Sobrevivir a Voldemort (y a ésta historia) de ItrustSeverus

Resumen: ¿Quién iba a decirles a Harry y a Snape que sobrevivir a Voldemort les resultaría más difícil que vivir bajo su amenaza constante? ¿Cómo encuentras la paz interior cuando el fin de la guerra no es suficiente? Slash. Harry/Severus.

La guerra había terminado. Voldemort estaba muerto y Ron y Hermione habían sobrevivido. Eso era lo único bueno a lo que Harry se podía aferrar en esos momentos.

Había visto demasiadas muertes, demasiado dolor. Había sufrido bastante para llenar veinte vidas y ya nada podía reparar los mil pedazos en los que se había roto su alma. Todo interés en lo que le rodeaba se había desvanecido. No, eso no era cierto. No se trataba de pérdida de interés, más bien parecía que se hubiese propuesto convertir en un infierno su existencia y la de todos los que estaban a su lado.
Ginny se había ido a vivir con él a Grimmauld Place casi desde el principio pero, a pesar de que compartían los días y las noches, era como si se encontrasen a kilómetros de distancia. Su primera vez con Harry, el día que ambos perdieron su virginidad y que se suponía debía ser memorable, se convirtió más bien en un desastre a olvidar.

Su relación se volvió tormentosa, cada vez que discutían acababan echándose en cara las cosas más rastreras e injustas. Harry le reprochaba que siempre hubiese andado tras él como una perra en celo; ella, dolida, le acusaba de hacerse la víctima y de ser un cobarde incapaz de enfrentarse a su vida ahora que se había reinstaurado la paz. Poco a poco, la pareja se fue distanciando todavía más, hasta que un día, después de casi dos años de vida en común, tuvieron la discusión que marcó el punto final de su relación.

—Tu problema es que no sabes estar sola —escupió Harry—, tu historial de ligues en el colegio lo demuestra. Necesitas tener a alguien de quien colgarte del brazo porque eres tan insegura que no crees poder valerte por ti misma.[...]

—Oh, sí sé lo que hacer, créeme. Por si no te has dado cuenta, derrotar a Voldemort me ha proporcionado legiones de admiradoras dispuestas a calentarme la cama siempre que quiera.
Ginny no se lo pensó, le plantó una sonora bofetada y contestó, con ojos húmedos y voz alterada:
—¿Crees que no sé que ya has estado probando las mieles de tu celebridad? ¿Que no sé diferenciar mi perfume del de cualquier otra? ¿Que las manchas de carmín en el cuello de tus camisas se limpian solas? Mira, Harry, he aguantado mucho porque sabía que al final siempre acababas volviendo a mí, porque pensaba que sólo tenía que tener un poco de paciencia hasta que te dieras cuenta de que yo he estado a tu lado en todo momento para lo que necesitaras; pero que alardees de tus infidelidades ante mí de esa manera… —negó con la cabeza con determinación— por ahí sí que no pienso pasar. Ya me he cansado, ahora soy yo la que se va. Y no volveré.[...]

—En el fondo, tú eres la responsable de que yo no pueda rehacer mi vida —le espetó a Hermione un día en que ésta vino a verle para pedirle por enésima vez que hiciera las paces con Ron.

La chica se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos, asombrada y dolida por la acusación.
—¿Yo? —repuso, con voz débil.
—Sí, tú. Si no hubieras salvado al cabrón de Snape dándole aquel bezoar, ahora podría ser completamente feliz sabiendo que está muerto.

OoO

El chico empezó a salir todas las noches para frecuentar los peores tugurios del Callejón Knocturn y se mezcló con la más baja escoria que pululaba por allí. Participaba en partidas de póker mágico clandestinas, se enzarzaba en peleas multitudinarias, se acostaba con cada mujer que le hacía la más leve insinuación e incluso empezó a tontear con las drogas.Una noche, el cuerpo de aurores hizo una redada en el local donde se encontraba y se vio arrastrado hasta la comisaría mágica de la calle Perkins junto con otros veinte tipos con los que había estado apostando en una pelea ilegal de escregutos pigmeos.

No dejaba de darle vueltas a su situación para intentar encontrar una salida a su frustración y furia constantes, pero no lo conseguía. El sexo desenfrenado con desconocidas tampoco le ayudaba y no podía entenderlo. Era una celebridad, después de todo, debería poder disfrutar de ese estado, debería poder acostarse con quien quisiera sin remordimientos, sin limitaciones, pero no lo disfrutaba. Nunca lo disfrutaba.

Y no se trataba sólo de que la prensa montase un espectáculo a su costa cada vez que una muchacha hablaba con los
reporteros para relatar con pelos y señales el día en que se llevó a la cama a Harry Potter, sino que el sexo no le servía siquiera ni para desahogarse ni para descargar tensiones. Cada vez que se tiraba a una de sus fans se quedaba con la misma sensación de amargura y vacío que no desaparecía hiciera lo que hiciera. Realmente no comprendía que la gente considerase el sexo algo tan maravilloso cuando para él no era más que mero ejercicio físico, sólo que un poco más sucio.