era una sanguijuela igual que los otros, no podía. Ella era diferente, y muy en mi interior quería saber por qué.
—Como quieras, no vine a rogarte, Jacob.
Y creo, sin duda sé, que esa fue la primera vez que me llamó por mi nombre, normalmente me llamaría “lobo apestoso” o “perro sarnoso”, incluso “chucho”, que muy en mi interior me divertía, pero no ésta vez. Fue tan raro.
La vi levantarse, seguramente regresaría con su familia, o con su amado muerto. Algo, no sé qué, me dijo que la detuviera. Después de todo, estaba aburrido de estar solo, y con ella era con la única con quien me llevaba bien.
—Espera —Le dije, casi le ordené, a lo que se giró y me miró curiosa, casi me pareció más pálida. No supe que decir, ¿por qué la paré? No sé, quizá porque me era necesario charlar, distraerme, y dejar de pensar en aquél feto.
—¿Qué? —Se la veía impaciente, casi nerviosa.
—Siéntate, estoy nervioso e irritado por lo que esta sucediendo, y nada mal me vendría alguna distracción—Bien, me sentía traidor ahora, ella era uno de los sanguijuela, enemigos naturales, pero… Después de todo, sí, tenía razón. Pasamos tantas cosas juntos, quizá ambos merecíamos tregua.
—Sabes… quizá sea la primera y única vez que digo esto, pero estoy de acuerdo contigo, ya sabes… Respecto al feto.
¡Genial! La chica me caía mejor. No como la rubia, que insistía en llamar a la cosa esa “bebé”, cuando todos sabemos que no lo es, es un monstruo.
—Aún no entiendo a la rubia —Le susurré—, insiste en decirle “bebé” a esa cosa. Aunque… jamás le calló bien Bella.
Creo que la chica, quiero decir, la sanguijuela sintió en mis palabras odio, pero era algo que no podía ni quería ocultar. Después de todo, seguramente lo sabía.
Para mi sorpresa, se rió, casi fue una carcajada. La miré extrañado, ¿qué era tan gracioso en toda esta situación? Mi sensación de que ella era la única en ese clan sin alma que me comprendía se desvaneció por completo.
—Sólo me causó mucha gracia lo que dices de Rosalie. Se nota que no te cae demasiado bien —Dijo aún sonriendo, y cuando creí que se callaría, la escuché nuevamente—, pero Rose no lo hace por maldad, ella cree diferente a nosotros. En algunos momentos logro entenderla.
—¿Qué? ¿Cómo que la entiendes? Creí que sabías lo que ese feto le causa a Bella— Se me escuchó desesperado, intentaba que comprendiera mi punto de vista. Y por sus ojos, noté que sí.
—Lo sé, lo sé, y te entiendo… Pero debes entenderla a ella. Siempre soñó con ser madre, con cargar un pequeño en sus brazos, vestirlo, pintar su habitación y llenarlo de amor. La entiendo, porque defiende ese sueño a pesar de todas las contras que tiene por el solo hecho de ser lo que es, lo que somos — Tenía razón en cierto punto. Incluso noté en sus ojos un brillo especial, propio de humanos. Parecía pensativa, y no necesito a Edward para saber por qué. Lo siente, siente que ella jamás podrá pasar por lo que Bella, y en el fondo la envidia un poco.
Cambié de tema, no quería seguir hablando de eso, me producía dolor, y veo que a ella también.
—¿Y tú? —Pregunté cauteloso. No le temía, claro que no, jamás a uno de ellos, pero le tenía cierto respeto, que seguramente adquirí viviendo tanto aquí.
—¿Yo qué? —Me contestó, moviendo la cabeza, como queriendo salir de sus propios pensamientos, y mirándome con esos penetrantes ojos amarillos.
Dudé si continuar o no. Estaba solo allí, y si la enfadaba o le hacía daño alguno, sus hermosos parientes saldrían en su defensa, pero… Algo me hizo seguir, probablemente lo divertida que se estaba tornando la charla ahora:
—¿Tú quieres ser madre? —Y allí fue, pensé que había arruinado todo. Veníamos llevándonos bien. Quise matarme, para qué abrir la boca. Noté como se tensionaba, movía sus ojos, intentando no mirarme, y movía los dedos, parecía nerviosa. Comencé a cuestionarme que tan humanos eran ellos.
—Pues… —Hizo una muy larga pausa para mi gusto, pero continuó—, supongo que es el sueño de toda chica, ¿no?
No sabía que contestar, ni como seguir la charla, charla que comenzaba a disfrutar. Tampoco supe si su pregunta fue retórica, pero dije lo primero que pensé:
—Supongo que sí —Respuesta tonta, pero simple. No causaría problemas, tampoco la haría sentir mal. Nuevamente me pregunto por qué me interesa hacerla sentir bien, a veces olvido que es una de ellos. Pero… Es tan humana… No parece ser una muerta sin alma.
