Tormenta [Harry Potter]
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Tormenta [Harry Potter]
Necesito opiniones. Hace mucho que no escribía algo prestándole atención (xD), menos de algún fandom. Pero hay algo que no me cierra de esto, como que no me termina de cuadrar. Además de, obvio, cualquier error que el horario y la cantidad de veces que lo repasé no me dejasen ver.
Les dejo, entonces, a Tormenta.
En la casa de los Black, las noches de lluvia hacían su hogar tiritar con una vibración maravillosa. Las gotas se asemejaban a guijarros que arremetían contra las ventanas, las cuales se lamentaban por ser el límite entre la magia que vivía dentro y la naturaleza que pedía entrar. Eso sin hablar de los rayos, que lograban que los cimientos temblasen y retorciesen sobre esas piedras que eran la base del edificio ancestral. Era una lucha terrible, una que no iba a terminar nunca, que nadie iba a ganar.
Esas noches, su madre las mandaba a dormir temprano, porque mientras más se adentrase la oscuridad, parecía que los chillidos de la casa aumentaban. Así, en los momentos de mayor tensión, las niñas se encontrarían durmiendo en la seguridad acústica que eran las habitaciones.
Pero esos eran sus momentos favoritos. Cuando se sentía testigo, víctima y victimario. Desde muy pequeña podía saborear las fuerzas que se enfrentaban, apostando por una o por otra, pese a que sus padres asegurasen que ninguna iba a ganar. Sabía que si se quedaba despierta, viviría ese ardor en el momento culmine e imaginaba con ansias el día en el cual su madre se olvidaría de ella y no pusiese ese tono tan temible para mandarla a su habitación, encerrada como perro que se había portado mal y que no tendría cena.
Entonces sucedió que aquel día, por un momento, el mundo se movió en cámara lenta, como esas noches que esperaba con ansiedad y anticipación, cerca de las ventanas. Sentía la adrenalina recorrer sus venas con un calor apremiante. El aire se le iba del cuerpo demasiado rápido, pero aún así se comprendía terriblemente despierta. Su mano derecha se movía con velocidad, como siempre, lanzando hechizos y maldiciones a diestra y siniestra.
Su cuerpo se llenaba de un gozo que cualquiera llamaría locura, pero ella sabía que no era así. Ella no estaba loca, estaba viva. Disfrutaba cada segundo, cada fotograma, como si fuese el último. Se entregaba a cada hechizo con ferocidad y adoraba esa sensación de estar parada en una rama tambaleante que quería tirarla al abismo más profundo. Pero ella seguía avanzando sin importar las consecuencias.
Cuando se encarnizaba en una lucha, sentía que el cielo se llenaba de nubes oscuras y se desataba la tormenta más espeluznante. Casi oía como un rayo caía sobre ella, la electrocutaba y la llenaba de más y más energía. Y tenía que salir, por algún lado, tenía que escapar. Entonces reía, gritaba, insultaba; se entregaba a su cuerpo, no a su alma ni su mente. Daba todo de sí por eso en lo que creía con fervor, algo que su carne y su sangre le decían que era la forma en la cual debían estar las cosas.
Aquella vez no era la excepción. Si bien era una contra tres, ellas no podían llegar a su nivel. Pobres niñas estúpidas, ¡no tenían pasión en la sangre, no tenían las tormentas de su lado! La carne de su organismo, supuestamente lleno juventud, estaba muerta antes de que ella lanzase la Maldición Imperdonable. No hacían las cosas porque su cuerpo se las pedía, ilusas, sino porque suponían que era lo correcto.
Sus manos se agitaban casi automáticamente. No estaba segura de que su mente las guiase de alguna manera. Los designios de su cerebro no llegaba a sus extremidades todavía y ella ya se movía. No necesitaba órdenes, requería de fuego para moverse, ¡cómo lo entendía! Una mano de equilibro, porque sus saltos y avances eran muy rápidos y fuertes; caerse era algo que no era una opción. La otra era dominada por el calor que quemaba sus entrañas, puesto que ese rayo había prendido hasta la médula. Y las quemaría a ellas también.
