Rebelión [Original]

Rebelión.-
Capítulo 1

Había pasado ya ese par de siglos de hibernación que necesita para que su cuerpo aguante el poder de su espíritu, y el nuevo despertar era una especie de renacimiento, pero esa última vez decidió irse a dormir más pronto, porque la rutina de su vida lo tenía hartado. Tantos siglos de guerra con los soldados de Välvillig (dios benévolo) lo estaban aburriendo, y el mundo humano era solo una maraña de gente ignorante, que sobrevaloraban a sus dioses y perdían la razón por ellos. Él solo era un soldado, el mejor de los de Förbannad (dios maldito), y solo porque él fue el primero en seguirlo cuando comenzó la guerra entre Välvillig y Förbannad.
Y ahora que el mundo ha cambiado más de lo que ha visto cambiar en toda la historia de su vida, necesitaba más que nunca el ponerse al tanto de todo lo que ha ocurrido. Los demonios ya no eran como los vio antes de irse a dormir, y por lo que él podía percibir, ya no había tantas señales de guerra con los adeptos Välvillig, y al parecer los seguidores humanos de Förbannad habían aumentado ¿Es que la guerra ha terminado?
Así que la paz que acompañaba la oscuridad que él quiso por un par de siglos ya no era necesaria, necesitaba algo de luz, porque hasta el mismo Förbannad necesitaba algo de luz. Y por ello abrió sus ojos y sintió el aire del mundo humano, olores tan débiles que le costaba percibir, pero a los pocos segundos pudo percibir ese característico olor del polvo y las flores secas del cementerio, aunque el olor de la muerte ya no era el mismo, fue lo último que pudo percibir en cuanto abrió los ojos, y el primero fue el de la madera vieja del árbol que le sirvió para refugiarse, que se partió unos instantes después, dejando pasar las luces de la noche… ¿luces? ¿Desde cuando que la luna no era la única que llenaba de luz el mundo humano durante la noche?
Lo pudo notar, con gran sorpresa que había una gran cantidad de soles falsos a su alrededor, muy malas copias que imitaban pobremente con una luz amarillenta la luz del gran astro. Le molestó realmente ver tanta falsedad en las luces, las quería extinguir, y bastó el deseo para que las luces varios metros a la redonda se extinguieran, dando un gran destello y llegó la oscuridad total.
Recorrió el camposanto, las tumbas ya no eran las mismas que vio por última vez, obviamente el número aumentó, pero las lápidas parecían bastante más trabajadas, todo se veía más ostentoso hasta las tumbas más modestas del lugar se veían decentes. Una verdadera sorpresa.
Pero no era eso lo que realmente le preocupaba, estaba hambriento y necesitaba energía para poder explorar bien el mundo humano y encontrar otra vez la entrada al inframundo, abrirla y reportarse con Förbannad, que se supone que era lo primero que debía hacer, pero el alimento era más urgente… y necesitaría algo contundente.
Para encontrar lo que necesitaba no debía ir muy lejos, de hecho podría encontrar a un espíritu puro en el cementerio, allí abundaban toda clase de almas y se le antojaba una un tanto difícil, de esas que se apoderaban de estatuillas y las hacían llorar, solo para hacer crecer la devoción hacia alguno de los dioses, un truco muy útil. No tardó un minuto en su búsqueda cuando encontró uno de esos espíritus, era el espíritu de una niña, justo lo que necesitaba, una cosa eran los espíritus de gente adulta, que en cuya última vida recordaban los temores y los sentimientos que los embargaron antes de morir, y lo otro eran los espíritus que no conocían tales cosas, eran casi primitivos, y aún así refinados, algo que solo los humanos daban ese toque. Lo mejor de todo es que no era difícil tomarlas, atrapar un alma perdida solo requería un poco de concentración y en cuestión de minutos ya estaba absorbiéndola.
Fue reconfortante, y ya podía explorar con más detenimiento el lugar en donde se encontraba. Era como si realmente esa fuera la primera vez que estuvieran allí, aunque ya había explorado esas tierras innumerables veces. Y fuera del cementerio todo era aún más sorprendente: luces en todos lados, edificios que desde lo lejos se veían más altos de lo que jamás había visto, y demasiado numerosos para ser tan grandes, ya no había carruajes, habían vehículos veloces de tamaños variados. Mientas se alejaba del cementerio fue notando que el mundo humano se había vuelto ruidoso, se oían ruidos por todos lados… demasiadas luces y sonidos le irritaban así que solo quiso por el momento un poco de tranquilidad nocturna que solía ver doscientos años atrás, y todas la luces se apagaron, los soles falsos dieron un destello y no volvieron a molestar, y por fin se sintió cómodo. Había mucho de qué enterarse, así que era mejor buscarse un sirviente pronto, prefería vivir en carne propia los cambios del mundo humano, no le gustaba enterarse de otras cosas si no era por su propia cuenta, pero necesitaba un humano que le diera ciertas facilidades.
Prefería conseguirse a alguien con cierta vulnerabilidad, por lo general las mujeres son muy manipulables y no suelen revelarse ante el amo, realmente una mujer convenía mucho más que un hombre. Así que comenzó a buscar una mujer conveniente, por lo general se encontraban el los barrios bajos, y era fácil reconocer un barrio bajo, sea en la época que sea. Pero no alcanzó a avanzar mucho cuando a pocos metros hubo un estruendo que rompió con inesperada fuerza el silencio que él mismo hizo que reinara. Se dirigió hacia donde provenía la bulla y encontró, como si la fortuna le diera una mano, algo que hizo que no evitara reír, a pesar de la oscuridad, la luna llegó a iluminar en el suelo a una mujer que sangraba por todos lados, y podía notar que a pesar del dolor luchaba con toda su fuerza por aferrarse a la vida. Solo eso necesitaría para tener un esclavo.
Así que sin titubear ni por un segundo se manifestó ante los ojos de la moribunda, que lo miraba con tantas emociones en el pecho que ninguna se pudo reflejar en su rostro, se acercó a ella y le dijo:
-Humanos… la vida es tan efímera para ustedes que con un poco de daño se les va de las manos, como agua entre dedos… ¿lo consideras justo? Sé que no, pero si quieres una oportunidad para no ir a los páramos de la muerte, podríamos llegar a un acuerdo. Dame tu alma, y te daré vida ¿comprendes bien? Es tú decisión.
(…)