—A decir verdad —Pronunció casi gritándome, y luego calló bruscamente, parecía pensar las palabras adecuadas, y valla que se tomó su tiempo —, sí, quisiera serlo. Nunca antes ha sido un problema para mí, a diferencia de Rosalie…
—La rubia —dije yo, creí haberlo pensado, pero salió de mi boca sin poder hacer nada. Ella sonrió, fue falsa, se notó, pero lo intentó. Continuó luego:
—Pero ahora es diferente. Ver a Bella pasar por esto, no sé, movió algo en mi corazón —Se rió ante éste comentario, yo también lo hubiera hecho, pero no quería hacerla sentir mal, era una charla seria—, y ver a Jasper, y pensar que jamás podré consolidar una familia con él, no sé… Me hace sentir mal.
Parecía estar a punto de llorar, incluso hubiera preparado los pañuelos, pero recordé algo que había olvidado en toda la conversación: Es un muerto, y los muertos no lloran.
Le sonreí casi con pena, una sonrisa de lado, sólo para que viera que la estaba escuchando, para volver a mirar al frente, alejándome de su mirada. Miré el piso, limpio como la porcelana. Pero por el rabillo del ojo veía que ella seguía mirándome, parecía estar escaneándome con aquellos ojos inusuales. Me sentí desnudo en más de una ocación.
—¿Y tú qué me dices? —A diferencia de mí, ella se hacía entender mejor— ¿Quieres ser padre?
La pregunta me sacó rápidamente de mis casillas. ¿En realidad quiero serlo? Jamás me habían preguntado, tampoco lo había pensado, pero supongo que sí. Digo, todos sueñan con eso, o al menos la mayoría. Pero… La pregunta que rondaba en mi cabeza era con quién. La chica que yo amaba estaba siendo destrozada por un feto asqueroso, de otra persona. Ella amaba a otra persona.
Creo que cuando encuentras a tu media naranja lo primero que piensas es en los hijos, cómo serán, tendrán tus ojos, o los de ella. Serán parecidos a ti o a tu pareja… Pero en mi caso… Bueno, era algo complicado. Pero sí, en realidad, sí quisiera ser padre, pero sólo con una persona, y aquella ya estaba ocupada. La respuesta era algo rara, en realidad no sabía que decir, pero… Debía contestar algo.
—Sí, quiero ser padre —Dios, ésta charla está siendo cada vez más profunda, y lo peor, lo peor de ésta situación es que estoy hablando con una sanguijuela sobre las cosas más privadas de mi alma, cosas que jamás entenderá, porque carece de una. Aunque… Creo haberlo repetido cien veces, nos estrechamos mucho en éste tiempo peleando por un objetivo en común — Digo… ¿No es el sueño de todos?
Listo, no quería hablar más del tema, cada vez me asustaba más la profundidad de mis palabras. Hablaba con ella como si fuera mi mejor amiga de secundaria y no era así. No debía olvidarme de que ella era un chupa sangre igual a los demás. Pero…. No sé, mi mente insiste en que ella es diferente.
—Ohh… —Simple respuesta. Se quedó pensando, por unos momentos, no sabría decir en qué pensaba, pero parecía perturbada. Probablemente ésta charla la incomodaba y confundía tanto como a mí.
Y ahí noté lo que pensé. La comparé conmigo. Y es absolutamente errado. Ella no es igual a mí. Yo estoy vivo, ella está muerta, al menos debió estarlo hace mucho tiempo ya. Sigo preguntándome cuándo pasó esto. Cuándo comencé a pensar en ser iguales.
—Bella ya no está disponible, ¿lo entiendes? —Sus palabras me sacaron de mis pensamientos.
—Claro que lo sé. Ella ama a ese chupa sangre, a esa sanguijuela —Dije, casi emitiendo ira. Seguramente la notó. Pero, por alguna razón, era sincero con ella sin temer de lo que dirá, o que consecuencias tendrá.
Ella titubeó, por alguna razón, y continuó: — Entonces…
—¿Qué? —O yo era demasiado idiota, o ella era demasiado misteriosa, no comprendí su pregunta, pero la chupa sangre, girando sus ojos en señal de cansancio, me explicó:
—¿Con quién quisieras tener un bebé? —Me lo preguntó cautelosa. Como si tuviera miedo de irritarme, o algo así. No entendí por qué. En la batalla, ella tenía todas las de ganar. Era local, y tenía una hermosa familia dispuesta a arrancarme los ojos y hacérmelos comer en cuanto la hiriera.