Reía, con la pasión de su magia y la fuerza de la electricidad que la recorría entera, excitándola, volviéndola instinto. No se escuchaba a sí misma, se había convertido en un acto reflejo en respuesta de su vida, que la recorría de pies a cabeza poniéndole los pelos de punta. Sentía un éxtasis conocido pero extraño subiendo desde su ingle hasta su mano y sabía qué saldría de su varita.
―¡Avada Kedabra!― El haz de luz verde asesino casi rosó la mejilla de la pelirroja y ella sabía que un solo toque era más que suficiente. Lástima. A la próxima sería.
―¡A mí hija no, PERRA!― El grito salió de quién sabe dónde. Y luego una mujer baja y pelirroja se interpuso entre sus tres presas y empezó a luchar contra ella. Era más rápida, más pulida. ¡Que importaba, nada podría salvarla! Ella estaba al fuego vivo, ¿quién podría escapar de las lamidas ardientes?
De pronto, sintió como de a poco su cuerpo se iba enfriando. No entendía que sucedía. ¿La habían mojado? ¡¿Quién se atrevía?! Su mano se sentía congelada, pesada por el hielo. Su varita torcida, rota, sus hechizos perdidos. Frunció el ceño un segundo antes de que por debajo de su mano derecha, chocando contra su cuerpo, quitándole la respiración, y, peor, robándole su ardor, llegase el rayo verde que conocía tan bien.
Su rostro llegó a expresar una última emoción antes de que su cuerpo cayese al vacío. Esa maldita rama se había tambaleado más de lo necesario. Su expresión de lucha había sido reemplazada por una sonrisa torcida, irónica. Porque a Bellatrix nunca le había gustado la hora de irse a dormir.
Tengo dudas con algunas comas, algunos puntos y millones de oraciones. Además del largo, de las palabras... de todo. Hace siglos que no me sentía así con un escrito xD. Además siempre me costó trabajar con Bellatrix, porque las palabras nunca me parecen las adecuadas para ella. Es casi un reto personal.
En fin, ¿ayuda?
Edit: cambié algunas cosas, hice correcciones, eliminé otras... por si alguien lo quiere mirar .
Les dejo, entonces, a Tormenta.
- Spoiler:
En la casa de los Black, las noches de lluvia hacían su hogar tiritar con una vibración extasiante. Parecía que las gotas eran guijarros contra las ventanas, las cuales se lamentaban por ser el límite entre la magia que vivía dentro y la naturaleza que pedía entrar.
Eso sin hablar de los rayos, que hacían los cimientos temblar y retorcerse en esas piedras ancestrales. Parecía una lucha terrible, que no iba a terminar nunca, que nadie iba a ganar.
Esas noches, su madre las mandaba a dormir temprano, porque mientras más se adentrase la oscuridad, parecía que los chillidos de la casa aumentaban. Así, en los momentos de mayor tensión, las niñas se encontrarían durmiendo en la seguridad acústica que eran las habitaciones.
Pero esos eran sus momentos favoritos. Cuando se sentía testigo, víctima y victimario. Desde muy pequeña podía saborear las fuerzas que se enfrentaban, apostando por una o por otra, pese a que sus padres asegurasen que ninguna iba a ganar. Ella sabía que si se quedaba despierta, viviría ese ardor en el momento culmine e imaginaba con ansias el día en el cual su madre se olvidaría de ella y no pusiese ese tono tan temible para mandarla a su habitación, encerrada como perro que se había portado mal y que no tendría cena.
Entonces sucedió que aquel día, por un momento, el mundo se movió en cámara lenta, como esas noches que esperaba con ansiedad y anticipación, cerca de las ventanas. Sentía la adrenalina recorrer sus venas con un calor apremiante. El aire se le iba del cuerpo demasiado rápido, pero aún así se comprendía terriblemente despierta. Su mano derecha se movía con velocidad, como siempre, lanzando hechizos y maldiciones a diestra y siniestra.
Su cuerpo se llenaba de un gozo que cualquiera llamaría locura, pero ella sabía que no era así. Ella no estaba loca, estaba viva. Disfrutaba cada segundo, cada fotograma, como si fuese el último. Se entregaba a cada hechizo con ferocidad y adoraba esa sensación de estar parada en una rama tambaleante que quería tirarla al abismo más profundo. Pero ella seguía avanzando sin importar las consecuencias.
Cuando se encarnizaba en una lucha, sentía que el cielo se llenaba de nubes oscuras y se desataba la tormenta más terrible. Casi oía como un rayo caía sobre ella, la electrocutaba y la llenaba de más y más energía. Y tenía que salir, por algún lado, tenía que escapar. Entonces reía, gritaba, insultaba; se entregaba a su cuerpo, no a su alma ni su mente. Daba todo de sí por eso en lo que creía con fervor, algo que su carne y su sangre le decían que era la forma en la cual debían estar las cosas.
Aquella vez no era la excepción. Si bien era una contra tres, ellas no podían llegar a su nivel. Pobres niñas estúpidas, ¡no tenían pasión en la sangre, no tenían las tormentas de su lado! Su carne estaba muerta antes de que ella lanzase la Maldición Imperdonable. No hacían las cosas porque su cuerpo se las pedía, ilusas, sino porque suponían era lo correcto.
Sus manos se agitaban casi automáticamente. No estaba segura de que su mente las guiase de alguna manera. Los designios de su cerebro no llegaba a sus extremidades todavía y ella ya se movía. No necesitaba órdenes, requería de fuego para moverse, ¡cómo lo entendía! Una mano de equilibro, porque sus saltos y avances eran muy rápidos y fuertes; caerse era algo que no era una opción. Y la otra era dominada por el calor que quemaba sus entrañas, puesto que ese rayo había prendido la carne de su cuerpo. Y las quemaría a ellas también.
Reía, con la pasión de su magia y la fuerza de la electricidad que la recorría entera, excitándola, volviéndola instinto. No se escuchaba a sí misma, se había convertido en un acto reflejo en respuesta de su vida, que la recorría de pies a cabeza poniéndole los pelos de punta. Sentía un éxtasis conocido pero extraño subiendo desde su ingle hasta su mano y sabía qué saldría de su varita.
―¡Avada Kedavra!― El haz de luz verde asesino casi rosó la mejilla de la pelirroja y ella sabía que un solo toque era más que suficiente. Lástima. A la próxima sería.
―¡A mi hija no, PERRA!― El grito salió de quién sabe dónde. Y luego una mujer baja y pelirroja se interpuso entre sus tres presas y empezó a luchar contra ella. Era más rápida, más pulida. ¡Que importaba, nada podría salvarla! Ella estaba al fuego vivo, ¿quién podría escapar de las lamidas ardientes?
De pronto, sintió como de a poco su cuerpo se iba enfriando. No entendía que sucedía. ¿La habían mojado? ¡¿Quién se atrevía?! Su mano se sentía congelada, pesada por el hielo. Su varita torcida, rota, sus hechizos perdidos. Frunció el ceño un segundo antes de que por debajo de su mano derecha, chocando contra su cuerpo, quitándole la respiración, y, peor, robándole su ardor, llegase el rayo verde que conocía tan bien.
Su rostro llegó a expresar una última emoción antes de que su cuerpo cayese al vacío. Esa maldita rama se había tambaleado más de lo necesario. Su expresión de lucha había sido reemplazada por una sonrisa torcida, irónica. Porque a Bellatrix nunca le había gustado la hora de irse a dormir.