En fin, respecto a la pregunta, ¿qué contestar? No sabría decir. Siempre pensé en Bella, en ninguna otra…
—No lo sé, supongo que en algún momento se dará… No sabría decir con quién. Siempre pensé en Bella…
Sus ojos se volvieron piadosos, presiento que me tiene lástima. Me irrita. Uno de ellos no debería compadecerse de mí. No soy objeto de lástima. Ella me da aún más pena, quiero decir, está muerta y yo vivo. Me encanta resaltarlo.
—Entiendo… En verdad la amas ¿eh? —Sonrió, y me chocó aún más. Pareciera burlarse de mí, de mis sentimientos. Pero… Después de todo, y recalcaré una y otra vez, ella no posee alma. Jamás comrpenderá.
—Tú nunca comprenderías —Le dije seco, y fue lo primero que pensé.
—¿Por qué? ¿Qué quieres decir? — A veces, solo a veces, me pregunto si en realidad quiere escuchar una respuesta o se burla de mí. Creí ser claro.
—Nunca entenderás lo que siento por Bella. Yo tengo alma, tú no.
Me arrepentí de decir eso. No sé… Muy en mi interior, sé que no es posible, pero más en mi interior, sé que la pude lastimar. Según las leyendas familiares, los vampiros no poseen sentimientos, pero… En varias ocasiones, creo que sí los tienen. Digo… Edward, muy a mi pesar, parece amar a Bella. La rubia, parece amar al fortachón ese. Y ella… Bueno, ella parece amar a aquél chupa sangre.
Me alarmé un poco cuando no respondió. Se quedó callada, otra vez sumergida en sus pensamientos, y por primera vez en la vida, envidio a Edward. Poder saber lo que piensa, sería genial en éste momento. Sigo sin entender por qué, pero aquella vampiresa no era como sus semejantes. Ella era diferente, y no me importa recalcar, que ella es más humana.
Si no supiera que es una sanguijuela, pondría mis patas… Manos, al fuego por ello.
Al fin dejó de pensar, sus amarillentos ojos se centraron en mí. Me miraba extraña, como si no supiera porqué habla conmigo. La entiendo, yo tampoco lo sé.
Al fin, ese horrible silencio se rompió.
—¿Por qué crees que no te entiendo? —Me dijo, como si me culpara, esos ojos interrogativos me mataban. Parecía leer mi alma. Parecía poder saber cada uno de mis secretos, y eso me daba escalofríos —Comprendo perfectamente de lo que hablas, Chucho —Sonreí de lado cuando me llamó así. Sonará raro, pero aquél apodo me decía que no se había enojado, y mucho menos herido. Todavía intento recordar cuando ésta muerta se volvió mi “amiga”. ¿Por qué me interesan tanto sus sentimientos, o su pensar? No lo sé —, aunque quizá no me creas, yo siento eso que tú, por Jasper.
Sonrió al terminar. Al parecer era verdad, pues sus ojos se iluminaron como jamás los vi, siquiera en un humano. Y hubiera jurado que su corazón muerto palpitó, fue un hecho muy curioso, y supongo que notó mi mirada extrañada, porque soltó una risita, esas suyas, tan aniñadas y angelicales.
—Sé qué piensas —Me estremecí al escuchar eso, ¿acaso leía la mente al igual que su tonto hermano? Supe que no, cuando habló:
—Piensas que esa persona es especial, crees que jamás habrá otra igual. Sientes que dicha persona es más importante que el aire para vivir —Sí, realmente lo creo. Ella rió, supongo que por su comentario irónico. Ella no necesita aire, pero rápidamente dijo: —Es una manera de decir, obviamente —entre risas, siguió: —Crees que es lo mejor que te pasó, conocer a aquella persona, sientes que sin ella, podrías morir y no te importaría, pero al mismo tiempo, por esa persona tú quieres vivir. Entiendo eso… Lo siento, no sé cómo es posible, pero lo siento.
Terminó de hablar, y miró al frente, miré para ver qué es lo que la atraía, y me sorprendí al ver la pared. No miraba nada, eso me decía que otra vez se sumergió en pensamientos. Entiendo por qué la llaman rara. Realmente lo era, pero más que eso, ésta chica era especial. Me sorprendí al pensar eso.
—Exactamente —Le dije, anonadado. No pude esconder mi asombro. No creí jamás que aquellas criaturas tuvieras sentimientos. Mi duda no pudo esperar: —¿Cómo es que sientes eso? ¿No se supone que careces de alma?
Ella sonrió, al parecer, a su vista, todo era gracioso. Sonreí con ella. ¡Valla que su sonrisa es contagiosa!
Iba a hablar, cuando lo vi entrar. Ese aroma asqueroso tenía que ser de uno de ellos. Su novio, Jasper, creo, avanzó hacia Alice.
—Amor ¿Todo está bien? ¿Por qué estás aquí sola? —Le preguntó a la psíquica. Me molestó mucho.
Carraspeé, mi manera de decir: “Hola, estoy aquí”. El idiota sólo rió, mirándome, y le devolvió la mirada a ella, quien, para variar, sonreía hacia él.