En la casa de los Black, las noches de lluvia hacían su hogar tiritar con una vibración maravillosa. Las gotas se asemejaban a guijarros que arremetían contra las ventanas, las cuales se lamentaban por ser el límite entre la magia que vivía dentro y la naturaleza que pedía entrar. Eso sin hablar de los rayos, que lograban que los cimientos temblasen y retorciesen sobre esas piedras que eran la base del edificio ancestral. Era una lucha terrible, una que no iba a terminar nunca, que nadie iba a ganar.
Esas noches, su madre las mandaba a dormir temprano, porque mientras más se adentrase la oscuridad, parecía que los chillidos de la casa aumentaban. Así, en los momentos de mayor tensión, las niñas se encontrarían durmiendo en la seguridad acústica que eran las habitaciones.
Pero esos eran sus momentos favoritos. Cuando se sentía testigo, víctima y victimario. Desde muy pequeña podía saborear las fuerzas que se enfrentaban, apostando por una o por otra, pese a que sus padres asegurasen que ninguna iba a ganar. Sabía que si se quedaba despierta, viviría ese ardor en el momento culmine e imaginaba con ansias el día en el cual su madre se olvidaría de ella y no pusiese ese tono tan temible para mandarla a su habitación, encerrada como perro que se había portado mal y que no tendría cena.
Entonces sucedió que aquel día, por un momento, el mundo se movió en cámara lenta, como esas noches que esperaba con ansiedad y anticipación, cerca de las ventanas. Sentía la adrenalina recorrer sus venas con un calor apremiante. El aire se le iba del cuerpo demasiado rápido, pero aún así se comprendía terriblemente despierta. Su mano derecha se movía con velocidad, como siempre, lanzando hechizos y maldiciones a diestra y siniestra.
Su cuerpo se llenaba de un gozo que cualquiera llamaría locura, pero ella sabía que no era así. Ella no estaba loca, estaba viva. Disfrutaba cada segundo, cada fotograma, como si fuese el último. Se entregaba a cada hechizo con ferocidad y adoraba esa sensación de estar parada en una rama tambaleante que quería tirarla al abismo más profundo. Pero ella seguía avanzando sin importar las consecuencias.
Cuando se encarnizaba en una lucha, sentía que el cielo se llenaba de nubes oscuras y se desataba la tormenta más espeluznante. Casi oía como un rayo caía sobre ella, la electrocutaba y la llenaba de más y más energía. Y tenía que salir, por algún lado, tenía que escapar. Entonces reía, gritaba, insultaba; se entregaba a su cuerpo, no a su alma ni su mente. Daba todo de sí por eso en lo que creía con fervor, algo que su carne y su sangre le decían que era la forma en la cual debían estar las cosas.
Aquella vez no era la excepción. Si bien era una contra tres, ellas no podían llegar a su nivel. Pobres niñas estúpidas, ¡no tenían pasión en la sangre, no tenían las tormentas de su lado! La carne de su organismo, supuestamente lleno juventud, estaba muerta antes de que ella lanzase la Maldición Imperdonable. No hacían las cosas porque su cuerpo se las pedía, ilusas, sino porque suponían que era lo correcto.
Sus manos se agitaban casi automáticamente. No estaba segura de que su mente las guiase de alguna manera. Los designios de su cerebro no llegaba a sus extremidades todavía y ella ya se movía. No necesitaba órdenes, requería de fuego para moverse, ¡cómo lo entendía! Una mano de equilibro, porque sus saltos y avances eran muy rápidos y fuertes; caerse era algo que no era una opción. La otra era dominada por el calor que quemaba sus entrañas, puesto que ese rayo había prendido hasta la médula. Y las quemaría a ellas también.
Reía, con la pasión de su magia y la fuerza de la electricidad que la recorría entera, excitándola, volviéndola instinto. No se escuchaba a sí misma, se había convertido en un acto reflejo en respuesta de su vida, que la recorría de pies a cabeza poniéndole los pelos de punta. Sentía un éxtasis conocido pero extraño subiendo desde su ingle hasta su mano y sabía qué saldría de su varita.
―¡Avada Kedabra!― El haz de luz verde asesino casi rosó la mejilla de la pelirroja y ella sabía que un solo toque era más que suficiente. Lástima. A la próxima sería.
―¡A mí hija no, PERRA!― El grito salió de quién sabe dónde. Y luego una mujer baja y pelirroja se interpuso entre sus tres presas y empezó a luchar contra ella. Era más rápida, más pulida. ¡Que importaba, nada podría salvarla! Ella estaba al fuego vivo, ¿quién podría escapar de las lamidas ardientes?
De pronto, sintió como de a poco su cuerpo se iba enfriando. No entendía que sucedía. ¿La habían mojado? ¡¿Quién se atrevía?! Su mano se sentía congelada, pesada por el hielo. Su varita torcida, rota, sus hechizos perdidos. Frunció el ceño un segundo antes de que por debajo de su mano derecha, chocando contra su cuerpo, quitándole la respiración, y, peor, robándole su ardor, llegase el rayo verde que conocía tan bien.
Su rostro llegó a expresar una última emoción antes de que su cuerpo cayese al vacío. Esa maldita rama se había tambaleado más de lo necesario. Su expresión de lucha había sido reemplazada por una sonrisa torcida, irónica. Porque a Bellatrix nunca le había gustado la hora de irse a dormir.
Tengo dudas con algunas comas, algunos puntos y millones de oraciones. Además del largo, de las palabras... de todo. Hace siglos que no me sentía así con un escrito xD. Además siempre me costó trabajar con Bellatrix, porque las palabras nunca me parecen las adecuadas para ella. Es casi un reto personal.
En fin, ¿ayuda?
Edit: cambié algunas cosas, hice correcciones, eliminé otras... por si alguien lo quiere mirar .
Última edición por rochy_true el Miér 11 Ene 2012, 06:08, editado 2 veces (Razón : nueva versión)
Re: Tormenta [Harry Potter]
1) En la casa de los Black, las noches de lluvia hacían su hogar tiritar con una vibración extasiante
Según la Rae, la palabra “extasiante” no existe
“…su hogar tiritar…” uso inadecuado de hipérbaton. A menos que sea estrictamente necesario, evita invertir el orden natural de la oración (sujeto + verbo + predicado) No digo que hacerlo esté mal. De hecho, habrá ocasiones en las que una oración no podrá entenderse si no es con el uso de hipérbaton. Sin embargo, mientras esto no sea necesario, o a menos que no quieras adquirir un anticuado tono barroco, no lo hagas.
2) “Parecía que las gotas eran guijarros (¿?) contra las ventanas…”
No sé si estarás de acuerdo, pero a mí me parece que entre “guijarros” y “contra” falta algo. Un verbo, para ser más precisos. “Parecía que las gotas eran guijarros golpeando contra las ventanas” debería bastar.
3) “Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar los cimientos y retorcerse en esas piedras ancestrales”
Exactamente, ¿qué o quién se retuercen? ¿Los cimientos? Si es así, “temblar” y “retorcerse” deberían estar juntos de la siguiente manera: “Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar y retorcer los cimientos en esas piedras ancestrales”
Tampoco estoy muy segura qué quisiste decir con “…en esas piedras ancestrales” La verdad, como está escrito, no tiene mucho sentido y no contribuye a la oración. Si tuviera que sugerir una corrección completa, sería la siguiente: “Eso sin hablar de los rayos, que hacía temblar la casa hasta sus cimientos, y la tierra bajo estos.”
Estas tres correcciones pertenecen a los tres primeros párrafos, que a mi juicio deberían estar integrados en uno solo, así:
"En la casa de los Black, las noches de lluvia hacían su hogar tiritar con una vibración extasiante. Parecía que las gotas eran guijarros contra las ventanas, las cuales se lamentaban por ser el límite entre la magia que vivía dentro y la naturaleza que pedía entrar. Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar los cimientos y retorcerse en esas piedras ancestrales. Parecía una lucha terrible, que no iba a terminar nunca, que nadie iba a ganar."