—No estoy sola, Jazzie, estoy hablando con el chucho —Me miró y sonrió, supongo que para indicar que era una simple broma. El vampiro no dijo nada, solo avanzó y la besó. Me dio asco verlo. Luego, me miró a mí, susurró un estúpido: —Si me necesitas, estoy con el resto. Y se fue.
Alice sonrió otra vez, comenzaba a cansarme de sus sonrisas. ¿Cómo podía seguir sonriendo con todo lo que sucedía?
—Lo siento —Me dijo, y pude sentir mi presión bajar. ¿Una sanguijuela como ella se disculpaba con un lobo? Muy raro para ser verdad, pero ella siguió sin notar mi sorpresa: —A Jazz no le gusta que hable contigo.
Un poco irritado, sin ocultarlo, le dije: —Pues haz lo que él dice, ¿no?
Me miró, su rostro duro, más de lo normal: —El no me prohíbe nada, siempre y cuando yo sea feliz. En fin, ¿no entiendes? Lo amo, por eso te entiendo, comprendo tus sentimientos por Bella, y en realidad me apena lo que sucede.
Me sorprendió. Debo decir que no esperaba tal muestra humana de ella. No sabía que decir, por primera vez me confundió, ¿se supone que le daría las gracias?
—Sigo sin entender cómo puedes sentir… —Dije, sin remedio. No mostré pena, aunque sí que la tuve.
—Créeme, yo tampoco lo sé. Pero estoy segura de que es amor. Creo que Jasper me devolvió mi alma.
Nuevamente, y para variar, sus ojos se volvieron cristalinos, y miró atentamente hacia la puerta por donde su “amado caballero” se había ido. Entonces creí que quizá ella no mentía. Quizá de verdad, aquellas cosas sintieran.
—Sé que es extraño para alguien como yo, como nosotros… Pero, en verdad lo amo. Lo amo más que a nada.
Otra vez, la maldita muerta me había dejado sin palabras. No sabía qué decir. Ciertamente, y no creo tener el ego alto, pero sabía reconocer a la gente mentirosa y ella no parecía serlo. Pero claro, no sé si mi “don” se aplicara en muertos.
—Entiendo… Parece que dices la verdad.
La sentí reír y comencé a cansarme, no pude contener mi pregunta:
—¿De qué te ríes todo el tiempo? Siempre sonríes, y eso me altera bastante.
Solté eso sin pensar en consecuencias, realmente soy malo para retener mis pensamientos. No puedo evitar decir lo primero que me sale de la boca.
Y otra vez, silencio. No sé si pensaba o se había quedado sin saber que decir. Aunque, pasó poco tiempo hasta que contestó:
—¿Sabes? No quiero desperdiciar mi vida —Sonrió— Mi no vida entristeciéndome. Quiero disfrutarla. Tengo mucho por qué sonreír, y tú también, deberías hacerlo más seguido.
Y no lo pude negar, Alice… La muerta, me había despertado. Y aunque costara decirlo, tenía razón. Tenía por qué sonreír. Mi manada era perfecta, bueno… Casi, pero tenía el amor y apoyo de todos, y algo me decía, aunque también me costara, que tenía el apoyo de los muertos, o al menos, de ésta muerta.
—Gracias… —Dije, sin poder retenerlo. Pensé, luego, que no fue buena idea, no quería hacerme amigo de ellos, pero tengo que admitir, que ella… digo… que aquella charla me había hecho muy bien.
Ese bien se fue con ella, cuando pronunció un devastador: —Tengo que volver con Jasper, ¿vienes?
No sabía qué hacer. Ir o no ir… Sentía que traicionaba a mi especie, pero… por otro lado, los sanguijuelas habían hecho mucho por mí.
Y no creí mal acompañarla, bueno… así podría saber más de la situación de Bella…
Solo asentí. Ella sonrió –para variar- y se levantó, caminando hacia la puerta. Llegó al comedor, vio a aquél horrible vampiro, lo abrazó, y susurró algo a su oído que no creí comprender.
Llegué junto con ella, y los vampiros mayores me sonrieron: Esme y Carlisle, creo yo, pronunciaron un: —Nos alegra que te integres.
No les di mayor importancia. En lo único que podía pensar es que aquella vampiresa había cambiado mi perspectiva hacia ellos.
Y me pregunté: ¿Cómo un ser tan pequeño podía cambiar mi pensamiento hacia el mundo?
Bueno, ésto es. Espero lo "disfruten", lo hice con amor. Y por favor, sean lo más destructores posibles. Quiero que sea perfecto. Digo... Lo hice en hora y media, probablemente sea fatal, pero, no sé, fue un momento de inspiración
Los quiero, muchas gracias.
BeL.
Belencitah- Crítico sin remedio
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