De paso he marcado las palabras repetidas. No olvides ampliar tu vocabulario con nuevas expresiones, sinónimos, verbos, etc.
Lamentablemente no cuento con el tiempo suficiente para realizar un análisis exhaustivo, y esto es todo lo que he alcanzado a hacer. Espero que haya alguien más que pueda ayudarte con otras cosas, como la trama, la coherencia y el OoC (si es que lo hay)
Un saludo y que te vaya bien en tus próximos trabajos
Según la Rae, la palabra “extasiante” no existe
“…su hogar tiritar…” uso inadecuado de hipérbaton. A menos que sea estrictamente necesario, evita invertir el orden natural de la oración (sujeto + verbo + predicado) No digo que hacerlo esté mal. De hecho, habrá ocasiones en las que una oración no podrá entenderse si no es con el uso de hipérbaton. Sin embargo, mientras esto no sea necesario, o a menos que no quieras adquirir un anticuado tono barroco, no lo hagas.
2) “Parecía que las gotas eran guijarros (¿?) contra las ventanas…”
No sé si estarás de acuerdo, pero a mí me parece que entre “guijarros” y “contra” falta algo. Un verbo, para ser más precisos. “Parecía que las gotas eran guijarros golpeando contra las ventanas” debería bastar.
3) “Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar los cimientos y retorcerse en esas piedras ancestrales”
Exactamente, ¿qué o quién se retuercen? ¿Los cimientos? Si es así, “temblar” y “retorcerse” deberían estar juntos de la siguiente manera: “Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar y retorcer los cimientos en esas piedras ancestrales”
Tampoco estoy muy segura qué quisiste decir con “…en esas piedras ancestrales” La verdad, como está escrito, no tiene mucho sentido y no contribuye a la oración. Si tuviera que sugerir una corrección completa, sería la siguiente: “Eso sin hablar de los rayos, que hacía temblar la casa hasta sus cimientos, y la tierra bajo estos.”
Estas tres correcciones pertenecen a los tres primeros párrafos, que a mi juicio deberían estar integrados en uno solo, así:
"En la casa de los Black, las noches de lluvia hacían su hogar tiritar con una vibración extasiante. Parecía que las gotas eran guijarros contra las ventanas, las cuales se lamentaban por ser el límite entre la magia que vivía dentro y la naturaleza que pedía entrar. Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar los cimientos y retorcerse en esas piedras ancestrales. Parecía una lucha terrible, que no iba a terminar nunca, que nadie iba a ganar."
De paso he marcado las palabras repetidas. No olvides ampliar tu vocabulario con nuevas expresiones, sinónimos, verbos, etc.
Lamentablemente no cuento con el tiempo suficiente para realizar un análisis exhaustivo, y esto es todo lo que he alcanzado a hacer. Espero que haya alguien más que pueda ayudarte con otras cosas, como la trama, la coherencia y el OoC (si es que lo hay)
Un saludo y que te vaya bien en tus próximos trabajos
Rocky Raccoon- Aprendiz de Víbora
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Fecha de inscripción : 25/10/2011
Re: Tormenta [Harry Potter]
Puff, cómo se nota que no sirvo para los ataques de inspiración y publicar espontáneamente.
Muchas gracias, Rocky. Lo cierto es que los errores que me marcaste son en su mayoría de los párrafos que agregué a último momento, sabiendo que no me explicaba bien. Pero los más desprolijos. Sobre hipérbaton, ¿me podrías recomendar una forma de decirlo? Hablo así (con errores, ¡qué vergüenza!) y la verdad es que no se me ocurre cómo decirlo de otra manera.
Ahora corrijo todo pero, te advierto, estaré esperando a ver si puedes terminar, seguro hay más para sacar.
Gracias, en serio .
PD.: olvidé comentar que, curiosamente, Word no me marca como error "extasiante" y la verdad que la he leído tantas veces, que daba por sentado que existe. Gracias también por eso. Ahora lo modifico en el programa.
PDD.: Completo la frase para ver si ahora me hago entender o si persisto en el error:
Esa es más o menos la idea. Me gusta más con "aquel", pero quizás es redundante.
Muchas gracias, Rocky. Lo cierto es que los errores que me marcaste son en su mayoría de los párrafos que agregué a último momento, sabiendo que no me explicaba bien. Pero los más desprolijos. Sobre hipérbaton, ¿me podrías recomendar una forma de decirlo? Hablo así (con errores, ¡qué vergüenza!) y la verdad es que no se me ocurre cómo decirlo de otra manera.
Ahora corrijo todo pero, te advierto, estaré esperando a ver si puedes terminar, seguro hay más para sacar.
Gracias, en serio .
PD.: olvidé comentar que, curiosamente, Word no me marca como error "extasiante" y la verdad que la he leído tantas veces, que daba por sentado que existe. Gracias también por eso. Ahora lo modifico en el programa.
PDD.: Completo la frase para ver si ahora me hago entender o si persisto en el error:
Eso sin hablar de los rayos, que hacían los cimientos temblar y retorcerse sobre esas piedras que eran la base del (aquel) edificio ancestral.
Esa es más o menos la idea. Me gusta más con "aquel", pero quizás es redundante.
Última edición por rochy_true el Miér 11 Ene 2012, 04:23, editado 1 vez (Razón : Pd, Pdd)
Re: Tormenta [Harry Potter]
Ya veo. Tenía el presentimiento de que algo en los primeros párrafos no cuadraba con el resto. Por lo general casi siempre son los últimos párrafos los que están escritos a último momento. Por lo menos eso es lo que me pasa a mí cada vez que me apresuro en terminar algo n_nU
Sobre el hipérbaton, trataré de explicarlo mejor con ayuda de algunos enlaces. Recordemos que éste es un recurso literario (al igual que la metáfora, la sinestesia y la hipérbole, entre otras) que sirve para cambiar el orden natural de una oración, esto es, sujeto + verbo + predicado. Su presencia puede deberse a un uso puramente estético o para facilitar la comprensión de un escrito. Si te interesa saber más, aquí te dejo unos enlaces.
http://asesoramientolinguistico.blogspot.com/2010/07/el-orden-sintactico-natural-de-una.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%A9rbaton
http://webarticulista.net.free.fr/amr200504101848.html
http://www.hildalucci.com.ar/errores.php
Como se explica en una de las páginas, el hipérbaton es necesario cuando una oración compleja lo amerita. En mi opinión, y ya que lo preguntas, te recomiendo que no lo hagas cuando se trate de composiciones simples como ocurre en “…las noches de lluvia hacían su hogar tiritar…”, donde “las noches de lluvia” es el sujeto; “hacían tiritar”, el verbo (verbo compuesto, en este caso); y “su hogar”, el predicado.
Por algún motivo, decidiste poner parte del verbo compuesto al final de la oración. Quizás hayas tenido tus razones para hacerlo o solo lo hiciste porque pensaste que sonaba bien, no sé. Por mi parte, yo no lo haría sin un buen motivo, principalmente, porque suena anticuado, como aquellos cuentos en rima que leíamos cuando pequeños o la prosa barroca de novelas como La Celestina.
Si deseas un resultado sencillo, efectivo y moderno, mantén el orden natural de la oración, así: “Las noches de lluvia hacían tiritar su hogar” Probablemente, haya algunos que piensen que la diferencia no es significativa y que ha quedado igual. Pero cuando se trata de oraciones complejas, el uso conciente y correcto de hipérbaton marcará una diferencia.
En fin, dejando a un lado al señor hipérbaton, estuve leyendo otra vez tu trabajo y no encontré errores evidentes, por lo menos no de ortografía y gramática, que creo, es mi especialidad. La única observación que haré será de la corrección que has hecho en:
“Eso sin hablar de los rayos, que hacían los cimientos temblar y retorcerse sobre esas piedras que eran la base del (aquel) edificio ancestral.”
Para ser una oración tan sencilla, hay muchas palabras ocupando espacio a partir de “…sobre esas piedras…” Además, otra vez has usado hipérbaton innecesariamente en “…hacían los cimientos temblar y retorcerse…” -.-
Yo intentaría algo como esto: “Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar y retorcer los cimientos del edificio, una construcción ancestral levantada sobre piedra maciza.” Por dar un ejemplo. Espero que puedas apreciar la distribución de la información, clara y precisa.
Un saludo, cuídate.
Sobre el hipérbaton, trataré de explicarlo mejor con ayuda de algunos enlaces. Recordemos que éste es un recurso literario (al igual que la metáfora, la sinestesia y la hipérbole, entre otras) que sirve para cambiar el orden natural de una oración, esto es, sujeto + verbo + predicado. Su presencia puede deberse a un uso puramente estético o para facilitar la comprensión de un escrito. Si te interesa saber más, aquí te dejo unos enlaces.
http://asesoramientolinguistico.blogspot.com/2010/07/el-orden-sintactico-natural-de-una.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%A9rbaton
http://webarticulista.net.free.fr/amr200504101848.html
http://www.hildalucci.com.ar/errores.php
Como se explica en una de las páginas, el hipérbaton es necesario cuando una oración compleja lo amerita. En mi opinión, y ya que lo preguntas, te recomiendo que no lo hagas cuando se trate de composiciones simples como ocurre en “…las noches de lluvia hacían su hogar tiritar…”, donde “las noches de lluvia” es el sujeto; “hacían tiritar”, el verbo (verbo compuesto, en este caso); y “su hogar”, el predicado.
Por algún motivo, decidiste poner parte del verbo compuesto al final de la oración. Quizás hayas tenido tus razones para hacerlo o solo lo hiciste porque pensaste que sonaba bien, no sé. Por mi parte, yo no lo haría sin un buen motivo, principalmente, porque suena anticuado, como aquellos cuentos en rima que leíamos cuando pequeños o la prosa barroca de novelas como La Celestina.
Si deseas un resultado sencillo, efectivo y moderno, mantén el orden natural de la oración, así: “Las noches de lluvia hacían tiritar su hogar” Probablemente, haya algunos que piensen que la diferencia no es significativa y que ha quedado igual. Pero cuando se trata de oraciones complejas, el uso conciente y correcto de hipérbaton marcará una diferencia.
En fin, dejando a un lado al señor hipérbaton, estuve leyendo otra vez tu trabajo y no encontré errores evidentes, por lo menos no de ortografía y gramática, que creo, es mi especialidad. La única observación que haré será de la corrección que has hecho en:
“Eso sin hablar de los rayos, que hacían los cimientos temblar y retorcerse sobre esas piedras que eran la base del (aquel) edificio ancestral.”
Para ser una oración tan sencilla, hay muchas palabras ocupando espacio a partir de “…sobre esas piedras…” Además, otra vez has usado hipérbaton innecesariamente en “…hacían los cimientos temblar y retorcerse…” -.-
Yo intentaría algo como esto: “Eso sin hablar de los rayos, que hacían temblar y retorcer los cimientos del edificio, una construcción ancestral levantada sobre piedra maciza.” Por dar un ejemplo. Espero que puedas apreciar la distribución de la información, clara y precisa.
Un saludo, cuídate.
Rocky Raccoon- Aprendiz de Víbora
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Re: Tormenta [Harry Potter]
Modficaré las oraciones, tratando de seguir los ejemplos.
Y, dioses, hablo de manera anticuada .
Muchisisismas gracias, me dejaste todo más que claro.
Y, dioses, hablo de manera anticuada .
Muchisisismas gracias, me dejaste todo más que claro.
Re: Tormenta [Harry Potter]
de nada, espero haber ayudado en algo =)
Rocky Raccoon- Aprendiz de Víbora
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